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¿Qué está pasando con la educación argentina en plena pandemia?

Aún es muy pronto para sacar algunas conclusiones y seguramente más pronto que tarde veremos cómo la pandemia del coronavirus está haciendo añicos la ya endeble situación de la escuela pública en nuestro país. Pero algunos datos extraídos de informes publicados por la OCDE y la Universidad de Harvard y otro informe publicado por la Universidad Torcuato Di Tella nos permiten empezar a pensar algunos aspectos de la situación de la educación como derecho universal e inalienable que el capitalismo sigue negando a millones de personas y cuánto se está avanzando sobre los derechos laborales de la docencia en nuestro país.

31 de julio de 2020

Partiremos de la base de que la escuela como institución reproductora del sistema capitalista ha sido una incansable selectora de sujetos útiles en contraste a otros sujetos descartables e indeseables para el sistema. No por nada el concepto de “escuela expulsiva” cobra gran notoriedad en los ´90. Y si miramos la historia reciente y en la actualidad, si bien se obtuvieron logros, aún hay características que hacen pensar que estamos lejos de un pleno acceso a una educación de calidad. Sólo para hablar de un dato llamativo, bien entrado el capitalismo la mujer europea tuvo que pelear por poder acceder a la educación básica entre otros derechos “civiles”. En Argentina recién en 1926, “tras la sanción de la Ley 11.357 sobre la Capacidad Civil de la Mujer”. Esto parece un gran eufemismo, ya que existe la constante necesidad de mencionar derechos particularmente para las mujeres y a pesar de esto aún no se incluía la patria potestad compartida ni el derecho al voto.

El rol de la tecnología digital en la educación

Pero volviendo al tema de la educación argentina en plena pandemia, es necesario que revisemos el rol de la tecnología en la educación. Es inevitable que hablemos de esto en una situación en la cual no hubo presencialidad, por lo cual la docencia se vio obligada a adecuar de forma urgente su contenido a una propuesta íntegramente digital. Si bien hay casos en los que hubo escuelas que ofrecieron recursos no digitales a sus estudiantes (mientras cumplían su rol de contención habitual), esto se vio dificultado tras la necesidad del aislamiento preventivo.

Con respecto al rol de la tecnología en la educación en plena pandemia, si hablamos de la importancia que cobró en esta situación tan particular lo que llamamos las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación), no parece difícil pensar que estas deberían estar al servicio de facilitar el acceso a la educación como derecho. Pero esta afirmación no es para nada novedosa. Si hablamos de cuánto la inclusión de la tecnología favorece al aprendizaje tenemos varios ejemplos a la mano. A través de la tecnología se realizan aportes significativos en los procesos cognitivos. Manejar lenguaje digital nos conecta con la vida cotidiana de nuestros pares, nos permite desarrollar nuestra vida social, nos permite facilitar el acceso a contenido cultural y profesional, entre otras cosas. A su vez, permite que accedamos a contenido educativo, a apoyo en línea y otros recursos digitales como plataformas, etc. O sea que podemos decir que la tecnología ha ingresado a nuestras vidas de tal forma que nos permite desplegar un buen número de actividades, entre las cuales está el aprendizaje de nuevas habilidades. Pero cuando hablamos de la tecnología como facilitadora del aprendizaje, pareciera que damos un paso más allá. Un ejemplo muy sencillo es que una persona que no puede escribir por su condición física (sea permanente o sea temporaria), con un dispositivo digital como una computadora o un celular puede construir un texto sin necesidad de usar sus manos. Si esto no es inclusión educativa, por favor, díganme qué es. Otro más complejo: la posibilidad de acceder a un sinnúmero de información a través de una computadora o al desarrollo de tareas digitalizadas dan lugar a la idea de lo importante que es que las personas en la actualidad estemos alfabetizados digitalmente. Por lo tanto, si el acceso a la educación es un derecho y la tecnología facilita el aprendizaje ¿no debería ser el acceso a la tecnología un derecho también? Por supuesto, la pregunta no es ingenua ni tampoco hace falta ser socialista para hacérnosla. Pero no se nos pueden escapar de la vista algunos datos: que el derecho a la educación es un debate histórico que es previo a la constitución del capitalismo; que poco se ha avanzado en tal como derecho y que lejos está de zanjarse cualquier discusión alrededor del mismo; y que la relación de la tecnología y la educación poco tiene que ver con facilitar el acceso a la educación como un derecho universal.

