La interna de los muchachos peronistas que truncó la caravana de los muchachos de Scaloni

Seguramente la deplorable (y violenta) imagen que, en noviembre de 2020, dejó la “organización” del funeral de Diego Armando Maradona en la Casa Rosada, condicionó al Gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner para abordar como un “asunto de Estado” las celebraciones de la obtención de la Copa del Mundo en Qatar por parte del seleccionado nacional de fútbol masculino. Algo que cobró características históricas (a nivel deportivo y social) este martes en las calles del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), donde cinco millones de hinchas salieron a festejar y esperar ver a la “scaloneta”.

Si bien no es fácil mensurar cuánta ansiedad y deseo poblaron las mentes de los máximos referentes del Frente de Todos por conseguir “la foto” junto a Messi, Scaloni, la Copa y compañía en la Casa de Gobierno, lo cierto es que hicieron de todo para lograrlo. O casi todo, visto el resultado trunco de la caravana, que no llegó a completar gran parte del recorrido originalmente anunciado para que la Selección compartiera su alegría con la mayor cantidad de gente posible en las calles.

Si algo se sabía de antemano es que el plantel regresaría al país apenas terminado el Mundial. Y que los jugadores iban a querer tener algún contacto con la gente, más aún si se ganaba la Copa. ¿No se podía planificar un recibimiento a la altura de las circunstancias? Sí, claro. Pero no se pudo y no se quiso.

Nadie pudo explicar aún por qué se tardó un día y medio en decretar feriado para el martes, cuando desde antes de la final en el Lusail Stadium se sabía con bastante precisión cuál sería el itinerario del regreso desde Qatar. Tal vez la negativa anticipada de la mayoría de los jugadores a fotografiarse con políticos (incluso esquivaron a Macri en Qatar) fue un factor determinante para las indefiniciones.

Lo cierto es que de los cinco millones de personas que poblaron las calles del AMBA (muchas llegadas desde más lejos incluso) sólo una pequeña porción pudo concretar su deseo de ver al menos unos segundos a Messi, De Paul, los Martínez, el Papu, Otamendi, Scaloni, el resto de los muchachos y, obviamente, la Copa. Y no alcanza con decir ahora que la gente “disfrutó igual” pese al fracaso de ver a sus ídolos. La fiesta podía ser completa, pero la mayoría se quedó sin la torta.

Fue responsabilidad del Estado que la gran mayoría de esa marea humana no pudiera saludar cara a cara a los héroes de la pelota, fuera frente a un balcón en Plaza de Mayo, en un escenario montado en el Obelisco o en el mismo predio de Ezeiza. A través de sus áreas de Deportes (where is Lammens?) y de Seguridad (se comprueba que sólo están para reprimir y no para organizar nada bueno) el Gobierno (como sus antecesores) demostró una vez más su desprecio por las manifestaciones populares que no le dan rédito político.

Ante la evidencia de los hechos, los malabares retóricos para salir del paso son bizarros. Este miércoles, Alberto Fernández dijo ante la pregunta de Reynaldo Sietecase en Radio con Vos: “Hay muchas especulaciones, pero yo soy un futbolero consumado y, la verdad, veo las cosas de otra manera. Sabía que los jugadores tenían un nivel de agotamiento muy grande y querían que la celebración sea relativamente breve. Yo lo único que les hice saber a las autoridades de la AFA es que si ellos querían venir a la Casa de Gobierno, la tenían a su disposición. Ellos eligieron otra cosa y es muy respetable”. Poco serio.

Párrafo aparte merece la oposición de derecha. Tal como los gatos huyen del manguerazo, todo lo que sea expresión popular masiva en las calles los repele y las da retortijones. Para muestra, basta el botón mayor. Mauricio Macri fue a todos los partidos de la selección en Qatar, se pasó un mes entero allí como titular de la Fundación FIFA (¿haciendo?) y ahora se tomaría un mes y medio de “vacaciones” en Villa La Angostura. Eso sí, para él decretar feriado el martes (donde millones de personas pudieron expresar su alegría en las calles) fue “una decisión poco feliz”.

