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Vivienda. ¿Cuánta vida nos cuesta el alquiler?

Con el mega DNU que entró en vigencia el 30 de diciembre, que por estos días se discute en la comisión bicameral, Milei derogó la Ley que regulaba el mercado de alquiler. Los efectos de esta derogación se vieron de inmediato: a días de conocerse el índice de pobreza en todo el país (que orilla el 60%) el mercado busca imponer sus condiciones usureras, con contratos a su medida y en cualquier moneda, profundizando el deterioro de las condiciones de vida de 10 millones de inquilinos.

26 de febrero

El gobierno y los sectores empresariales esbozaron al menos dos argumentos para desregularlo: por un lado, que al eliminarse la legislación, sería un incentivo para que los propietarios pusieran en alquiler sus viviendas; por el otro, que el mismo aumento de la oferta de viviendas sería suficiente para hacer bajar el precio. La realidad demuestra que esto no es así. La derogación permite aumentos permanentes y un impacto en la aceleración de precios general de la economía. El mercado inmobiliario sólo funciona como agente expulsivo hacia los márgenes de los sectores de menores recursos.

El lado B del acuerdo contractual

El índice de actualización del alquiler deja de estar regulado y pasa a ser un valor dispuesto por el propietario o la inmobiliaria. Hay quienes han llegado a plantear actualizaciones diarias, precios dolarizados, o aumentos muy por encima de la inflación. Esos aumentos se dan en un contexto de pérdida general del poder adquisitivo del salario, que ya viene desde hace 6 años en caída, cuando acaba de anunciarse que el Salario Mínimo, Vital y Móvil “asciende” a los $180.000 mensuales.

Informes de distintas organizaciones de inquilinos(1) alertan sobre una situación que se agrava cada vez más, sobre todo en sectores de trabajadores informales. Si el alquiler avanza sobre el salario muchas veces se debe decidir entre tener un techo o comer. Estas nuevas condiciones obligan a millones de inquilinos a aceptar cualquier condición ante el miedo de un desalojo o la posibilidad de terminar en la calle. En Córdoba, por ejemplo, alquilar un departamento mínimo cuesta entre $180.000 y $220.000. ¿Cómo es posible pagar el alquiler de un departamento mínimo con ingresos que ni siquiera alcanzan a cubrir la canasta básica familiar?

Según la Encuesta Nacional Inquilina del mes de enero, el 51% de los contratos firmados luego de la derogación de la ley de alquileres son de menos de 1 año. De esos nuevos contratos, un 87% tiene actualización cada 6 meses, 4 meses o menos. Cualquier persona que alquila conoce la incertidumbre que genera tener que buscar dónde vivir en plazos tan cortos. La mayoría de las personas mencionó que los sentimientos que genera esta situación son predominantemente de angustia, ansiedad y desesperanza.

Otra encuesta realizada a inquilinos del AMBA, menciona que más del 60% de las personas se endeudan para pagar el alquiler. Los distintos datos revelan una situación de precariedad económica y habitacional que se profuniza en el caso de los hogares sostenidos por mujeres quienes son las más afectadas por el aumento en los alquileres debido a la desigualdad económica y los ingresos salariales. El mercado inmobiliario es mucho más agresivo con la mujer que con el hombre: comisiones indebidas, o gastos administrativos, así como la amenaza de no devolver la seña, son más habituales frente a la mujer. Las brechas de género no son un mito.

La chispa de esperanza que puede encenderse desde lo pasado
Que propietarios e inmobiliarias aumenten exponencialmente los precios de alquileres y quieran imponer sus propias condiciones enriqueciéndose por sobre el derecho a la vivienda de las mayorías populares no es nada nuevo. La especulación y el lobby tiene larga data en nuestro país. Hace 117 años familias obreras del gran Buenas Aires se rebelaron ante las subas de los alquileres. La bronca estalló en una rebelión histórica que deja decisivas lecciones para el presente.