La educación ¿un derecho?

Si nos remontamos a la época fundacional de la Argentina, quienes buscaron implantar un sistema capitalista en los comienzos (y previo a esto) fueron los liberales que veían en la población gaucha y originaria un gran obstáculo. Es así como se propusieron instaurar a través de la conformación del estado argentino un sistema de educación federal que homogeneizara a la población en varios aspectos. Podríamos decir que se trató de un doble adoctrinamiento: simbólico (un solo idioma, respeto al emblema nacional, etc.) y material (higiene, ejercicio físicos, división de educación por sexo, etc.). En otras palabras, el estado argentino se propuso constituir mano de obra y fue expulsivo desde sus orígenes. Por ejemplo, no se incluyeron a los pueblos originarios es su propuesta y las mujeres, al principio, tampoco serían incorporadas en una educación básica (el primer Código Civil de 1869 aún sostenía la incapacidad relativa de la mujer). Sería obligatorio, gratuito y, en principio, laico. Pero cuando fue logrando su propósito principal, que fue el de dotar de mano de obra a su naciente industria, la educación se volvió más un peso que una inversión, se fue diversificando la propuesta incorporándose el sector privado al negocio de la educación y el estado argentino empezó a subsidiar al sector privado para que brindara este servicio.

Y así es como el saber, que nunca fue un derecho universal, seguiría sin serlo al transformarse la educación en un producto con valor en el mercado. Ahora, además de que siguiera habiendo personas sin acceder a un mínimo de educación, además de que el sistema educativo siempre cumplió su tarea expulsiva (aunque aún leamos y escuchemos sobre el concepto de “abandono” y “deserción”), también ahora es desigual según la capacidad de consumo, tanto sea para pagar una matrícula escolar como para acceder a recursos digitales. Es importante añadir que el sector docente y amplios sectores de la población han asistido a heróicas luchas en contra del arancelamiento de la educación, a la defensa de los derechos laborales de la docencia y a la resistencia democrática en plena dictadura, todos hechos que van de la mano con la idea de que la educación es un derecho y no un privilegio. La enseñanza, en sus distintos niveles, siempre fue un elemento que en la sociedad argentina se mantuvo en debate y formó parte de amplios sectores que se sintieron comprometidos con la idea de que la educación es un derecho, a la vez que la educación y la escuela se conformó muchas veces en una caja de resonancia para ideas revolucionarias y vieron surgir movimientos que impulsaron al socialismo como único modo de vida sustentable para el ser humano. Y el estado burgués representó de varias maneras el obstáculo y el desvío para acceder a esa visión de un mundo diferente al que promueve en capitalismo.

El rol de la tecnología en el acceso a la educación

A partir de un documento desarrollado por la Universidad de Harvard junto con la OCDE, titulado Un marco para guiar una respuesta educativa a la pandemia del Covid-19, cuyo objetivo, dice ser “apoyar la toma de decisiones en educación para desarrollar e implementar respuestas educativas efectivas ante el cierre de centros escolares por la emergencia sanitaria”. Sabemos que no es más que otro documento que pretende invadir la soberanía de países como el nuestro. Pero más allá de la intención del informe y de quiénes están detrás (y se favorecen de esto), lo que podemos obtener aquí es, entre otras cosas, que en la Argentina, de lo que va del año con aislamiento preventivo y sin presencialidad es que: El Estado se propuso “proporcionar materiales y recursos en línea” (pág. 21) y que menos del 30% de los estudiantes cuentan con una “plataforma eficaz de apoyo al aprendizaje en línea” (pág. 42). Este último dato no es menor, teniendo en cuenta que la Argentina ha sido pionera en Sudamérica en implementar el Modelo 1 a 1 para entregar computadoras tanto a estudiantes como a docentes y en instituciones educativas con alcance federal a partir del 2010. El Programa Conectar Igualdad sería el nombre que incluiría, además, capacitación tecnológica de docentes, implementación de plataformas digitales, conexión a internet en las escuelas y recursos para llevar adelante esta ambiciosa política pública.