Goles en contra

A esta altura, con recorrer un poco Twitter, escuchar al Presidente y leer los off the record de funcionarios alineados con las diversas alas del peronismo gobernante, alcanza para armar parte de la secuencia que hoy ya adquiere la categoría de papelón.

La madrugada del martes, apenas Messi, Scaloni y compañía pisaron el último peldaño de la escalera del avión que los depositó en suelo argentino, el titular de la AFA Claudio “Chiqui” Tapia se encargó de hacerle una “barrera” a varios funcionarios nacionales que esperaban para sellar con un abrazo la bienvenida oficial al seleccionado.

La cintura del fanático de Barracas Central alcanzó para que el ministro de Interior Wado de Pedro, la titular de Migraciones Florencia Carignano, el director general de Aduanas Guillermo Michel y el jefe de la PSA José Glinsky no lograran capturar esa foto tan esperada en la Rosada.

De Pedro es referente de La Cámpora, agrupación que banca a Tapia. Por eso varios interpretaron el desaire del titular de AFA al ministro no como un mensaje a los muchachos kirchneristas sino más bien como un tiro por elevación para Alberto, responsable máximo de esa delegación oficial y con quien mantiene una mala relación desde hace años.

Vale recordar que cuando en 2017 se discutía quién sería el sucesor de Armando Pérez al frente de la entidad deportiva (y financiera), Tapia logró agrupar tras de sí a varios pesos pesados, desde Hugo Moyano (su suegro) hasta el macrista Daniel Angelici. Frente a él estaba Marcelo Tinelli, apoyado entre otros por el entonces diputado Sergio Massa y su aliado Alberto Fernández.

A su vez Tapia siempre creyó que el Presidente fue partidario de “una movida destituyente” contra él por parte de varios dirigentes que no lo apoyan, como los presidentes de Argentinos Juniors (el club de sus amores) y Defensores de Belgrano.

La distante relación entre Tapia y Fernández se combina con la estrecha relación entre “Chiqui” y La Cámpora, la fracción del Frente de Todos liderada por Máximo Kirchner que se jacta públicamente de “no estar de acuerdo” en casi nada con Alberto (el presidente nombrado por Cristina). Y aparece un nombre al que muchos califican de “monje negro” que maneja los hilos de ese vínculo político: Santiago Carreras.

Carreras es el actual director de Relaciones Institucionales de YPF . Además de senador camporista de la Provincia de Buenos Aires, fue aliado del empresario-sindicalista Víctor Santa María en la política interna de Boca Juniors y más que aliado del detenido CEO de TyC Sports Alejandro Burzaco en tiempos de Fútbol Para Todos. Su vínculo con Tapia es tan estrecho que logró que la petrolera estatal sea “sponsor oficial” de la Selección y que Messi sea el rostro más famoso de las publicidades de la compañía.

Messi, Carreras y Tapia en 2020

Entre fines de noviembre y esta semana, Carreras estuvo casi un mes en Qatar. Como Macri. No sólo miró los partidos de la Selección sino que fue el “coordinador” de la delegación de las socias y los socios de Servi Club que ganaron el viaje y la estadía para ver el Mundial. En sus redes sociales no faltan, por supuesto, las alabanzas a la AFA.

La marca de la gorra
Si algo faltaba para marcar el ritmo de la interna oficialista, colado entre la multitud que acompañaba al micro de la Selección por la Autopista Ricchieri apareció Sergio Berni. El encubridor de desapariciones forzadas y represiones (como la de la cancha de Gimnasia) venía muy callado en medio del escándalo por las desapariciones de Lucas Escalante (26) y Lautaro Morello (18) en Florencio Varela.

Al primero de los jóvenes lo siguen buscando y el cuerpo del segundo fue hallado una semana después semicalcinado en un descampado de Guernica. Hasta el momento los sospechosos son el hijo y el sobrino de Francisco Centurión, comisario mayor de la Policía Bonaerense y hasta no hace mucho titular de la Delegación de Investigaciones del Tráfico de Drogas Ilícitas y Crimen Organizado de Quilmes.

