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La economía del segundo semestre: ¿marketing o realidad?

La primera parte del año cierra con un notable deterioro económico y en las condiciones de vida. El macrismo promete la “revolución de la alegría” en el segundo semestre. El Brexit empaña el panorama.

29 de junio de 2016| Pablo Anino |

Los resultados del primer semestre son evidentes para todos los que van al supermercado o tienen que pagar las boletas de la luz o del gas. También para los miles de trabajadores que quedaron en la calle.

La recesión avanzó gracias a la devaluación de diciembre pasado. La inflación llegó a los niveles más altos en catorce años deteriorando el poder de compra el salario.

El ministro de Hacienda y Finanzas Públicas, Alfonso Prat Gay, se vio obligado a reconocer que el aumento de precios trepa al 42 % anual. Mucho más del 25 % que proyectó el equipo económico meses atrás.

La Junta Interna de ATE INDEC estimó que en mayo ningún trabajador debería cobrar menos de $19.163 para llegar a fin de mes. La gran mayoría de los que viven de sus salarios están bien lejos de ese valor. Recién en enero de 2017 el salario mínimo alcanzará los $8.060. La clase obrera no va al paraíso, ni en el primero ni en el segundo semestre.

“El trabajo sucio ya fue hecho” confesó Prat Gay el último viernes frente a inversores buitres en Nueva York. Fue una forma de expresar que el gobierno apuesta a que en el segundo semestre la situación económica mejore.

Pero en simultáneo que el ministro anunciaba que lo peor ya pasó se sacudían las bolsas del mundo por la incertidumbre económica que abre el Brexit.

La salida de Gran Bretaña de la Unión Europea podría empañar el panorama económico local aun más. Seguro que no lo mejora. En el mejor de los casos (lo menos probable) lo deja neutral.

El mismo viernes hubo un primer cimbronazo sobre el dólar que escaló pasando los $ 15 luego de semanas de “pax cambiaria”. El día martes la escalada de la divisa se revirtió parcialmente. Pero el final es abierto.

La tendencia alcista del tipo de cambio por el fortalecimiento del dólar estadounidense (frente al debilitamiento de la libra esterlina y el Euro) converge con el deseo del mundo empresarial local de una nueva ronda devaluatoria. En ese camino, el riesgo es que la inflación vuelva a agitarse y que la espiral no pueda detenerse.

El gobierno se mostró falto de reflejos. El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, recién el lunes dio cuenta del cambio en las perspectivas por el Brexit.

El sacudón cambiario fue sólo el primer impacto. Las posibilidades de ingreso de dólares por inversiones y del comercio exterior también están dañadas.

¿Vuelta de página?

No todo son malas noticias para Cambiemos. Los próximos meses comenzarán a tener efecto los aumentos salariales pactados en paritarias y en julio se cobra el aguinaldo.

A pesar de la tregua de las burocracias, la negociación salarial reconoció de algún modo la relación de fuerzas entre las clases sociales.

No funcionó el “techo” del 25 % que pretendía el oficialismo. La mayoría de las paritarias cerraron entre el 30 % y el 35 %. Otras fueron semestrales y se reabren pronto.

El efecto de las paritarias podría permitir disimular la recesión por un breve tiempo. No obstante, no podrá ocultar que los salarios perdieron entre 10 % y 15 % frente a la inflación. Son meses en los que se consumirá un poco más que en el fatídico primer semestre, pero menos que el año pasado.

Peor es la situación para precarizados y no registrados que son impedidos de gozar de la negociación colectiva.

Muchos ni siquiera podrán consumir porque fueron arrojados a la calle mediante los despidos.

La “reparación” a los jubilados estará lejos de ser histórica como promete Cambiemos. Aun así podría tener un mínimo impacto en el consumo.

Luego de poner en el freezer la obra pública, las últimas semanas se empezaron a encender los motores. Los nuevos (viejos) López son del “círculo rojo” de Mauricio Macri: su primo hermano Angel Calcaterra y su gran amigo Nicolás Caputo.

Otro tanto en beneficio de las constructoras y para empujar un poco la economía busca el gobierno con los anuncios de nuevos créditos hipotecarios.

Paritarias, “reparación” a jubilados, obra pública y abaratamiento del crédito (el Banco Central volvió a bajar las tasas de interés este martes), entre otras medidas, son factores que podrían ayudar a que la economía tome un respiro pasajero mientras las patronales preparan nuevos zarpazos contra los trabajadores.

La lluvia de inversiones productivas desde el extranjero no termina de llegar. En el día de ayer el gobierno volvió a la carga con los fondos foráneos que pretende atraer para rescatar la economía.

Son de una dimensión tan grande (U$S 100 mil millones) como extenso es el período de tiempo en que se ejecutarían. Tanto que Macri necesitaría otro mandato. En lo inmediato, la mayoría de los anuncios concretos son viejas apuestas recicladas.

Hasta ahora sólo hubo una llovizna de dólares de carácter especulativa y un endeudamiento gigantesco para financiar el déficit público, el pago a los fondos buitre y la fuga de capitales. Argentina es el país de los llamados “emergentes” que más deuda emitió en lo que va del año. Una gran hipoteca del país está en curso.

Difícilmente el segundo semestre implique una vuelta de página que borre los desequilibrios económicos. Incluso el macrismo agudizó los problemas heredados del kirchnerismo. La recesión y la inflación son las expresiones más notables de esos desequilibrios acrecentados

No sólo eso. El establishment financiero está escrutando con detenimiento el déficit público. En mayo se cuadriplicó el déficit en relación a un año atrás. Crecen los cuestionamientos entre los propios beneficiarios de las medidas económicas que reprochan falta de coherencia del plan y de coordinación entre ministros. Exigen más ajuste.

El economista ultra ortodoxo José Luis Espert señaló con ironía que el “PRO es kirchnerismo con buenos modales”. Y que combina lo peor del anterior gobierno con lo peor del menemismo que se endeudaba para sostener el déficit público.

Es que la lógica del actual gobierno se parece a la aplicada por Cristina Fernández de Kirchner y Axel Kicillof cuando devaluaron en 2014, ajustaron el salario y luego apostaron a la recuperación en 2015 para ganar las elecciones. Los resultados están a la vista. El macrismo hace una apuesta similar en una situación económica más grave.

En el prometido segundo semestre no cambiará radicalmente la situación. A algunos factores relativamente favorables en la economía se le suma mucho marketing político. Y si sale mal, el macrismo puede enunciar, como en el pasado hizo el kirchnerismo, que con el Brexit el mundo se le vino encima.

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