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El Gobierno aprobó el trigo transgénico HB4 de Bioceres para consumo humano: qué riesgos hay

Argentina es el primer país en aprobar esta variedad a pedido de la compañía de biotecnología que tiene como accionistas a Grobocopatel y Sigman. Peligros de la expansión del “modelo triguero” con más agrotóxicos en la mesa.

9 de octubre de 2020

En un hecho inédito a nivel mundial, el Senasa, dependiente del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca que conduce Luis Basterra, aprobó esta variedad de trigo transgénico, como se publicó este viernes en el Boletín Oficial. El Ministerio de Ciencia y Tecnología, el Conicet y Universidad Nacional del Litoral (UNL) anunciaron con bombos y platillos el visto bueno oficial para el trigo HB4 que comercializaría Bioceres en Argentina. La cartera que conduce Roberto Salvarezza lo define como “la primera aprobación en el mundo para eventos de tolerancia a sequía en trigo”. Pero este trigo transgénico made in Argentina para consumo humano no solo tolera la sequía: también es resistente el glufosinato de amonio, el primo menor del glifosato. Para su comercialización, el trigo debe ser aprobado en Brasil, principal mercado del cereal argentino.

Raquel Chan, directora del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (UNL) e investigadora superior del Conicet, lideró el grupo de biólogos moleculares e investigadores al servicio de desarrollar esta variedad de trigo transgénico a pedido de la misma empresa que produjo la soja resistente a la sequía. Se trata de una alianza entre instituciones de investigación públicas y TrigallGenetics, el proyecto común de la empresa de tecnología agrícola argentina Bioceres, que tiene entre sus accionistas a Gustavo Grobocopatel y Hugo Sigman, y FlorimondDesprez de Francia.

Son quince años de investigación dedicados al objetivo de aumentar la rentabilidad y disminuir los riesgos para el agronegocio. La cartera de Salvarezza, un militante de la ciencia empresaria, plantea que se trata de minimizar “las pérdidas de producción, mejorar la capacidad de adaptación de las plantas a situaciones de estrés hídrico y dar mayor previsibilidad a los rindes por hectárea”. Clink caja.

La resistencia a la sequía por parte del trigo HB4 no desentona con la instalación de decenas de megagranjas en el norte (¿y sur?) de Argentina, que ya le sumarán más estrés a los problemas hídricos con el uso de al menos un millón de litros de agua por día por cada granja industrial. Sigman es también uno de sus principales impulsores.

¿Las repúblicas unidas del trigo?

A propósito de este desarrollo objetivamente inédito en biotecnología, Grobocopatel, el llamado “rey de la soja”, declaró en febrero de 2019 que "cuando se aprobaron la soja y el maíz transgénicos por supuesto que había muchos riesgos, pero Argentina decidió adoptarlos y eso ha traído muchos beneficios para el país. Estamos en un caso similar”. El pope sojero no dice que los “riesgos” se los impusieron a los pueblos fumigados, a los trabajadores intoxicados, a las escuelas bañadas en agrotóxicos, a los habitantes de zonas desmontadas y deforestadas para el avance de monocultivos con los métodos más dañinos para el suelo.

Pero hay algo más que Grobocopatel no dice: en este caso el cereal transgénico no se produce como forraje de ganado, sino para consumo humano. Es precisamente uno de los límites que enfrenta el trigo HB4 para su comercialización: el mercado triguero mira con reservas la introducción de este cereal genéticamente modificado. Consultado por La Izquierda Diario, el Dr. en Ciencias Biológicas Santiago Benítez Vieyra, integrante del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (Conicet-UNC), sostiene “el principal límite hasta ahora no había sido una razón basada en estudios de salud pública, sino una comercial: los principales socios de Argentina en la exportación de trigo no aceptaban el trigo transgénico para consumo humano”. Y advierte: “A diferencia de la soja, cuyo destino principal es un forraje para la alimentación de animales, el trigo es para la alimentación de personas, es decir, que vamos a estar alimentando gente con harinas que pueden retener trazas de agroquímicos que se utilicen en la producción de este trigo”. (LID)

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