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Se va el 2020: ganadores y perdedores de un año cargado de tensiones

El año 2020 es, desde el punto de vista de la economía, un año que muchos quisieran olvidar. La crisis, profundizada por la pandemia y las respuestas insuficientes que se dieron desde los Estados, no impidieron que millones de familias trabajadoras caigan en la pobreza, pierdan empleos e ingresos.

18 de diciembre de 2020

Sin embargo, hay otros que nunca quisieran olvidar este 2020. Porque hicieron fortunas, porque pudieron imponer cambios en sus empresas con la excusa de la pandemia, porque tuvieron nuevas oportunidades de negocios.

Hacemos a continuación un repaso por algunos de los aspectos más destacados, en materia económica, del balance que nos deja este 2020 repleto de contrastes.

Ganadores
Si bien en todo el mundo, a raíz del confinamiento y la pandemia del covid-19 hay sectores que ganaron sin excepción, como las empresas tecnológicas o las farmacéuticas y laboratorios, y otros que tuvieron serios problemas como el turismo y la hotelería, en Argentina hay una particularidad adicional: el problema de la deuda, que para otros ha sido enorme oportunidad de negocios.

Así, en primer lugar, destacan los bonistas externos como BlackRock, Greylock o Fintech, que lograron una reestructuración muy favorable de la deuda del Gobierno argentino, en plena pandemia mundial. Si bien el acuerdo consistió en una considerable reducción de la tasa de interés, la quita de capital fue prácticamente nula y tasa de interés acordada es una alta en términos internacionales. Entre la primera oferta realizada por Guzmán en abril y la última, se les concedió un incremento del retorno de 17 mil millones de dólares. Al mismo tiempo, el gobierno de Fernández continuó pagando más de 5 mil millones de dólares en intereses de deuda mientras negociaba. Toda la economía se orientó, desde la Ley de Solidaridad en diciembre de 2019, a mantener sus negocios.

Pero además, a los bonistas y especuladores el gobierno les garantizó la salida de bonos en pesos a dólares, con tasas astronómicas que alcanzan actualmente a una tasa de interés implícita en dólares de 16%. Y se les concedió una paritaria que ningún otro sector tuvo: una devaluación persistente del dólar por encima de la inflación.

En segundo lugar, debe mencionarse entre los ganadores a las grandes empresas locales y extranjeras que operan en el país. Con el inicio del ASPO gozaron de una reducción a las contribuciones patronales, y el pago de la mitad de los salarios de sus empleados a quienes accedieran al programa ATP. Con la renegociación de la deuda con privados mejoró su posición en el mercado, al mismo tiempo que el propio ministro de Economía reconoció que con las ventajosas tasas de interés internas aprovecharon a financiarse en peos para pasarse a dólares y alimentar la fuga de capitales por distintas vías. Todo, a costa de las reservas escasas del Banco Central.

Como reseña Mónica Arancibia en esta nota en el top 10 figuran Paolo Rocca y Marcos Galperín. Estando entre los 500 más ricos del mundo de acuerdo a Bloomberg, el dueño de Techint logró un aumento de su riqueza en lo que va del 2020 de U$S 218 millones. En tanto, el creador de Mercado Libre aumentó su patrimonio en U$S 3.500 millones. Todo ello, sin olvidar que en Techint se despidieron 1.400 trabajadores mientras regía una ley que prohibía despidos, y que en el Congreso se aprobó, con el impulso del Ejecutivo y de la oposición, una ley de economía del conocimiento, que le otorgó más beneficios como rebajas de impuesto a las ganancias y las contribuciones.

También entre los principales ganadores sin duda se incluye a los bancos privados. Único sector al cual nunca le cae ni un incremento de impuestos, ni siquiera en la ley de solidaridad, ni en el "aporte extraordinario y solidario a las fortunas" de Máximo Kirchner y Carlos Heller, aprobado recientemente en el Congreso., Los bancos privados ganaron entre enero y septiembre U$S 121.327 millones. Es decir, $ 450 millones por día.

La industria farmacéutica, entre quienes se cuenta al magnate Hugo Sigman dueño de la empresa que producirá la vacuna Aztrazeneca en el país, en el primer semestre del año tuvieron una facturación total de $ 147.606 millones, según publicó el Indec.

Y también los agroexportadores: se calcula que entre el comienzo de octubre de 2020 y fin de marzo de 2021 inclusive, se exporten a los valores FOB actuales, U$S 11.275 millones, entre trigo, maíz, harina y aceite de soja, según informó la Bolsa de Comercio de Rosario. El sector fue beneficiado con la reducción temporal de las retenciones a la soja y la aprobación del trigo transgénico, así como de la persistente depreciación del peso.

Perdedores
¿Se acuerdan de los jubilados haciendo fila a menos de 15 días de iniciado el aislamiento, para poder cobrar su jubilación porque de eso dependen para vivir? Esos jubilados, principales grupos de riesgo, a los que Alejandro Vanoli, anterior titular de la Anses, les echó la culpa porque “acostumbran agolparse y hacer cola en el banco”. Después de ese episodio el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, le pidió la renuncia.