La huelga de las escobas comienza en La Boca y las protestas se extienden rápidamente por todo Buenos Aires y otras ciudades como Rosario, Mendoza y Córdoba. Una gran huelga que engendró algo más que resistencia. Dejaron de pagar alquileres mientras exigían la reducción del 30% de los costos, la eliminación de los 3 meses de depósito y terminar con las condiciones de hacinamiento de miles de familias . Los inquilinos se organizaron con delegados por conventillo y se crearon comités de lucha (Comité Central de la Liga de Lucha Contra los Altos Alquileres e Impuestos) que posteriormente convocaron a la huelga general. Estas jornadas tuvieron como protagonistas indiscutibles a las mujeres que resistieron el desalojo a escobazos enfrentándose a caseros, propietarios y policías. Mientras mayor era la organización de los inquilinos mayor era la conquista a sus demandas.

Hay experiencias de lucha que merecen ser rescatadas.

Las fuerzas del suelo

Hoy la situación ante el problema de la vivienda exige tomar medidas de emergencia. Sabemos que el DNU de Milei significa un ataque histórico a los derechos y las conquistas de la clase trabajadora. Desregular el mercado inmobiliario sólo incrementa las ganancias de un puñado de empresarios y la contracara a esa situación es el aumento sostenido desde hace 30 años de la población inquilina, que hoy representa el 21% de las personas de todo el país. Hay que ir por una nueva ley que regule los precios de los alquileres y que ponga freno a los aumentos desmedidos, gravar la vivienda ociosa con impuestos progresivos así como la construcción de nuevas viviendas de alquiler social para quienes más lo necesiten. Lo que se paga de alquiler no puede estar separado del costo de vida y del salario de quien alquila.

Durante la crisis del 2001 y luego de las jornadas del 19 y 20 de diciembre por ejemplo, surgieron espontáneamente instancias de discusión, intercambio y toma de decisiones de manera democrática sin hacer distinción entre ocupados y desocupados. Las asambleas barriales se extendieron en ese entonces por todo el país y las conformaban estudiantes, amas de casa, trabajadores y trabajadoras, profesionales, informales y pequeños comerciantes. La crisis venía a unir todo aquello que estaba fragmentado.
Ante la profundidad de la crisis “mientras la lógica capitalista más extrema producía soledad, desamparo y desasosiego, la acción colectiva reparaba, amparaba y reconstruía, politizando esos malestares, angustias y dolores”(3).Las asambleas barriales desataban “(...) la capacidad de invención y de acción mucho más allá de lo que cada uno, individualmente, podía haber imaginado”(3) desafiando los valores individuales que exalta y naturaliza el capital.

Necesitamos recuperar ese horizonte para pelear por nuestro derecho elemental a la vivienda digna. Hoy en día continúa la pelea por tirar abajo el DNU,el protocolo represivo y el conjunto del Plan Motosierra. Tenemos que tomar conciencia del triunfo que significó tirar abajo la Ley Ómnibus, la primera derrota de Milei , para profundizar el plan de lucha hacia adelante. Las asambleas barriales fueron protagonistas en esta pelea y vienen siendo un ejemplo en la lucha contra el ajuste porque se organizan democráticamente. Se trata de unir por abajo lo que los partidos patronales, el Estado y las burocracias dividen por arriba. Ante todo sabemos que la salida es colectiva y empieza por desatar nuestra infinita capacidad de lucha y organización. ¿Porqué no pelear entonces en común inquilinos e inquilinas con estudiantes, trabajadores, desocupados, asambleas populares, de la cultura, jubilados, organismos de derechos humanos, el movimiento de mujeres y la diversidad sexual para organizar la lucha, generar la fuerza social capaz de imponer nuestras demandas y vencer? Está en nuestras manos escribir la respuesta. Te invitamos a sumarte.

Citas
1. [https://www.inquilinosagrupados.com.ar/alquilar-en-la-era-milei]
2. https://acij.org.ar/encuesta-inquilina-amba-el-63-de-los-hogares-inquilinos-esta-endeudado/
3. https://www.laizquierdadiario.com/De-lo-individual-a-lo-colectivo-que-sucede-en-las-asambleas

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Diario de la criminalización de la protesta social en Salta - Marco Diaz Muñoz

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