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Confirmado: los amigos del poder tienen prioridad, pero los ancianos pueden seguir esperando

Si el escándalo desatado luego de las declaraciones de Horacio Verbitsky, en las que confirmaba haber sido vacunado directamente en el propio Ministerio de Salud gracias a la gestión de “su amigo personal” Ginés González García, había llegado el pasado viernes a cobrarse la renuncia del ministro, este lunes abrió un nuevo capítulo, difícil de cerrar, al publicarse una lista con 70 vacunados vip.

23 de febrero de 2021

El expresidente Eduardo Duhalde, que hizo vacunar a toda su familia e incluso a su secretario privado Carlos Mao, el embajador en Brasil Daniel Scioli, el exdiputado Lorenzo Pepe o el exintendente de Tres de Febrero Hugo Curto, pasando por Carlos Zaninni o Jorge Taiana.

Funcionarios, empresarios, políticos: esta primera lista, que el Gobierno se vio obligado a difundir, es una foto de lo que es visto como una verdadera estafa por millones de trabajadores y jubilados que vienen esperando hace meses poder salir a la calle y evitar contagiar o ser contagiados.

Es que desde el comienzo de la pandemia el Gobierno desarrolló una importante campaña para intentar mostrarse como garante de la salud de millones. “Nos salvamos entre todos”, repitieron durante todo el año. Parece que entre todos, algunos vienen con coronita y privilegios.

El rápido despegue de Fernández de quién hasta entonces era uno de sus ministros mas valorados, no alcanzó para enfriar las cosas. La lista difundida este lunes deja más que dudas sobre si verdaderamente el conjunto del Gobierno desconocía la existencia de favoritismos a la hora de acelerar el proceso de vacunación entre algunos privilegiados.

Sin ir más lejos, mientras escribimos estas líneas nuevas versiones darían cuenta de otros personajes que habrían recibido el mismo trato diferencial.

Pero la estafa también se convierte en bronca, cuando fue el mismo Gobierno el que mantuvo en la primera línea a miles de trabajadores de la salud con equipamiento muchas veces insuficiente y sueldos miserables a pesar de todo el sacrificio. Se trata del mismo Gobierno que, junto con la oposición de Juntos por el Cambio, comienza a abrir las escuelas mientras son las y los docentes los que todavía no recibieron la vacuna, con el potencial riesgo de seguir enfermándose y propagar el virus entre las familias.

Contabilizados ya más de 51.000 fallecidos, parece lógico preguntarse ¿qué hace más esencial a Eduardo Duhalde, que este año llegó a hablar de un posible golpe de Estado, que a un enfermero o a cualquier abuelo que sigue sin poder ver a sus nietos? ¿Qué motiva que el poderoso empresario Florencio Aldrey Iglesias haya recibido su dosis y no ese abuelo que dijo en algún canal de televisión "me quiero vacunar, tengo ganas de vivir"?

La publicación por estas horas de este listado de parte del Gobierno, con la flamante ministra Carla Vizzotti a la cabeza, es parte de un intento por mostrar transparencia ante la crisis política en curso. Pero ésta tiene patas cortas y no sólo porque funcionarios a su cargo fueron parte de los beneficiados. Se trata de una práctica que, como vienen mostrando repetidas denuncias, se viene dando a nivel provincial y municipal, como en Santa Cruz o en la provincia de Buenos Aires.

La misma Ciudad de Buenos Aires gobernada por Horacio Rodríguez Larreta también era noticia ayer, cuando se conocía que los dirigentes de Sutecba, Amadeo Genta y su hijo, ya fueron vacunados mientras en la ciudad miles de trabajadores de la salud aún no pudieron acceder y este mismo lunes generaron indignación las imágenes que mostraban a decenas de abuelos bajo la lluvia a la espera de ser vacunados.

Es la práctica habitual de una verdadera casta política, donde Gobierno y oposición sacan tajada, con verdadero desprecio por la vida de trabajadores y jubilados.

Es en este sentido que, como viene planteando el Frente de Izquierda Unidad, es indispensable la liberación total de las patentes, junto con la centralización del sistema de salud, incluyendo a los laboratorios, para contar con una producción propia a la altura de las necesidades urgentes de vacunar masivamente a toda la población. Proceso que debería ser controlado por los propios trabajadores de la salud, para que exista un verdadero registro, sin privilegios, de quienes acceden hoy a vacunarse. (LID) Por Diego Iung

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