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De laburantes y ociosos

Los abuelos solían decir: "La ociosidad es la madre de todos los vicios". Y en verdad, la ociosidad es un vicio en sí misma. Su expresión andante, es el ocioso, un personaje que ostenta la nada rara inmoralidad de no trabajar o de "rebuscárselas" malamente. Es el "busca".

9 de mayo de 2007| copenoa |

El ocioso no es el que no tiene trabajo: es el que lo elude y es, además, un alquimista del "rebusque", es decir, posee la habilidad para agenciarse de dinerillo (casi siempre de sospechosos hedores) con qué solventar sus propias malignidades. Es claro, la contracara del laburante, que es un trabajador, claro, pero que entre nosotros, los argentinos, está dignificado como un trabajador esforzado, muy esforzado.

Entre ociosos y laburantes, transcurre la vida y discurre el pensamiento.

Y si vicio, al fin, la ociosidad se exhibe apoltronada en los esquemas políticos argentinos mientras el laburante, ese trabajador esforzado, es apenas el receptor de las desgracias económicas y de las plusvalías setentistas dejadas en las almas cuarteadas de los que nunca supieron de "tiempos mejores".

Hoy los ociosos son los juramentados apostadores de resquebrajamientos inmorales que no titubean en pasarse de saltimbanquis a paracaidistas y viceversa, porque la honestidad de laburantes (si alguna vez la tuvieron) la esquilmaron en los andenes de sus propios vicios de altaneros pensadores de la vagancia perversa. Son, claro, los iconoclastas de los partidos políticos de quienes obtienen la ubre silenciosa que les da de mamar. Y sino, cambian de ubre…o de vaca.

La política salteña, por supuesto, ha mostrado la mala cara de los ociosos, como saltamontes impíos volcándose a arrasar cargos, candidaturas, posicionamientos, contratos, o bolsones alimentarios (que siempre vienen bien) después de hacer bolsa la fe, la creencia y las ideologías en el altar de sus putrefactas ambiciones de perfectos nihilistas de la moral.

El peronismo ha sido el abanderado de los ociosos (aunque su líder se haya autocalificado como el "primer trabajador") que han partido a mamar de la ubre kirchneriana, convencidos de ligar la postulación anhelada. De haber sido laburantes serios, hubieran acompañado, al menos, las luchas sociales que en las provincias y sobre todo en Salta, son la cotidianeidad que los Ociosos Mayores no ignoran pero esquivan. Hoy, los ociosos peronistas, piden que los maestros les paguen el arreglo de sus vehículos caros que les fueron escupidos en una madrugada de lógica bronca hacia los pusilánimes legisladores oficialistas y de los otros. La furia de los justos, diría alguien, mientras el ocioso kirchneriano ex menemista, con su familia de ociosos a cuestas, vocifera convocándonos "a todos", tras haber secado la ubre romeriana.

Los renovadores, ni hablar. De derechistas recalcitrantes (hasta ser casi vomitivos) a ociosos receptores de las migajas kirchnerianas con la que pretenden sostener sus noches de juergas elegantes y radios prostibularias, acompañados, claro, de alguna ex funcionaria oficialista que, después de quedarse con el vuelto de los aborígenes, se declara "progre" a sabiendas de que un destino de senadora puede estar a la vuelta de la esquina. Ociosos y ociosas. O de Macri a Kirchner que, en una de esas, resulta lo mismo.

Los radicales "k", verdaderos espíritus del medioevo, cortesanos (y cortesanas) que no dudan en venderse a los sarracenos tras aligerarse de los petos de Cruzados, para una eventualidad comarcana que los mantenga en una curtiembre indigna de flojos ideales. Kirchner, al fin y al cabo, da para esto y mucho más.

Los laburantes, en tanto, atropellados por los carros estercoleros de tanto ocioso suelto, esperan que la carne, no sólo no suba de precio, sino que esté al alcance de la boca de cada niño que anda a dentelladas comiéndose el aire de los sueños desgajados. Los ociosos verán por sí mismos. Los laburantes, por sus hijos y los hijos de los demás que no pueden ser laburantes porque han entrado en la categoría de desocupados, forzados a no tener trabajo aunque lo busquen con el ahínco del digno y no lo esquiven con la perversidad del ocioso.

Los muertos en Chicago, dieron muestra de esa fe. Las maestros de Salta, de Neuquén y de Santa Cruz, también.

Aunque Kirchner fabrique atentados, secuestros y llamadas amenazantes producto de la ociosidad que, como decían los abuelos, es "la madre de todos los vicios".

www.agensur.info

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