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Relato y medias verdades en la respuesta de Kicillof a Prat Gay

Axel Kicillof, exministro de Economía, publicó el jueves una nota en la página web de la expresidenta Cristina Kirchner donde responde los anuncios realizados por Alfonso Prat Gay, el nuevo ministro de Hacienda, el día miércoles y rechaza las afirmaciones del actual ministro de haber dejado una “pesada herencia”.

En esta nota se pretende debatir algunos de los argumentos planteados por el ex ministro sobre su defensa del relato K. Se recomienda la lectura de La Economía Argentina en su laberinto. Lo que dejan doce años de Kirchnerismo para un análisis profundo de la década pasada.

En La Izquierda Diario se analizó recientemente el balance económico a un mes del gobierno macrista, repasando las medidas implementadas por los ex CEOs de las empresas que hoy son parte del gabinete, un paquetazo de anuncios en beneficio de las grandes patronales del campo y de la industria.

No a la extorsión. Sí al “pago serial”

Kicillof señala en el artículo que en la conferencia de prensa que realizó Prat Gay anunció tres problemas y tres mentiras. El primer planteo que cuestiona son las negociaciones con los fondos buitres, afirma que el gobierno de Macri “está dispuesto a pagarles cuanto antes y en cualquier término” y defiende la gestión de Cristina que “dijo no a la extorsión”.

Al macrismo, cerrar la negociación con los buitres le quita el sueño. Hasta el mismo Luis Caputo, secretario de Finanzas que participó de la reunión con los holdouts, admitió que le dedica más tiempo a la negociación que a su familia. Kicillof concluye que “el gobierno de Macri viene a endeudar nuevamente a la Argentina con los grandes bancos internacionales y, aunque todavía no lo digan, probablemente también con el Fondo Monetario Internacional”. Señala además que “este endeudamiento ni siquiera va a justificarse en necesidades de los argentinos, sino que van endeudar al país para pagarle a los buitres lo que piden”. Sin embargo, el kirchnerismo lejos estuvo de enfrentar a los buitres como dice Kicillof.

El canje del 2005 que llevó adelante Néstor Kirchner y Lavagna, con quita, generó una ganancia de 300% para los especuladores que lo aceptaron. Estos “buitres buenos” compraron los bonos de deuda a precios muy bajos en medio de la crisis de deuda.
Lo que el ex ministro kirchnerista no dice, como no lo hizo durante el último año y medio abrazado a la retórica “patria o buitres”, es que el poder de daño de éstos mediante los litigios en el juzgado de Griesa en Nueva York se debe a que el canje de 2005 (y la reapertura en 2010) repitió la prórroga de soberanía con la que el Estado argentino se endeuda desde 1976, que permite que los conflictos con los acreedores se salden en tribunales extranjeros.

Por eso, por deuda impaga de 2001, Griesa pudo actuar sobre bonos canjeados en 2005 y 2010. Kicillof tampoco dice que también en su agenda estaba “endeudar al país para pagar lo que los buitres piden”, después de haberlo endeudado desde finales de 2013 para hacer “los deberes para volver al mercado”. El primer capítulo de esta saga fue el arreglo con el Club de París, que en su nota ahora Kicillof reivindica aduciendo que es una “falacia” que estuvo mal negociado, la deuda total reconocida superó todos los pronósticos previos.

También, hay que recordarle a Kicillof la millonada que pagó por orden del CIADI que benefició a grandes multinacionales por litigios con el país que se siguieron abriendo en este tribunal hecho a la medida de las empresas gracias a la continuidad durante los años kirchneristas de los Tratados Bilaterales de Inversión que protegen los intereses de las corporaciones internacionales.

La frutilla del postre, fue el pago a Repsol por la “recompra” del 51 % de la tenencia accionaria. En ese caso, luego de tener un discurso de confrontación con la empresa extranjera, llegando a decir que la Argentina “no debe pagar un centavo a Repsol por la expropiación”, Kicillof le regaló una jugosa indemnización, premiando el saqueo de recursos que hicieron durante casi quince años en el país.

Si no llegó a pagarle a los bonistas buitres, fue básicamente por una cuestión de tiempos debido a una inesperada decisión de la Corte Suprema norteamericana en junio de 2014 que hizo que estos endurecieran su posición.

La supuesta “no aceptación de la extorsión” del kirchnerismo, tomada como postura soberana, solo puede ser una broma considerando que el pago de deuda a los acreedores durante los gobiernos kirchneristas llegó según declaraciones oficiales a 190 mil millones de dólares, y significó una salida de reservas sin duda mayor a 105 mil millones de dólares, que es parte de lo que explica la escasez de dólares de los últimos años, junto con la continuidad del saqueo imperialista de las multinacionales y la fuga de recursos de la burguesía nacional.

El celebrado “desendeudamiento” fue uno de los mayores capítulos del presupuesto durante todos estos años, absorbiendo recursos que podrían haberse utilizado para triplicar los presupuestos de salud, educación o aumentar la Asignación Universal por Hijo. El gobierno de Cristina siempre reivindicó ser pagador serial y honrar la deuda, afirmaciones que no difieren de los dichos por el gobierno de Macri.

