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La vaca atada.Adiviná quién pierde cuando Gobierno y patronales “pelean” por el precio de la carne

El Gobierno y las patronales del campo siguen sin llegar a un acuerdo. Pese a la suspensión de exportaciones, y luego del lock out ganadero, los precios de la carne aumentaron 6,1 % en mayo. Mientras comer carne sigue siendo un lujo, ¿cómo afectaron estas medidas a los trabajadores del sector?

15 de junio de 2021

El 20 de mayo se oficializaba en el Boletín Oficial la suspensión de exportaciones de carne por 30 días, medida aplicada por el gobierno con el fin de ordenar el “mercado” y sus precios que acumulaban aumentos muy por encima del nivel general. “Volvamos al asado” decía Alberto Fernández en campaña electoral en 2019, otra promesa incumplida, comer carne se volvió un lujo para el pueblo trabajador. En el mes de abril tuvo lugar una caída histórica del consumo por habitante que se estimó en 44,7 kg/año, un 13,1% inferior al de un año atrás, según las cifras reportadas por Ciccra.


Fotograma del spot de campaña, donde la fórmula de Alberto y Cristina prometían "volver a usar la parrilla".

A pesar de la medida oficial, en mayo el precio promedio de la carne registró un aumento mensual del 6,1% y del 76,2% respecto a igual mes de 2020, según los datos relevados por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA).

Los aumentos en los precios minoristas fueron dispares según el establecimiento de venta. Mientras los precios mostraron subas significativas, del 6,3% con respecto al mes anterior en las carnicerías; en los supermercados estos aumentos fueron del 5,6%.

El relevamiento del IPCVA -realizado sobre 80 carnicerías y 40 supermercados- sostuvo que en los puntos de venta ubicados en los barrios y zonas más vulnerables la suba de la carne superó el promedio y fue de 6,3 % en mayo. Mientras en los puntos de venta a los que accede la clase media resultaron del (+5,8%); y en los de mayor poder adquisitiva los aumentos fueron de 6,7%.

Una estrategia impotente: negociar sin afectar la concentración
Los intentos del gobierno por avanzar en un acuerdo con las patronales del sector siguen sin novedades, luego de la última mesa de negociación la semana pasada. Desde el equipo económico y siguiendo las directivas de Alberto Fernández, buscan negociar con los principales frigoríficos exportadores un paquete de medidas que permita bajar los precios internos (al menos hasta fin de año) pero manteniendo el negocio de la exportación de carne.

Es decir, no quieren afectar las ganancias de las empresas nucleadas en el Consorcio ABC (Consorcio de Exportadores de Carnes Argentinas), que representan más del 90% de las exportaciones de carne.

Este dato no es menor, si a eso sumamos que *sólo 10 frigoríficos concentran el 75% de las exportaciones de carne* como sostuvo un informe de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, queda más claro el objetivo de la suspensión de exportaciones. Una especie de “golpear para negociar” dirigido a los sectores concentrados que tienen poder en la formación de precios.

El top 5 de estos grandes frigoríficos lo componen las brasileras Minerva (ex JBS) y Marfrig; y le siguen Frigoríficos Gorina, Arrebeef y Ecocarnes. La filial argentina de Minerva (ex JBS) tuvo una facturación en el primer trimestre de 2021 por 129,6 millones de dólares. Mientras que la filial local de Marfrig, facturó 180 millones de dólares al primer trimestre de este año, en plena segunda ola. El dato se desprende de las ventas ingresadas por las firmas: Marfrig Argentina (u$s 36.804.937 millones), QuickFood S.A. (U$s 117.009.855) y Campos del Tesoro (u$s 26.225.517).

En una entrevista en América 24, el ministro de Producción, Matías Kulfas, dijo que un objetivo es lograr aumentar la producción de carne, una medida que suena a mediano o largo plazo. Kulfas aprovechó para denunciar la existencia de algunos exportadores irregulares que sumaban presión sobre los precios. Y remarcó que parte del plan para lograr precios internos más bajos, incluye generar mejores condiciones para los grandes exportadores, los mismos que son parte del problema porque tienen poder de mercado.

Las exportaciones récord de carne (en volumen) que en 2020 aumentaron en un 8,5 % respecto a 2019; tuvieron como contracara un retroceso en las cantidades destinadas a abastecer la demanda local. En los últimos tres años la producción de carne vacuna vendida en el mercado interno se contrajo 21%, y este aspecto es clave para entender los desequilibrios del sector que impactan en los precios.

