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Crisis económica: ¿por qué faltan dólares en la economía?

El martes por la noche en conferencia de prensa, Miguel Pesce, presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA) anunció un endurecimiento del cepo cambiario. Las mayores restricciones recaerían en el llamado “dólar ahorro”, sobre el que se impondrá una tasa del 35 % extra, elevando su cotización a $ 131.

17 de septiembre de 2020

"Los dólares hacen falta para producir, no para guardar", reforzaba el miércoles Alberto Fernández. Lo mismo había sostenido semanas atrás, Cecilia Todesca, vicejefa de Gabinete: "No podemos seguir gastando dólares en ahorros que van a parar al colchón."

Las pérdidas de reservas del Central que en el año acumulan una caída de u$s 2.327 millones según la consultora pxq, encendieron las alarmas sobre el tipo de cambio. Aunque Pesce negó un endurecimiento del cepo “ahorro”, finalmente impuso un mayor control en las compras minoristas para desalentarlas. Dentro de las explicaciones, se sostiene que ante un escenario de crisis, sin inversiones y la imposibilidad de financiamiento externo; las reservas disponibles del Central –calculadas en $7.000 millones- no pueden seguir financiando la demanda de los pequeños ahorristas. Sólo se cuenta con los dólares provenientes del superávit comercial que irá en detrimento.

Las medidas anunciadas deben entenderse como un sinceramiento oficial sobre un problema recurrente de la economía argentina: la restricción externa. Mientras el seguimiento y análisis sobre el impacto de estas medidas en la economía real, principalmente cuál será el nivel de traslado a precios, son muy relevantes ya que afectarían de lleno a los trabajadores con salarios cada vez más erosionados por la inflación. Una pregunta es crucial: ¿por qué faltan los dólares?

Endeudar y Fugar

Aunque las explicaciones de Miguel Pesce en una entrevista radial hacían foco en los casi “800 millones de dólares mensuales” que se van en dólar ahorro y de ellos “sólo un 25% queda en cuentas bancarias”, no son las compras de los pequeños ahorristas, quienes recurren a la divisa norteamericana como moneda de resguardo de valor por la constante pérdida de poder de compra del peso, las que explican el faltante de dólares.

Estos salen del país en forma de pagos de deuda, remesas de utilidades de empresas a su casa matriz y fuga de capitales. Existe una estrecha ligazón entre el endeudamiento y la fuga. Recordemos que la deuda tuvo un salto en la última dictadura militar, pasando de u$s 8.000 millones en 1976 a u$s 45.000 millones en 1982. Según datos del Banco Mundial el 40 % de la deuda que se contrajo durante ese período financió la fuga de capitales, el 30 % la compra de armamentos e importaciones no declaradas y el restante 30 % fue a pagar intereses de la deuda previa. Además se nacionalizó deuda privada de empresas. Un fallo del juez Ballestero, en base a la investigación de Alejandro Olmos Gaona padre y que luego siguió su hijo, estableció 477 ilícitos en la constitución de la deuda durante la dictadura.

Desde la dictadura a esta parte se pagaron más de u$s 600 mil millones, pero la deuda pública siguió creciendo y en la actualidad alcanza los u$s 323 mil millones. Pagar no resuelve el problema del endeudamiento, sólo perpetúa este mecanismo circular. Durante el Gobierno de Alberto Fernández ya se pagaron u$s 4.500 millones, según la información brindada por el Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero en el Congreso.

Si repasamos qué pasó con la fuga de capitales, en solo 4 años de Gobierno de Macri alcanzó la estrepitosa cifra de u$s 86.200 millones, en pleno auge de la apertura del mercado cambiario y la especulación. Según sostiene un informe del Banco Central, gran parte de esa salida de dólares fueron financiados con endeudamiento externo. Durante el kirchenrismo, entre el año 2007 a 2011 la fuga registrada fue de u$s 93.900 millones. Es una operatoria que no se detiene, de enero a julio de 2020 la cifra ascendió a u$s 1826 millones.

¿Quiénes fugan? Eduardo Basualdo en su libro Endeudar y Fugar, muestra el rol de cincuenta grupos que fugaron capitales al calor de la crisis de 2001 como: Pérez Companc, Telefónica de Argentina, Repsol, Telecom, Nidera, Shell y otros tantos. En este gran saqueo de los bancos jugaron un rol central. Los nombres se repiten si repasamos el listado de las 100 empresas y millonarios que más fugaron bajo el macrismo, publicada por Verbitsky están: Techint, Telefónica, Aluar, Fiat, Arcor. Además, esta fuga no se podría orquestar sin el papel clave de los grandes bancos: HSBC, Galicia, Macro, etc.

También salen dólares porque las empresas multinacionales giran sus ganancias a sus casas matrices. Debido a la estructura atrasada y dependiente de la economía argentina, la importación de piezas para el funcionamiento de la industria constituye otra vía de pérdida de divisas. Dejando a las ventas de los productos mayormente del agro, como la fuente de ingreso de dólares. Aquí subyace una disputa de intereses alrededor del tipo de cambio. Como señala Esteban Mercatante en una reflexión sobre las contradicciones de la estructura económica argentina: “la clase dominante argentina, atada por mil lazos al imperialismo y empeñada en fugar la mayor parte de sus ganancias a paraísos fiscales, no puede más que perpetuar. Solo mediante la más amplia movilización, con un programa para que la crisis la paguen los grandes empresarios, los bancos y los especuladores, y el agropower, será posible cortar el círculo vicioso que nos impone el capitalismo dependiente argentino.”

Terminar con el saqueo de la deuda

Bajo un contexto de crisis internacional desatada por la pandemia, y sin precedentes. Cuyo impacto es sólo comparable con el crack del 1929, según coinciden los analistas internacionales. La economía argentina se encamina a un escenario con mayores contradicciones y desequilibrios. Por el momento son los sectores más vulnerables, los trabajadores y jubilados sobre quienes recae el costo de las medidas adoptadas para combatir el coronavirus.

La respuesta en los “mercados” por las restricciones cambiarias no sorprendió, el dólar blue o “desarmadero” se disparó $14 hasta $145. Una incógnita a tener en cuenta es en definitiva cuál será el traslado a precios, el impacto de “bolsillo”. En un contexto que marca una aceleración en el nivel general de precios que según confirmaba el Indec fue de 2,7 % en agosto. Acumulando un 40, 7 % interanual. No se pueden descartar remarcaciones de supermercadistas y de las industrias formadoras de precios, que erosionarán más a los salarios reales pisados por la crisis.

Ante una gran crisis en marcha en la que se pone en cuestión ¿quién pagará los platos rotos? Se vuelve elemental remarcar que la única vía para poner punto final al saqueo de recursos de la deuda es su desconocimiento soberano. Echar al FMI y sus planes de ajuste. Junto a un plan integral de medidas como la nacionalización de la banca y el monopolio estatal del comercio exterior, para poner fin a la fuga de divisas. Todo esto no podrá llevarse adelante sin la más amplia organización de los trabajadores y los sectores vulnerables. Para realmente invertir las prioridades y poner los recursos en función de las necesidades sociales en un contexto de emergencia social, sanitaria y económica. (LID) Por Guadalupe Bravo

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