Cabe destacar que los “modelos 1 a 1”, que supuestamente facilitarían el acceso a la tecnología y al conocimiento digital, permitieron no sólo el ingreso de la computadora a la escuela sino que también significó siempre un gran retorno para las empresas de tecnología, como se puede mencionar a las primeras IBM en las escuelas norteamericanas en los ´90. Portátiles EXO serían distribuidas por millones a estudiantes, docentes e instituciones educativas en la Argentina a partir del 2010. Esto se verá interrumpido en 2015 cuando Mauricio Macri comience su presidencia suplantando el Plan Concectar Igualdad por el Plan Aprender Conectados, lo cual, entre otras cosas, interrumpiría la distribución y todo lo que esto conllevaba.

Durante la pandemia, lamentablemente, estamos asistiendo a una situación muy particular en donde un sistema educativo desfinanciado y dejado a su suerte está impidiendo que estudiantes de todas las edades no estén pudiendo dar continuidad a su educación. Esta situación particular e inesperada que el aislamiento preventivo llevó a que no haya dictado de clases presenciales en todos los niveles, llevó a echar mano a lo que se pudiera para dar continuidad a la educación. Si tenemos en cuenta que el acceso a la educación como derecho no está siendo cumplido como tal, no podemos pensar que en una situación como en la pandemia sea diferente. De hecho, un estudio reciente realizado por la Universidad Di Tella, publicado por Infobae, menciona que en un 85% se utiliza WhatsApp como método para realizar el intercambio docente-estudiante. Según menciona el estudio, la razón de esta opción es que esta aplicación puede funcionar con datos del teléfono y no necesariamente internet. Teniendo en cuenta que la Argentina ha desarrollado plataformas digitales, ha capacitado docentes en el uso de recursos digitales desde 2010, como mínimo, parece una burla que como docentes optemos por usar WhatsApp en vez de recursos más sofisticados para dar nuestras clases. Aquí entra en el debate que para garantizar la educación, no sólo hace falta que la misma sea gratuita, ni tampoco que esté asegurado el acceso a recursos digitales, sino, también, a servicios tales como internet para docentes y para estudiantes. Esta cuestión fue planteada tímidamente para obligar a las empresas de servicio de telefonía que liberen datos para páginas educativas. Ni hablar de que haya servicio de internet de alta velocidad gratuito en los barrios populares. Menos aún de que haya acceso gratuito a computadoras para dar continuidad a la educación.

Como si fuera poco, “el informe da cuenta de la bajísima incidencia de los materiales y plataformas que lanzaron los gobiernos. Menos de un tercio de las escuelas desfavorables usa los cuadernillos y tan sólo el 2% se conecta a través de plataformas educativas oficiales. En las escuelas favorables, es todavía menor”.

Además, la directora del estudio, Claudia Romero, también menciona que de la indagación que se realizó en escuelas tanto públicas como privadas en el área del AMBA se desprende que ya se puede ver un desgranamiento en la población estudiantil y que ese desgranamiento tendrá continuidad a la hora de volver a clases.

¿Qué pasa con la tarea docente?

Hasta ahora sólo venimos hablando del ideal pansófico de Comenio, que sólo habla del “educando” y que pareciera poco probable que se lleve a cabo producto de los límites del capitalismo a casi 400 años de estas ideas. Estos límites se ven, como ya dijimos, porque el capitalismo siempre va privilegiar a las ganancias de unos pocos, poco le va a importar que la mayoría no acceda a algún grupo de derechos. El acceso de derechos de la gran mayoría implica la pérdida de privilegios de la una pequeña minoría. ¿Entonces porqué le importaría al estado burgués mejorar la situación laboral de la docencia? Lo vemos reflejado en varios aspectos: en el acta a través de la cual se regula el teletrabajo docente no hubo ninguna mejora a la tarea docente en aspecto alguno y salió sólo con el apoyo de los oficialistas de CTERA; también vimos cómo se opta el pago de la deuda a cumplir con un acuerdo paritario con aumento del salario docente como sucedió en Pcia. de Bs. As. en febrero pasado; vimos cómo tanto en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, como en la Provincia de Bs. As. pagaron en cómodas cuotas el aguinaldo docente y meses antes habiendo intentado pagarnos el sueldo en dos partes; y luego el gobierno de Rodríguez Larreta congela los aumentos salariales de los docentes que estaban acordados para julio. Como si fuera poco, el Ministerio de Educación de la Ciudad mete de prepo a un perfil bajo el nombre de María Pitton en todas las aulas del campus que los terciarios.