Se fue consolidando un esquema que pone a China como su principal destino, al pasar de tener un 10% de participación en las exportaciones argentina de carne vacuna al 75 % en apenas 10 años. La mayoría de los grandes frigoríficos exportan a China porque es un negocio rentable, se venden vacas flacas de descarte, o cortes que no se podrían vender localmente por su mala calidad. Mientras los cortes que son de mayor calidad, como los de la cuota Hilton que se vende a Estados Unidos o los destinados a Europa, *no están alcanzados por la suspensión de exportaciones*. Sin acuerdo por el momento, los precios siguen subiendo y tu bolsillo lo sabe.

Del otro lado: el impacto en los trabajadores de la carne
Desde la Mesa de las Carnes manifestaron su preocupación “por el cierre de las exportaciones, ya que el mayor riesgo de esa medida es la pérdida de puestos de trabajo, no solo en la industria frigorífica sino también en toda la cadena de producción que genera más de 400.000 puestos de trabajo.” Y recordaron que la última vez que se tomó una medida similar “16.000 trabajadores perdieron su trabajo de manera directa y otros 50.000 de manera indirecta.”

Un reciente informe de Ciccra confirmaba que en mayo por el cepo las exportaciones vacunas cayeron un 35% respecto a las ventas de abril, implicando “pérdida de horas trabajadas, básicamente por la industria exportadora”.

Las idas y vueltas entre el gobierno, la Mesa de Enlace y los exportadores del ABC, no pone en cuestión el gran negocio de los dueños de la carne que crecen al ritmo de las exportaciones récord a China. En esta guerra por los precios –que no se reflejaron en bajas que lleguen al mostrador, sino su contrario- son los laburantes los quedan en el medio como relataba Walter, trabajador Ecocarnes que conversó con La Izquierda Diario.

“Algunos frigoríficos cierran y otros avanzan con suspensiones, eso implica una reducción del salario”, señalaba respecto al cepo de exportaciones y el lock out ganadero. Además, explicaba que si se detiene la faena se corta la cadena siguiente que es la despostada. Esta actividad la realizan empresas tercerizadas que trabajan dentro de los frigoríficos, son trabajos ultra precarios. “Ellos directamente no trabajan, son mano de obra más barata, muchos son trabajadores golondrina, vienen de todos lados.”

Bruno Capdevilla es economista especializado en el estudios del sector cárnico, en una entrevista al programa Alerta Spoiler decía: "A partir de la inserción en el mercado chino los criadores mejoraron su margen de ganancia, pero como China generalmente consumen vacas de descarte que son viejas y no pueden tener crías, esas vacas se valorizaron y ese negocio que antes era secundario hizo que aumenten los márgenes de los criadores, lo que fue repercutiendo en toda la cadena de producción".

Sin embargo, los peones de cabañas (Bovinos, Ovinos y Porcinos) cobran por mes $ 41.000 según datos de la UATRE. Muy alejados al aumento de las ganancias de los exportadores y de la suba del asado que se mantiene en un 92% en los últimos doce meses. Son salarios de pobreza, que están un 35 % por debajo de la canasta familiar que para el mes de abril fue de $ 62.958.

Aunque poco se escuche sobre estas realidades, un secreto a voces que explica hace años las ganancias del sector es la brutal explotación laboral. “Es un laburo muy duro, compañeros de otros frigoríficos contaban que entraban a la mañana y se iban de noche. Y algunos se quedaban a dormir en el matadero porque terminaba la jornada, estaban en el medio del campo y no tenían un colectivo para volver a sus casas. Se quedaban la semana entera, eso pasa mucho“ relataba Walter. Y agregaba: “A veces pienso que no cambio mucho el matadero, a veces tenes que empujar la vaca con el cuerpo y es pesadísimo, y lo haces igual porque tenes que laburar.”

En pandemia, además, siguen trabajando sin las condiciones y protocolos de seguridad necesarios. “El obrero de la carne es esencial sólo para laburar pero para vacunarse no”, sentenció.

No sólo suben los precios de los alimentos, las tarifas y servicios, también crece el malestar social. “La gente cambio su forma de comer, para hacer un asado se juntan dos o tres porque es mucho más difícil, no te alcanza con lo que ganas.” En esa frase de un trabajador de la carne sintetiza la realidad de millones de familias obreras. Sin dejar de lado que existe un problema de suba generalizada de precios, pensar medidas contundentes para bajar el precio de la carne no pueden ir desligadas de afectar el poder concentrado los frigoríficos a partir del monopolio estatal del comercio exterior y de expropiar a los principales productores ganaderos para evitar especulaciones. No se trata de buscar incentivos para aumentar la producción, sino de pensar la misma en función de garantizar el abastecimiento local y accesible como prioridad. Combinado con un conjunto de medidas que permitan también tener acceso a la estructura de costos de las empresas que son parte de la cadena productiva, y establecer un control popular de precios entre consumidores y trabajadores. (LID) Por Guadalupe Bravo
Ilustración: Enfoque Rojo

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