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Debate.El salario no es ganancia, pero un millón de trabajadores seguirán pagando el impuesto

El Gobierno se adjudica como una victoria el proyecto de ley que modifica el piso del Impuesto a las Ganancias, mostrándose en favor de los asalariados. Pero este cambio solo retrotrae la situación a 2015, mientras son los trabajadores quienes más están cargando con los costos de la crisis

29 de marzo de 2021

Con un tuit, el Jefe de Gabinete Santiago Cafiero se jactó de la media sanción en Diputados para modificar al Impuesto a las Ganancias: “Que quede claro: Macri prometió en campaña que iba a sacar el impuesto a las #Ganancias y no solo no cumplió, lo aumentó. Cuando el pueblo lo despidió en 2019 dejó más argentinos pagando que cuando asumió en 2015. Es justicia social comenzar a reparar esas inequidades.”

No tardaron en llegar las respuestas de indignación en la misma red social: “Alberto prometió pagar con las leliqs a los jubilados”, decía uno. “También dejó 40% de pobres Santi”, ¿esa no es una prioridad?, planteaba otro usuario.

Luego de una sesión maratónica, la aprobación de esa ley manifiesta ante todos una intencionalidad electoral. El proyecto de ley de Ganancias significará un alivio momentáneo en medio de la crisis social para una franja de trabajadores de ingresos medios que venían siendo alcanzados por el impuesto. Pero a pesar de que Cafiero lo presente como un acto de “justicia social”, la medida deja al descubierto exactamente todo lo contrario: que la clase trabajadora está lejos de ser “prioridad” para el Gobierno. Veamos por qué.

1. Corrección, no solución. La modificación fundamental de nueva ley de Ganancias es la incorporación de una deducción especial que lleva el piso a $150.000 de salario bruto, por lo cual 1,2 millones de trabajadores dejen de pagar el tributo. Sin embargo, esto es meramente una “corrección” que retrotraerá la situación al año 2015, por lo cual seguirán pagando cerca de 1 millón de trabajadores.

Como señaló el diputado del Frente de Izquierda, Nicolás Del Caño, mucho se dijo en el recinto de Diputados respecto a que el salario no es ganancia, sin embargo, ese aspecto sustancial no será cuestionado. El impuesto continuará aplicándose sobre el ingreso mensual de muchos de quienes viven de su trabajo, en lugar de aplicarse especialmente a quienes lucran con el trabajo ajeno.

Pero además, esta deducción especial no es equivalente a decir que se sube el mínimo no imponible, por lo cual, gran parte de quienes siguen alcanzados por Ganancias seguirán pagando lo mismo.

La cuestión se agrava hacia adelante, ya que el límite de $ 150.000 se actualizará anualmente por el índice Ripte. Al ser un promedio salarial de los trabajadores registrados, quienes consigan con su lucha obtener mejoras salariales por encima del promedio, en búsqueda de no perder frente a la inflación, volverán a ser alcanzados por el impuesto. Es el mismo problema que hizo que entre 2017 y 2020 entren 300 mil trabajadores más a pagarlo.

2. Elemental Watson: el salario no es ganancia. Algunos economistas argumentan que el problema es semántico y que el impuesto debiera llamarse “impuesto sobre el ingreso” en lugar de “a las ganancias”. Eso es patear el bochín: la discusión abierta es por qué son los trabajadores quienes más pagan impuestos, mientras siguen sin afectarse las ganancias de los especuladores de la deuda y de los bancos que ganan millones.

Se dice que el Impuesto a las Ganancias es uno de los tributos más progresivos porque se aplica por escalas de ingresos. Así, en teoría, debería incidir más sobre quienes más ganan. Pero en los hechos la aplicación es muy asimétrica, ya que se grava directamente tanto a las ganancias de empresas como a las personas físicas. Mientras los ricos, los terratenientes y las empresas tienen acceso a deducciones, bonificaciones, y desgravaciones de todo tipo y contratan especialistas en evasión de impuestos, los trabajadores son afectados compulsivamente por el impuesto al salario. Otros, como los jueces, siguen eximidos.

Por eso, se llegan a resultados contundentes: en 2015 de cada $ 2 que aportaban los asalariados por la recaudación del impuesto, las empresas lo hicieron solo con un $ 1. Visto de otro modo: los trabajadores contribuyeron con el 65 % de la recaudación por ganancias. Es de esperar que en los años siguientes esa proporción se haya profundizado a medida que más trabajadores fueron afectados por el impuesto.

3. Sólo una minoría de los trabajadores pagan ganancias ¿por qué? . Otros argumentos esgrimidos por el oficialismo es que sólo pagarán el impuesto el 7 % de los trabajadores en blanco. Vaya paradoja, tal situación no es un mérito del diseño del impuesto sino expresión de un mercado laboral totalmente deteriorado.