Con el caso pasado a segundo plano, este martes Berni encontró la oportunidad de meter una nueva cuña en su propia interna con su examigo Aníbal Fernández. Y qué mejor para eso que hable en su favor Tapia, tuiteando desde arriba del micro descapotable minutos antes de dar por abortada la caravana y depositar a los jugadores en varios helicópteros para llevarlos nuevamente al predio de AFA en Ezeiza.

A las 15:53 Tapia publicó: “No nos dejan llegar a saludar a toda la gente que estaba en el Obelisco, los mismos organismos de Seguridad que nos escoltaban, no nos permiten avanzar”. Se refería a la Policía Federal y otras fuerzas que actúan a las órdenes de Aníbal. A las 16:22 agregó: “Agradecemos a la provincia de Buenos Aires, encabezada por su ministro de seguridad Sergio Berni, que fue el único que acompañó durante toda la recorrida hasta la entrada a la capital sin registrar ningún incidente”.

Aníbal no tardó en responder. El ministro de Seguridad nacional dijo que en territorio bonaerense la caravana avanzó “unos pocos kilometros” en varias horas y que los helicópteros que permitieron a los jugadores salir de la trampa y sobrevolar la Ciudad de Buenos Aires para ver a la multitud eran de la Federal y de la Prefectura Naval, es decir de su ministerio.

Luego, la vocera presidencial Gabriela Cerruti agregaría que el gobierno nacional hizo todo lo que debía hacer y fustigó a “quienes aún hoy, en medio de tanta historia haciéndose presente, trataron de sembrar divisiones y desánimo”.

Fuera de juego

En la entrevista con Sietecase, Alberto respondió sobre la acusación de Tapia a los “organismos de seguridad” que no dejaron a la “scaloneta” cumplir su objetivo de llegar al Obelisco. Eludiendo la confrontación, dijo que él “no descalifica a nadie” y que seguro “ayer todos habrán puesto su mejor buena voluntad”.

Sobre el fracaso del operativo, agregó que “todo depende de cómo se mire. Si uno mira que no pudieron llegar a la Autopista 25 de Mayo para saludar desde ahí a la multitud que había en la 9 de Julio, puede ser una frustración para la AFA y la Selección. Pero si uno mira la alegría que hubo en las calles, el objetivo estuvo cumplido. El operativo se desarrolló de acuerdo a lo que pidió la AFA”.

“Las elucubraciones que se hacen me parece que no conducen a mucho”, dijo un Presidente que por estas horas parece sólo querer hablar de fútbol. Pero no son pocos los analistas (desde periodistas a politólogos) que remarcan un dato tan histórico como político: como nunca antes los protagonistas de un éxito deportivo, y sobre todo futbolístico, deciden festejar con las y los “hinchas” sin tomar contacto con la dirigencia política, al menos con las caras más icónicas que conducen el Estado, especialmente el nacional.

Varios días antes del triunfo de la Selección y del papelón de la caravana trunca, el sociólogo e investigador del Conicet Pablo Alabarces aportaba una idea interesante. Decía en una entrevista del programa “Basta de Verso” de La Izquierda Diario que es falaz “la idea de la cortina de humo, de que un mundial tapa y hace pasar desapercibida cualquier cosa que haga un gobierno. Entender que nuestros pueblos son tontos culturales, que durante un mes les puede pasar cualquier cosa delante de sus narices porque están preocupados viendo un mundial, es de una perspectiva despreciativa de nuestras sociedades”.

Era inevitable que la interna del Frente de Todos, con sus tintes policíacos y decadentes, sumada al hondo sentir antipopular de Juntos por Cambio, se colara en medio del festejo colectivo de las masas por la conquista deportivo-cultural encarnada en un grupo de muchachos con pantalones cortos, botines y una camiseta cargada de múltiples significados. Tan inevitable como la comprobación de que la crisis del régimen político no para de crecer. (LID) Por Daniel Satur