Esta semana, trascendió que, en Esquel, provincia de Chubut, un cura armó un grupo de "policía infantil", con chicos entre 9 y 14 años que reciben entrenamiento como si fueran cadetes, con uniformes y chalecos antibala. "Es para que saquen al policía que hay en su interior", declaró el capellán Adrián Alberto Mari, jefe de la unidad de 45 chicos que, cada sábado, antes de ir a misa, hacen salto rana, cuerpo a tierra y cantan el himno “Un nuevo sol”, que suena tan parecido a aquello de “Cara al sol con la camisa negra...” el himno de la falange del generalísimo Franco.
Uno de los objetivos del entrenamiento es que los chicos aprendan a ver al policía como un camarada. “Que cuando lo vean en la calle, lo saluden y le regalen un alfajor”, explicó el cura. La cuestión es se armó un lío tan grande, que hasta el gobierno del precandidato presidencial del PJ antikirchnerista, Mario Das Neves, salió a desautorizar la iniciativa, y, como siempre, prometieron “investigar hasta las últimas consecuencias”.
Pero esta noticia no fue ninguna novedad. Hace mucho que CORREPI viene alertando sobre los destacamentos de “Policía Infantil”, que funcionan hace más de 15 años en distintos lugares del país (ver Boletines nº 207 del 23/02/03 y Nº 438, DEL 29/07/2007).
Hay formaciones de policía infantil, con miles de reclutas, en San Juan, Santa Fe, Corrientes, Misiones, Salta, Jujuy, Tierra del Fuego, Mendoza, Neuquén, Entre Ríos, por ejemplo, que reclutan pibes de 5 años o 10 años, les dan un uniforme, y los instruyen en educación en la fe, en la libertad, en el orden, en el patriotismo, en la tradición, y por supuesto, la “moral y las buenas costumbres”. Hacen prácticas de formaciones y desfiles, con armas de juguete, y, como era de esperar, los “concientizan en la prevención del delito”. Como las juventudes hitlerianas, los "Balillas" de la Italia fascista de Mussolini, o en versión un poco más light, pero con la misma función de disciplinamiento y control social, los Boy Scout de Inglaterra, exportados al resto del mundo.
La principales iniciativas de este tipo se desarrollan, ¿casualmente? en las provincias más pobres de la Argentina, con mayores niveles de conflictividad social. Dice la policía que el propósito de estos cuerpos infantiles es "alejarlos, desde que son pequeños, del camino de la delincuencia (que la policía organiza y supervisa), de la drogadicción (que ellos gerencian), de la explotación y el maltrato (que la policía imparte)", o sea, neutralizar desde la cuna cualquier instancia futura de rebeldía, de reclamo de sus derechos, de organización.
No sólo nos matan un pibe por día con el gatillo fácil o la tortura. Nos quitan la posibilidad de educar y vestir a nuestros hijos, para que después vengan sus perros guardianes y, con la excusa de alimentarlos y vestirlos, los eduquen a su imagen y semejanza, en el servilismo a los que mandan y el odio a los de su propia clase. Esa y no otra es la función que cumplen esos cuerpos de policía infantiles: que esos pibes, mañana, sean desclasados, alcahuetes y verdugos al servicio de los explotadores.
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