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Longobardi y las tentaciones autoritarias de la derecha

El periodista de Radio Mitre, Marcelo Longobardi, afirmó en un pase de programa junto a Jorge Lanata que "los niveles de pobreza en la Argentina son estrafalarios y hacen cortocircuito con el funcionamiento de una democracia plena. La democracia no es para cualquier país, requiere de estándares de bienestar económico, de igualdad de oportunidades y de falta de griterío, una serie de cuestiones que no están dadas hoy en la Argentina. Algún día, lamentablemente, tendremos una sorpresa, porque vamos a tener que formatear a la Argentina de un modo más autoritario para poder manejar semejante descalabro".

23 de abril de 2021

La polémica generada obligó a Longobardi a retractarse, para lo cual cambió el ángulo, diciendo que la democracia estaría en peligro por el "populismo". "No hay nada más ridículo que intentar sofocar un golpe imaginario. Lo hemos visto muchas veces en el mundo, en Venezuela se sofocan constantemente golpes inexistentes", sostuvo para continuar diciendo que "Argentina no está ajena al proceso global de degradación institucional" que se vive en parte del mundo, según Longobardi. Y recurrió a las relaciones del gobierno de Alberto Fernández para fundamentar sus dichos: "Nuestra política exterior nos ofrece un primer ejemplo elocuente respecto del tema. Rusia, China y Venezuela son los países cercanos Argentina".

Longobardi es un personaje menor, que ha sabido entrevistar con un respeto cuasi marcial al genocida Emilio Massera -junto a Daniel Hadad-, y que proclama el ideario derechista del "republicanismo" como credo. Pero en este caso el personaje no importa tanto como el síntoma de una derecha que usa las palabras del periodista como globo de ensayo para poner en el horizonte la idea de una salida de fuerza contra el pueblo frente a la crisis.

"La democracia que es oligarquía"

Las palabras de Longobardi dejan ver como concibe la democracia la derecha argentina. La pobreza la haría un imposible. El periodista no se tomó el trabajo de aclarar que quiso decir. Así que podemos deducir dos razones. Una, asociada a que la democracia solo puede ser viable en ciertos estándares de vida y la otra que la pobreza extrema plantea el temor al estallido social y, en ese caso, el orden debe imponerse por sobre las libertades públicas.

El republicanismo criollo tiene su origen en el ideario mitrista que representaba a la burguesía ligada al comercio y la oligarquía porteña, que impuso a sangre y fuego el dominio del puerto de Buenos Aires al conjunto del país. Como señalaba Juan Baustista Alberdi sobre el mitrismo: “Ellos quieren reemplazar a los caudillos de poncho por los caudillos de frac; la democracia semibárbara, que despedaza las constituciones a latigazos, por la democracia semi-civilizada, que despedaza las constituciones con cañones rayados… para reconstruirlas más bonitas; la democracia de las multitudes de las campañas, por la democracia del pueblo notable y decente de las ciudades; es decir, las mayorías por las minorías populares; la democracia que es democracia, por la democracia que es oligarquía”.

Domingo Faustino Sarmiento supo criticar el contenido del ideario liberal mitrista como una democracia de “los bancos y las vacas”, donde "una aristocracia con olor a bosta de vaca gobernaba la república". Señalaba así que el capital financiero británico y los terratenientes eran el verdadero poder tras la fachada democrática. En términos marxistas quienes ejercían la dictadura del capital a la cual respondían las instituciones democráticas.

Para la derecha "republicanista" argentina, la democracia es un privilegio de las élites y no el derecho del pueblo a ejercer su soberanía mediante el voto y la participación activa en la vida política. En su lógica son los pobres los que amenazan a la democracia y no las políticas capitalistas que la producen lo que hace imposible el pleno ejercicio de la democracia.

Democracia de la pobreza

La restauración de la democracia burguesa en 1983 surgió de la derrota de la dictadura genocida por la movilización popular. Sin embargo, los partidos "democráticos" que habían colaborado con la dictadura -como la UCR y el PJ- actuaron como representantes de los grandes grupos económicos que habían surgido tras el genocidio como los dueños del país y sometidos a la expoliación imperialista a través del saqueo de la deuda externa y los mandatos del FMI.

Grupos económicos, gobiernos patronales y deuda externa, son el combo que provocó la pobreza extrema y la degradación de las condiciones de vida del pueblo pobre y trabajador en las explosiones sociales de 1989 y 2001. El kirchnerismo, que se jactó de protagonizar una década ganada donde los empresarios la levantaban en pala, según las palabras de la propia CFK, mantuvo una pobreza estructural de 4 millones de personas. Fue el kirchnerismo en manos de Axel Kicillof quien inició el ciclo de retorno al mercado financiero internacional acordando con el Club de París. Proceso que el gobierno de Mauricio Macri convirtió en una fuente de financiamiento de fuga de capitales y destruyendo el nivel de vida de los trabajadores y el pueblo.

El actual gobierno del Frente de Todos ha hecho de la defensa de los intereses empresarios y la negociación de la deuda externa con el FMI un credo que, como consecuencia, en medio de la crisis pandémica, agrava la situación sanitaria, desfinancia el presupuesto de salud, suspende la ayuda económica a quienes las restricciones dejan sin ingresos, entre otras cosas. Sean liberales o "nacional-populares", el combo de empresarios, imperialismo y gobiernos genera el empobrecimiento general de la población, la crisis sanitaria y la pobreza del 6 de cada 10 pibes y del 43% de la población.