Que la deuda y la pandemia la paguen los capitalistas

Como venimos diciendo, no pareciera haber dudas de que la educación debería ser considerada un derecho inalienable para todas las personas. Laica y de calidad. Lo podemos ver en la palabrería de instituciones multilaterales y proburguesas como el Banco Mundial, la UNESCO o las Naciones Unidas. Todas estas entidades se encargan utilizar eufemismos y desviar la mirada cuando hablan del tema y de cómo debería ser en los distintos niveles educativos, quitándole contenido al derecho de por sí y dándole lugar a la desigualdad a través, por ejemplo, del arancelamiento. Pero si pensamos en la pandemia que estamos padeciendo a nivel mundial, este debate pareciera quedar al descubierto en el sentido de que en el capitalismo tanto el acceso a la educación como el acceso a la tecnología no estuvieron nunca ni están ahora ni cerca de tener un amplio alcance. Ni hablar de que toda la población pueda acceder a estos derechos ni a otros en un sistema en donde se mercantiliza hasta el aire en pos de mejorar las ganancias de unos pocos grupos empresarios.

Argentina, que no es la excepción, el saber es una mercancía, y esto tiene como consecuencia, además de grandes ganancias para algunos pocos, el impedimento para que un gran porcentaje de la población acceda a educación alguna. El corrimiento del estado burgués en Argentina viene haciendo estragos en la educación pública. Este corrimiento viene dándose lugar desde 1950 cuando se comienza a transformar a los Consejos Escolares de la Pcia. de Buenos Aires en centros administrativos locales. Este sería el antecedente para leyes de descentralización financiera como la 17.878 del ´68 y tiene como consecuencia el creciente debilitamiento de la educación pública en todo el territorio argentino. Esto beneficiará, junto a otras leyes, que el mercado educativo le vaya ganando terreno al oferta pública y estatal. Otra de las cuestiones que beneficiará a la educación privada en detrimento del derecho al acceso a una educación para todas las personas tiene que ver con el largo debate que en Argentina se llamó “laica o libre”. En resumidas cuentas, la educación confesional, más que nada en manos del catolicismo, se abrió camino a través de la oferta privada, pero con la particularidad de que logra, a través de sus influencias, enormes sumas en subsidios estatales. Si queremos señalar a algún choriplanero, tenemos a la Iglesia Católica como la choriplanera más grande del país, ganándole a entidades como Techint o la tan mencionada Vicentín. Ni siquiera en plena pandemia se abandonan los privilegios de los que más tienen en pos de la mayoría. No son capaces ni siquiera de abrir contenidos digitales para que puedan ser accedidos desde cualquier celular. No son capaces ni siquiera de liberar productos tecnológicos para repartirlos entre la población, mientras mueren decenas de personas por día, otras miles se contagian de COVD-19 y otras tantas padecen las penurias económicas de no poder trabajar por el aislamiento, mientras las empresas siguen enriqueciéndose y favoreciéndose de este contexto.

De esta manera no sólo propulsamos que la educación sea pública y de calidad, sino que los recursos tecnológicos estén al servicio del pueblo trabajador. Tanto computadoras como conexión a internet. Además, como hemos señalado cientos de veces, que finalice el subsidio a escuelas confesionales. Todo esto garantizará un real acceso irrestricto a la educación, junto a una mejora del financiamiento a la educación, total reacondicionamiento de los edificios educativos y mejora salarial a todo el personal en educación.

Que la deuda y las consecuencias de la pandemia la paguen los capitalistas. Basta de descargar sobre lxs trabajadores los abusos capitalistas. (LID) Por Guillermo Fossa / Profesor de nivel terciario

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