Harry Potter

Si la política fuera producto de la magia, Juan Manuel Urtubey, gobernador de Salta, sería, sin dudas, Harry Potter, aquel veleidoso e insoportable (como insípido) aprendiz de hechicero que, sin embargo, tiene una característica de la que carece el joven mandatario salteño: no existe en Potter la más mínima señal de la lascivia del poder.

Urtubey y su protectora federal, Cristina Kirchner, son dos epígonos desorientados puestos en las huellas de sus antecesores que son mucho más hábiles en la engañifa sutil y tremendamente poderosos cuando de ejercer sin escrúpulos el poder político, institucional y económico se tratase. Porque Juan Carlos Romero y Néstor Kirchner fueron, no los magos de la política, sino los brujos de la perversidad que dejaron la secuela inhábil de dos aposentados pajarillos.

La decadente ex revolucionaria presidencial tiene las filigranas del cerebro adormecidas con el resentimiento del alma. Su futilidad verborrágica permanecerá, siempre, en las aguas de la nadería.

Urtubey, que es quien nos interesa en esta columna, es el prototipo del joven "canchero" devenido en mandatario formal pero con el aire siempre dispuesto a la aventura tipo Camel, con la música de los "Siete Magníficos" de fondo. En Santa Victoria y en Salta Capital conocieron de sus andanzas mediáticas en camionetas 4x4.

Mientras tanto, tal como supimos adelantar el año pasado y ratificamos este año, el joven gobernador apenas si se sostiene para no derrapar de entrada nomás, a sabiendas que Cristina, su bienhechora, apenas si está en condiciones de anunciar trenes balas en un país que, precisamente, no tiene ni trenes. Casi como el tango: mucho tren bala pero "ni el tiro del final te va a salir".

Es decir, la ayuda federal llegará cuando pueda. O lo que es lo mismo que decir, cuando aparezcan los fondos. Mientras tanto, Urtubey ya tiene el primer conflicto en las puertas del Grand Bourg y con un preanuncio de casi 365 días. Porque los docentes (que venían luchando desde hace varios años por sus reivindicaciones) le habían exigido en abril al candidato Urtubey que se arrimara por la plaza del hambre, en la que los docentes exponían la dolorosa realidad de la educación provincial. El candidato dijo que no se había acercado porque no quería caer en "actitudes demagógicas". No dijo lo mismo cuando las encuestas lo favorecían y disparó su irresponsable "$1.500 de básico para los docentes". Era la magia del poder. El hechicero estaba a punto de sacar la espada en la piedra. Arturo y Excalibur eran unos neófitos al lado de Urtubey y Zottos (el vice, no la espada).

Un año entero después, Urtubey se enteró que uno de los ingredientes de la pócima mágica para engañar giles, falló: Cristina (el ingrediente en cuestión) está tan desgajada de ideas como el mandatario salteño. La docencia nacional tuvo sus paritarias y es posible que pocos gremios provinciales se atengan a las mismas. Hay una lógica severa y tiene que ver con las realidades de cada provincia y las finanzas de las mismas. Cuando pase el tiempo se verá que la discusión nacional fue, nada más, que un hechizo de verano.
Mientras tanto, en Salta se da un fenómeno singular: periodistas que antes fueron oficialistas con Romero siguen siéndolo con Urtubey lo que habla mal del gobernador, por supuesto, que sigue metiendo a presión pautas publicitarias donde se lo pidan para que nadie se entere de su fracaso como hechicero. Así, resurgen radios cuyos programas (en realidad, impudicias morales), exponen a un hábil y corrupto lisonjero del poder (ex romerista de los de fuste) convertido, por arte de birlibirloque, en un necesario referente radial de Urtubey. O a alcohólicos y a jugadores adictos en tratamiento que cuestionan las voluntades sociales y sus reivindicaciones como si, en verdad, fueran crisantemos de virtudes.

Urtubey logró, realmente, que Salta haya votado el cambio. Y que éste ni parezca ni aparezca. El gobernador, a esta altura, parece un desamparado Harry Potter esperando el milagro de que no suba el pan, de que no llueva, de que a Cristina no se le acabe el gas, de que los profesionales de la salud se las arreglen con curitas, de que no jodan los judiciales, de que haya más radicales "k" para darles cargos porque no quedan peronistas jóvenes, y de que, finalmente, los espacios periodísticos anti-romeristas de antes ya no lo sigan apoyando.
Será, sin dudas, un verdadero milagro que ello ocurra. Salvo, claro está, que Urtubey deje de hacerse el mago y confíe más en Mandrake.