La inmensa mayoría de los trabajadores ni siquiera son alcanzados por este impuesto justamente porque su salario no alcanza para llegar a fin de mes. Dos ejemplos:

Al tercer trimestre de 2020, cuando la línea de pobreza era de $ 45.478 (mes de agosto), el 80 % de los ocupados tenía ingresos por debajo de dicha Canasta. Mirando solo los asalariados, el promedio de ingresos era de $34.206. De allí en adelante, la línea de pobreza aumentó hasta alcanzar hoy a $58.000 para un hogar de cuatro personas, mientras el salario creció por debajo. El salario mínimo, vital y móvil de $ 21.600 no es suficiente ni para cubrir la mitad.
Dentro de los asalariados registrados, en el mes de enero de 2021 el promedio de un sueldo bruto era de $ 68.100,73, lo que implica un salario de bolsillo de $ 56.523,60, apenas empardando con la línea de pobreza en dicho mes. Y más lejos aún de alcanzar la Canasta de Consumos Mínimos que miden los trabajadores de la Junta Interna de ATE-Indec, de $ 88.729.

Siguiendo el argumento del Gobierno que insiste en cobrar el impuesto al salario, llegar a fin de mes sería un privilegio.

4. Promesas incumplidas. Entre el 2015 y la actualidad el poder adquisitivo del salario cayó más de un 20 %, no sólo por el ajuste macrista, sino también por el ajuste en la pandemia.

Tomando una de las formas más comunes de medir este deterioro a través del índice Ripte (salario promedio de trabajadores registrados) entre el pico de septiembre de 2015 y principios de 2021 se perdió un 23,3 % del poder adquisitivo.

Bien atrás quedaron las promesas de “recuperar los 20 puntos perdidos con Macri”. Arrancó el 2021 y en enero los salarios siguieron perdiendo contra la inflación.

Por eso, en un año electoral donde el Gobierno necesita dar “buenas noticias” al bolsillo de sus votantes, intenta incentivar el consumo por el lado del alivio fiscal con Ganancias, más no recomponer genuinamente el poder adquisitivo del salario. Es que esto implicaría ir de frente contra los planes de los empresarios que buscan apuntalar la actividad económica beneficiándose de salarios abaratados.

Por el contrario, el “Consejo Económico y Social”, del que participan enfáticamente los burócratas sindicales, sólo sirvió para imponer techos a las paritarias. Para peor, en algunas negociaciones paritarias las patronales (incluso cuando son el propio Estado) utilizan de excusa el nuevo piso en Ganancias para negociar a la baja los aumentos salariales.

5. ¿Mejor no hablar de ciertas cosas? Siguen sin discutirse las medidas de emergencia frente a la crisis. Este jueves se conoció el dato de desempleo, que afecta al 11 % de la población económicamente activa, unos 2,1 millones de personas en todo el país. Especialmente afectando a los más jóvenes (26 % en mujeres y 19 % en varones de 14 a 29 años).

Si se incluye en la cuenta del problema de la falta de empleo estructural a los subocupados y la caída de la actividad que saca de la búsqueda de trabajo a miles, el problema del empleo involucra en total al 33,5% de la población: son 6 millones 600 mil personas, según el director del Banco Nación Claudio Lozano, si no fuera por la capacidad de supervivencia de las franjas más vulnerables de la sociedad.

Al mismo tiempo, los precarizados fueron quienes más sufrieron la pérdida de empleos durante la pandemia, desprovistos de toda protección laboral.

Pero mientras el país se encuentra en las puertas de una nueva ola de covid por la llegada de nuevas cepas y los límites de la política de vacunación, las medidas de emergencia para la mayoría de los asalariados brillan por su ausencia.

En el Presupuesto se recortó el IFE, se quitó el fondo Covid y se ajusta a los jubilados. La confesión de que no es gratuito tener al FMI en casa y orientar toda la política en función de la renegociación de la deuda.

Recalculando: un problema de fondo
Allá por marzo de 2015, en los días previos a un paro nacional en todo el país, la expresidenta Cristina Fernández tildó de "egoístas" a los trabajadores que reclamaban por estar siendo afectados por el impuesto a las Ganancias.

Por cadena nacional afirmó “los que tienen un trabajo bien remunerado tienen que ceder un poco de su sueldo para otros compañeros. Si no lo hacen, razonan como oligarcas”. Así, Cristina promovía la división entre las filas de los trabajadores apelando a que los que tenían un salario mejor colaboren con los pobres.

El argumento se presenta ahora en una forma más “friendly”: “hay que ser solidarios”. Pero siempre se habla de redistribuir dentro de la clase trabajadora, nunca se apuntan los cañones a los grandes grupos económicos: a los bancos que en 2020 ganaron 450 millones de pesos por día, a los especuladores de la deuda, las empresas privatizadas de servicios públicos.

Durante los ´90 el impuesto a las Ganancias sólo alcanzaba al personal jerárquico, como gerentes o supervisores. En 1999 el ministro de Economía de la Alianza, José Luis Machinea, estableció la conocida “tablita” y desde entonces cada vez más trabajadores fueron afectados.

Ningún gobierno intenta modificar lo que esta de fondo, la carga del sistema impositivo recae con toda la fuerza gravando el consumo popular y los ingresos de los trabajadores. Por eso hablamos de un sistema altamente regresivo, en donde más del 70 % de la recaudación no recae sobre el capital.

El planteo de fondo que promueve la izquierda es eliminar este impuesto a la cuarta categoría para trabajadores bajo convenio y para jubilados. Porque el salario no es ganancia. (LID) Por Lucía Ortega

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