Democracia lamebotas

El arrepentimiento de Longobardi apela al recurso de querer aplastar "golpes imaginarios" como en Venezuela. El nivel de hipocresía y felpudismo proimperialista de esta definición es insultante. En Venezuela el imperialismo norteamericano intento dar un golpe de estado contra al gobierno de Nicolas Maduro erigiendo el gobierno paralelo de Juan Guadió en el 2019. No solo eso, sino que el imperialismo alentó el golpe judicial contra Dilma Rousseff en el 2016 y el golpe de estado cívico-militar contra el gobierno de Evo Morales en noviembre del 2019. El gobierno de Mauricio Macri y la derecha argentina que Longobardi añora, se apresuró en reconocer a todos los gobiernos golpistas de la región.

Pero aún más. Para el periodista las relaciones con países que entran en contradicción con los intereses del imperialismo norteamericano también serían una forma de degradación democrática. Es decir, que el establecimiento de relaciones por fuera de los intereses imperialistas, derecho de cualquier estado soberano, está reñido con su principio de la democracia. Sin embargo, que la política de Alberto Fernández no esté reñida con Washington tal como lo hicieron saber Craig Faller del Comando Sur y Juan González asesor de Joe Biden, en sus respectivas visitas al gobierno argentino, poco importa para la construcción derechista de combatir el peligro autoritario del "populismo" con el correctivo autoritario del republicanismo.

Crisis de la democracia

Develada la intención ideológica de la derecha podemos pensar la segunda razón de la advertencia de Longobardi: el temor creciente a un estallido social y la rebelión de los trabajadores. No es casual que el fantasma del autoritarismo sea agitado cuando la lucha de clases ocupa cada vez más el centro de la escena.

Longobardi y toda la prensa burguesa están llamando a poner fin a los piquetes del personal de la salud que cortan los accesos a Vaca Muerta poniendo en riesgo la producción petrolera. Les trabajadores de la salud neuquinos han despertado una enorme solidaridad entre el resto de la clase trabajadora, los pobladores y particularmente la comunidad mapuche. El estallido de una pueblada si intentaran desalojar los piquetes no es un fantasma sino una posibilidad latente. La victoria de les trabajadores y el pueblo neuquino abriría un torrente de simpatía e impactaría en la conciencia de millones que pueden arribar a la conclusión de que, desde arriba, tal como habían prometido Alberto y CFK, nada se le está dando al pueblo.

El conflicto por la presencialidad en la Ciudad de Buenos Aires deja al desnudo varias cosas. Por un lado, la pasmosa debilidad del gobierno nacional que se enfrenta a la rebelión del jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, obligando a judicializar el conflicto superestructural para que sea la Corte Suprema la que juegue el papel de árbitro en la disputa. Demás está decir que a Larreta no le interesan los chicos a quienes retaceó la comida durante el 2020 y la conectividad, ni los docentes a quienes con su ministra Soledad Acuña acusa de los males de la educación, ni la escuela pública la cual junto al macrismo destruyo sistemáticamente. Como tampoco la política de no presencialidad del gobierno, atada a su plan vector de subordinarse al FMI, no aporta ni conectividad, ni vacunas, ni recursos para garantizar las necesidades de los pibes y la comunidad educativa y de conjunto esta movida para mantener la ganancia empresarial sin afectar la actividad económica.

En el conflicto se coló una fuerza inesperada que es la de los docentes quienes vienen de protagonizar una huelga extraordinaria y asambleas en Ademys de más de mil compañeres, impulsando su propia agenda. La burocracia kirchnerista de los sindicatos docentes mayoritarios han sido empujados a la lucha por les docentes. Mientras que el resto de las direcciones sindicales kirchneristas de CABA, como Bancarios, Subte, ATE o FOETRA, no han movido un dedo ni convocado a una acción de solidaridad con les docentes. De menor intensidad que aquello que ocurre en Neuquén y sin la radicalización de ese combate, expresa una tendencia a la intervención de la lucha de clases.

Es la emergencia de la lucha de clases y la tendencia incipiente a la intervención de sectores de les trabajadores y el pueblo lo que pone en cuestión la estabilidad democrática y preocupa a la derecha. Mientras que la progresía "nacional-popular" critica al republicanismo por el formalismo democrático, y alega el contenido social de la democracia, el gobierno de Alberto Fernández ensaya la respuesta represiva para favorecer a los exportadores, como hizo con los trabajadores portuarios, en lugar de dar lugar a sus demandas.

Mientras el kirchnerismo y la progresía se indignan ante los dichos de Longobardi, hacen la vista gorda a las crecientes luchas y movilizaciones sociales. Una contradicción insalvable porque el desarrollo de estas es la condición para derrotar todo intento autoritario contra el pueblo. La lucha de clases, establece su legitimidad en el intento de los explotados y oprimidos de no sucumbir aún más ante la crisis capitalista. Sus métodos de lucha han conseguido estatus legal a fuerza de movilizaciones históricas. Son derechos y libertades conquistadas que se vuelven incompatibles con el régimen político de la burguesía cuando se transforman en insurgencia abierta, que al desarrollarse va creando nuevas instituciones de la soberanía popular. (LID) Por Facundo Aguirre

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