¿Ñoquis en el Estado? No, herencia K de precarización

El segundo aspecto que debate Kicillof es el “fuerte ajuste del gasto público” que anunció el macrismo, recorte que “todavía no ha explicado los métodos ni las partidas que pretenden recortar, aunque de momento se ha visto que el ajuste va a incluir un tarifazo en luz, gas y agua y despidos masivos en el Estado.” Efectivamente, el macrismo empezó una caza de brujas contra los estatales a través del decreto 252 que busca recortar los contratos y reducir el gasto. La media verdad es que el kirchnerismo le dejó en bandeja servida la posibilidad a Macri de despedir a los trabajadores estatales ya que el trabajo precario se profundizó en la década pasada.

Existen en el Estado variedad de modalidades de contratación precaria, como trabajadores fuera de convenio, monotributistas que no tienen obra social ni vacaciones ni aguinaldo, con salarios inferiores a la canasta familiar, contrataciones a través de universidades que actuaron como agencias de personal precario, o la tercerización para la limpieza, el mantenimiento o la seguridad.

La gran precarización que dejó el kirchnerismo, le sirve al macrismo para despedir y sembrar una campaña contra los supuestos “ñoquis” donde la mayoría son trabajadores que durante años mantuvieron una relación precaria con el Estado. En 2014 se estimaba que un 30 % de los trabajadores de la Administración Pública Nacional no pertenecía a la planta permanente y tenía un empleo inestable, sin contabilizaren este cálculo a los trabajadores con otro tipo de modalidad como la asistencia técnica.

Otro dato omitido es que no sólo el macrismo está despidiendo estatales, el Frente para la Victoria y otros partidos patronales están echando en municipios y provincias.
Kicillof considera que Prat Gay “quiere dejar de reprimir la economía con exigencias a las empresas privadas”. Y agrega que “a los únicos que piensan reprimir es a los trabajadores, como ya demostraron con esas espaldas repletas de heridas producidas por balas de goma de los municipales de La Plata y los obreros de Cresta Roja”.

El modelo macrista de represión sobre los trabajadores que reclaman por sus puestos de trabajo no aparece tan distinto del que encabezaba bajo el kirchnerismo su ministro Berni, que no se cansó de reprimir con gases, balas de goma y carros hidrantes a los trabajadores de la multinacional Lear que peleaban porque sus familias no queden en la calle. ¡Qué poca “memoria” tiene el ex ministro de Economía!

Paritarias limitadas y devaluación, para no extrañar la “década ganada”

El último aspecto que debate Kicillof es el techo a las paritarias que adelantó el macrismo con los deseos de parte de Prat Gay de una inflación del 20-25% y “recomendando” aumentos de salarios por debajo de ese porcentaje. Según el ex ministro de Economía “durante todo 2015 la inflación venía bajando mes a mes, según las consultoras privadas y las estadísticas públicas. Esa trayectoria cambió cuando Macri anunció en campaña, y después puso en práctica ni bien asumió, la devaluación más formidable desde la de la crisis de 2001, de cerca de un 40%”.

Kicillof explica cómo la devaluación reciente generará un incremento de los precios como ya se mostró en diciembre, si se observa el IPC CABA que midió 3,9%. Lo que no dice el ex ministro es que el mismo también llevó adelante una devaluación, en enero de 2014, y ese año los salarios reales cayeron alrededor del 5%. En 2015, el joven economista k fue el principal vocero del tope a las paritarias con techos del 27% e incluso el propio ministerio de Trabajo se rehusaba a homologar los convenios acordados entre las partes, superiores al porcentaje oficial.

El gremio Aceiteros logró un monto superior a este techo con un aumento del 36%, luego de 25 días de conflicto con paro por tiempo indeterminado y el bloqueo de varias terminales portuarias santafesinas porque el gobierno kirchnerista no quería que acordaran por esa suma.

Los aumentos con los que concluyó 2015, que dejaron una inflación probablemente por encima del 28 % aunque el Indec con la conducción macrista repitió el método K de no dar cifras oficiales, no se debe sólo a la devaluación de Macri. También es resultado de que algunos acuerdos que frenaron precios tenían una fecha de vencimiento clara: 25 de octubre, ganara quien ganara.

La relativa calma de precios durante el período electoral llevaba implícitos los aumentos que se conocieron aún antes del ballotage, y que se magnificaron ante la inacción de los funcionarios kirchneristas desde finales de noviembre.

La “resistencia” K, un camino a ninguna parte

El kirchnerismo viene “resistiendo” las medidas de Cambiemos con el movimiento de plazas que se muestra insuficiente para enfrentar el ajuste. Por el momento construye más “relato” que resistencia real.

Se avecinan meses más agitados, con conflictos por despidos, paritarias, donde la izquierda que supo ocupar un lugar destacado en el último año enfrentará junto a los trabajadores el plan de guerra que anunció el macrismo.

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