Desde los 90s las patronales y sus gobiernos vienen imponiendo condiciones de vida más agobiantes y lo venden como el único modelo posible. Pero hay otra salida y los trabajadores tienen derecho a conocerla.
Cada vez es más difícil para una familia trabajadora acceder al sistema de salud por la falta de trabajadores, listas de esperas interminables para conseguir un turno, falta de insumos. Este proceso que viene recrudeciendo desde los años 90s cuando el menemismo comenzó un apoyo decidido al sistema privado de salud y el sistema de ART, que le puso valor a la vida de las personas trabajadoras como si fueran simples insumos. El kirchnerismo continuó y profundizó ese modelo con mayor
descentralización, apoyo a las empresas privadas y precarización de los trabajadores del sistema. El macrismo impulsó esa especie de ARTización del sistema de salud que es la Cobertura Universal (atender con poca plata a las personas cuando se enferman y no apostar a la prevención) y la Libertad Avanza coquetea con el sistema de vouchers mientras lleva adelante el “mayor ajuste en la historia de la humanidad”.
La precarización y la falta de inversión en salud pública se traducen en enfermedades que se vuelven crónicas desatendidas y en aumento de padecimientos que podrían haberse prevenido. Una de esas situaciones donde falta inversión es en la prevención del suicidio y en la asistencia a quien está en riesgo de llevarlo adelante.
Desde hace años se habla del individuo, de los méritos individuales, de cuidar y valorar la autoestima, del imperativo de ser feliz y resiliente. No sólo en materia económica, laboral o de consumo, sino también en materia de sentimientos y afectos. En suma: la lógica del sálvese quien pueda (y agrego: como pueda) se ha extendido a la salud y los padecimientos mentales.
Pero ese reverdecer del darwinismo social tiene como contraparte a aquellos que no logran salvarse, porque no pueden o porque no los dejan.
Según relevamientos de la OMS en Argentina 6 personas entre 100 mil llevan a cabo un suicidio. En jóvenes de entre 15 y 29 años el número aumenta a 12 entre 100 mil. Las mujeres refieren que tienen más intentos que los hombres, pero las muertes por suicidio son mayores en los hombres. A su vez, la problemática del suicidio está íntimamente relacionada con padecimientos mentales como la depresión y con consumo problemático, en especial de alcohol. Los varones mayores de 65 años tienen una tasa de suicidio entre tres y cuatro veces mayor que las mujeres de la misma edad. En el mundo cometen suicidio 726 mil personas por año. Aunque en los países de ingresos altos la tasa de suicidios es mayor que en la de ingresos bajos (11,5 cada 100.000 habitantes en los primeros contra 10,5 cada 100.000) el 73% del total de muertes sucede en países de bajos ingresos porque la población es mucho mayor.
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