Pero ya el golpe fundamental, el que acható la pirámide de jubilaciones, estaba hecho. En marzo el primer aumento por decreto que dio la Anses fue desigual dependiendo el tramo de haberes. Luego se dieron aumentos trimestrales iguales para todos, e inferiores a lo que hubiese dado la movilidad, sobre esa base de una pirámide achatada. En promedio en 2020 el gobierno aumentó un 9 % menos las jubilaciones de lo que hubiese correspondido por movilidad. Se “ahorró” 100 mil millones de pesos.

La pobreza escaló del 40,8 % en 2019 al 44,2 % este año, según publicó el Observatorio de la Deuda Social de la UCA. El 64,1 % de los niños y niñas y adolescentes viven en hogares con ingresos por debajo de la línea de pobreza.

El 49,3% de los hogares registró una reducción en sus ingresos respecto a la situación previa a la pandemia. Un 33,8% de los hogares relevados declaró que se vio en la necesidad de reducir al menos un alimento (carne vacuna, otras carnes, verduras frescas o leche) por razones económicas.

También en cuanto a salario real y pérdida de poder adquisitivo, la medición de septiembre del Indec muestra una caída de 3 % respecto al mismo mes del año pasado, mientras que para los trabajadores del sector público la pérdida fue del 7 %.

En particular para los estatales (a los que, al igual que a los jubilados se los ajusta para bajar el déficit) con la paritaria cerrada este martes, este año la pérdida es de hasta 14,7 % para quienes no recibieron bono, y en mayo de 2021 llegaría a 17,1%. Mientras que para una categoría D0 es entre -2,5% y -6,9%.

Por su parte, cabe mencionar en cuanto al empleo la pérdida de 3,7 millones de puestos de trabajo en el segundo trimestre, en especial entre los informales.

También un impacto especial en las mujeres que no sólo han estado en la primera línea sino que vieron incrementar la sobrecarga de tareas domésticas no remuneradas y de cuidados en el hogar en el marco del aislamiento obligatorio.

¿Qué es “ganar” y qué es “perder”?
Ganar y perder siempre son conceptos relativos cuando lo que determina las condiciones de existencia y de vida, en este sistema, es la propiedad privada de los medios de producción. O sea, la propiedad de las fábricas, la tierra, los servicios, los transportes, el suelo de donde se extraen los recursos.

Esa relatividad de los conceptos es la misma que cuando se habla de “Pacto Social” y de “sentarse todos en una misma mesa” consideran que para algunos “ganar” es mantener su empleo, mientras que para otros esté permitido que “ganar” sea aumentar su volumen de negocios, su propiedad.

Que cuando se hable de “perder” para algunos signifique tener que elegir entre almorzar o cenar, entre pagar el alquiler o tener un plato de comida, mientras que para otros “perder” sea “ganar menos que antes” o disminuir sus tenencias, sin dejar de ser un privilegiado.

Para algunos cerrar una fábrica es preservar su propiedad, para otros es perder su fuente de trabajo.

Ganar y perder, son conceptos relativos. En realidad, mientras se siga sosteniendo la propiedad privada, mientras las ganancias de unos sigan proviniendo del trabajo de otros, analizamos niveles de ganancia y de pérdida, pero nunca un cambio sustancial entre las clases beneficiadas y las perjudicadas por este sistema.

Una última reflexión
Este 2020 sin dudas será recordado como un punto de quiebre en la historia, por la irrupción descontrolada, repentina y a nivel de todo el globo de algo totalmente nuevo, que obligó a modificar toda nuestra vida. Se habló de nuevos modos de pensar, de saltos en la conciencia. Aún está por verse cuál será el resultado, qué quedará de todo esto en la subjetividad colectiva.

Pero hay algo más terrenal y más inmediato que quedó evidenciado este año, y es que con o sin pandemia, los gobiernos elijen, ponen prioridades, deciden hasta dónde les permiten recuperar algo a los que están más abajo cuando es época de bonanza mientras que para quienes están más arriba no hay límite para sus ganancias (“se la llevaron en pala”), y sobre quiénes hace recaer en mayor medida los costos en los momentos de crisis.

Deciden negarle lo más mínimo, como un pedazo de tierra, a los que perdieron absolutamente todo, o darles más beneficios a quienes prácticamente no cedieron nada. Deciden entre los bancos y los jubilados. Entre los bonistas externos y la salud. Entre los Vicentín y el hambre. Entre las petroleras y las mineras o el acceso al agua.

Más allá de la pandemia, la orientación económica y el único plan concreto del gobierno fue renegociar y juntar dólares para pagar la deuda, y ese es el objetivo que va a continuar.

Pero el resultado final no depende solamente de la voluntad política del Gobierno, sino que está dado por una relación de fuerzas. La misma que llevó a Fernández dar algunas concesiones, aunque parciales y limitadas, pero que expresan la fortaleza de los de abajo: como la prohibición de despidos, un distorsionado y tardío impuesto a las fortunas, un salario real que, al menos para los registrados, retrocedió poco en relación a la magnitud de la caída de la actividad económica, políticas de contención de ingresos como el IFE o el tratamiento del derecho al aborto.

Por ello, quedan muchas batallas por dar en un escenario todavía incierto. Pero la primera experiencia con esta crisis pandémica debe dejarnos lecciones para el año que viene, para dar vuelta las prioridades y poder imponer que un programa integral para que la crisis la paguen los capitalistas. (LID) Por Lucía Ortega

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