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POLÍTICA Ganancias: con el veto presidencial en el cajón

“Si creía que estábamos incurriendo en un error que perjudicaba al Estado argentino, podría haberme llamado, como lo ha hecho en otras oportunidades y por otros temas”. El que firma es Sergio Massa. La carta a Macri será dada a conocer en una conferencia de prensa, una puesta en escena, donde el tigrense llamó a la “unidad nacional”.

13 de diciembre de 2016| LID |

Lo que deja en evidencia la misiva es, sin embargo, el pacto de gobernabilidad que funcionó gran parte del año entre Cambiemos y el Frente Renovador. No solo en el Congreso Nacional sino también –y no es un dato menor- en la legislatura de la provincia de Buenos Aires. Esa suerte de co-gobierno, fue lo que permitió la aprobación de varias normas esenciales para la política del actual oficialismo.

La pose massista de llamar a la unidad nacional recrea el tópico de la “ancha avenida”, esa que debe incluir a todos los argentinos y que permite arriar una fracción del voto opositor y una del voto oficialista. Ese esquema funcionó en el marco del fin de ciclo del kirchnerismo. “Equipo ganador” no se toca podrá pensar Massa.

Precisamente, los niveles de tensión llegaron a una zona gris de la que, se dice, no hay retorno. La carta llegan después de que Macri lo definiera como “un impostor” y que Marcos Peña lo considerara el “menos confiable del sistema político argentino”.

Negociando a contrarreloj

La carta de Massa lo muestra, hasta cierto punto, como el “ganador” de esa suerte de pelea de “líderes”. Si Macri aparece ofuscado y agraviando se debe a que la derrota muestra de manera evidente sus propios límites. Vuelve a evidenciar –como señala Andrés Malamud- que se trata de un gobierno de minoría. Esa cualidad lo obliga a las permanentes concesiones. Sin embargo, según dejan entrever todos los actores de la política parlamentaria nacional, no fue esto lo que ocurrió la semana pasada. Golpe recibido.

Por estas horas, eso le implica al oficialismo la apelación a giros retóricos, amenazas y juegos de presiones para ver si puede lograr equilibrar la balanza en el sentido contrario. El Gobierno nacional hace lo posible por evitar que la derrota sufrida en la Cámara de Diputados escale.

El fin de semana largo no solo mostró trajo un enorme movimiento turístico, sino también el semi-bochorno de una vicepresidenta que primero amenazó con el veto presidencial y después tuvo que salir a cambiar su discurso. El cambio tuvo lugar en apenas una noche. Gabriela Michetti, después de haber hablado con Marcos Peña, afirmó que “seguramente no lleguemos a esa instancia”, en relación al mecanismo del veto.

Este lunes lo que corrió fue la versión de que, si el Senado aprobaba la norma como salió de Diputados, no habría veto y el costo político y fiscal recaería sobre las provincias. A esta altura resulta más creíble que se trate de un argumento para presionar in extremis sobre los mandatarios que de una decisión efectivamente tomada.

Este lunes también se dio a conocer por medio del diario Clarín que el costo fiscal del proyecto aprobado superaría los 130.000 millones de pesos. Una cifra que aparece como escalofriante para los números que se manejaban pero que podría ser parte del mecanismo de presión sobre los gobernadores.

Haciendo números

Todo indica que Cambiemos hará desembarcar en las comisiones del Senado este martes a todos sus gobernadores. Se trata de una apuesta fuerte. Poniendo, como se dice coloquialmente, toda la carne al asador. Desde María Eugenia Vidal hasta el mendocino Cornejo se harían presentes para reclamar por los recursos que las provincias dejarían de recibir.

Según distintas versiones, el Gobierno aparte de su propia tropa, contaría con 8 gobernadores del PJ a su favor. Sin embargo, las mismas fuentes indican que eso no alcanzaría más que torcer la vara de apenas 7 legisladores. Una cifra irrisoria en relación a las necesidades del oficialismo y a la mayoría que tiene el FpV-PJ en la Cámara Alta.

Costos políticos

El Gobierno también quiere evitar el veto para no pagar el costo político de aparecer nuevamente como un Gobierno de ricos y para ricos. Es decir una gestión que tiene gran celeridad a la hora de otorgar beneficios millonarios al gran capital, pero pone trabas a las medidas que implican algún beneficio para la clase trabajadora. El antecedente del veto a la ley Antidespidos precede y hace posible esa interpretación.

El gran negociador

La otra carta fuerte de este martes se jugará de la mano del ministro Rogelio Frigerio. Recién llegado de China, ya convocó a los ministros de Economía de las provincias para ampliar la presión y hacerlos entrar en el juego del lobby sobre el Congreso.

La reunión será en su propia cartera, en el Salón de los Escudos. La convocatoria aparece, además, como un desaire a Alfonso Prat-Gay, que está en el centro de las miradas no solo por la derrota en Diputados, sino porque se habría extralimitado en el trato hacia sus pares provinciales.

El llamado a los gobernadores implica jugar la carta del miedo hasta el final, mostrando las cifras abultadas que el proyecto votado implicaría para las provincias. Entre las cuentas que se darían a conocer, una indica que el costo para Córdoba superaría los 6.500 millones de pesos. El monto cerca de un tercio de lo que recibirán –según el presupuesto provincial- el conjunto de los municipios en 2017. Un número nada desdeñable. Será por eso que el mismo Juan Schiaretti también estará este martes en el recinto anexo del Congreso, para ejercer presión. Se confirma así la –por ahora- buena sintonía entre oficialismo cordobés y nacional.

¿Todos unidos triunfaremos?

Como si fuera una remake de la ley antidespidos, el peronismo sindical dirá presente hoy en el Senado. Como ocurrió casi todo el año, ya volvieron a amenazar con medidas si hay veto presidencial a Ganancias. No tiene sentido aclarar que nadie en toda la faz del territorio nacional lo cree. Tal vez la excepción sea Pablo Micheli (CTA-A) que salió a decir que “si hay veto, hay paro nacional”. De ilusiones también se vive.

En todo caso, la unidad que se verá mañana en el Congreso Nacional vuelve a mostrar una tensión profunda que recorre al país, la de la unidad del peronismo.

La foto de unidad del pasado miércoles tiene escasas posibilidades de convertirse en una unidad duradera. Pero el fantasma de un peronismo unificado causa escozor en el oficialismo. Es, casi casi, el fantasma de una derrota oficialista en la provincia de Buenos Aires. Eso podría significar que el “modelo” Cambiemos empiece a ver muy lejano el triunfo en 2019.

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