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La caída del salario real: lo que no muestran los promedios

El salario real cayó en 2016 un 6 % en promedio para los trabajadores registrados. Pero este porcentaje no termina de dar cuenta de la magnitud de la pérdida de poder adquisitivo ocasionada por la política económica de Cambiemos.

3 de marzo de 2017| Esteban Mercatante |

En el último mes se conocieron distintos estudios que ubican la caída del salario real durante 2016 en el rango de 6 o 6,5 %. Los mismos están realizados por centros afines a diversas posturas ideológicas (Ecolatina, Observatorio del Derecho Social-CTA Autónoma, Cifra-CTA). Según la información disponible en el ministerio de trabajo sobre los convenios colectivos firmados el año pasado, así como del Coeficiente de Variación Salarial publicado por el Indec, se confirma que salarios de los trabajadores registrados habrían caído en promedio 6,5 %.

Esto ubica a la Argentina entre los países donde se registró mayor pérdida de poder adquisitivo durante el último año. Al mismo tiempo, pone en evidencia que el ajuste del “costo salarial” estuvo bastante por detrás de las expectativas que tenían sobre el mismo los empresarios cuando asumió Mauricio Macri con su gabinete de CEOs. Esta caída del poder adquisitivo del salario (que tiene su correlato en una mejora de las ganancias en el ingreso generado) fue superior a la que se registró en 2014, año en que más cayó el salario durante el kirchnerismo como resultado de la devaluación con la que arrancó el año y de los techos salariales que acataron la mayor parte de los gremios por debajo de la inflación de ese período. Sin embargo, está muy lejos de la baja del costo salarial de 2002, aquella que -megadevaluación y default mediante- creó las condiciones para el “modelo K”: ese año el poder adquisitivo del salario cayó 30 %.

Esta insuficiencia de la caía del costo salarial -según los parámetros de las siempre voraces expectativas de los empresarios para incrementar sus ganancias a costa de las condiciones de vida del pueblo trabajador- es uno de los elementos que explican que no haya ninguna “lluvia de inversiones”. No obstante, es necesario mirar más allá de esta caída promedio del salario real de los trabajadores registrados para tener una aproximación al deterioro en las condiciones del pueblo trabajador creado por la política económica de Macri.

Promedios que engañan

Medir la evolución del salario realizando un promedio simple de lo negociado en los distintos convenios por rama como hacen los diversos informes mencionados, permite hacerse una imagen parcial de lo que ocurrió con el ingreso de los trabajadores. El límite de este análisis, sin embargo, es que dicho promedio puede distorsionar la magnitud en que se deterioraron los ingresos de una mayoría del pueblo trabajador. Si la mayor parte de los trabajadores se encuentran en sectores donde los convenios tuvieron las subas más bajas, mientras que hay otros gremios con menor proporción de trabajadores que acordaron recomposiciones de los salarios más elevadas, el promedio estaría subestimando la pérdida de poder adquisitiva sufrida por el colectivo trabajador.

Esto es efectivamente lo que ocurrió durante 2016. En Comercio, que engloba al 19 % de los asalariados en el sector privado, el salario real cayó 8,6 %. En el sector público, donde trabaja un cuarto de los trabajadores, la caída del poder adquisitivo del salario fue de 8 %. En transporte, donde trabaja a nivel nacional el 7 % de los trabajadores del sector privado, la caída del salario real rondó el 10 %. En construcción, otro gremio que agrupa a una importante cantidad de trabajadores del país (6 % de los pertenecientes al sector privado además de ser uno de los sectores económicos con mayor proporción de trabajadores no registrados), la caída del salario real llegó al 11 %. Lo mismo podemos encontrar en otros gremios menos relevantes en términos de ocupación total, como textiles, que registró una caída de 9,6 % en el salario real.
Los investigadores de Cifra observan que “la desigualdad de los ingresos de los ocupados aumentó significativamente en un año que fue regresivo para el conjunto de los trabajadores. La relación entre los ingresos promedio de los ocupados que más y menos ganan (decil10/decil1) pasó de 16,8 veces en el segundo trimestre de 2015 a casi 20 veces en el tercer trimestre de 2016”.

En el marco de esta creciente desigualdad, los números expuestos más arriba ilustran que una proporción considerable de los trabajadores registrados afrontó una pérdida salarial que supera el 6 % promedio.

Esto que estamos señalando, no solamente vale por supuesto para este período que estamos analizando. Lo mismo es pertinente tenerlo en cuenta para analizar otros períodos de caída salarial como el de 2014 o el de 2002, donde detrás del promedio hubo también realidades divergentes. También vale para los períodos donde el salario real crece, lo cual puede ocurrir en unos sectores mientras que está estancado o cae en otros, como se registró durante varios años del período kirchnerista.

Apagón estadístico para los trabajadores no registrados

La serie de Coeficiente de Variación Salarial presentada por el Indec bajo la gestión de Jorge Todesca, tiene una particularidad respecto de la que se venía publicando durante los gobiernos kirchneristas: no dice nada sobre lo ocurrido con los trabajadores no registrados, “en negro”. Se trata de una omisión no menor: estamos hablando del 33,4 de la población económicamente activa.

Ciertamente, como en todas las estadísticas ofrecidas por el Indec a partir del año 2007, esta también se encontraba teñida de sospechas. Por ejemplo en el año 2014, en el medio de una economía en caída y a pesar de no contar con posibilidad de ningún tipo de negociación colectiva, los trabajadores en negro habrían tenido según el Indec, un incremento salarial superior al de los trabajadores registrados, tanto del sector público como del privado. Como decíamos en el libro La economía argentina en su laberinto, “resulta sorprendente la tendencia que presenta el INDEC [para el salario de los trabajadores no registrados]. Especialmente dudosos aparecen los resultados de los últimos años, ya que según se puede inferir de las propias estadísticas de empleo que surgen de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), los trabajadores no registrados vienen siendo los más golpeados por el deterioro económico, siendo los que explican la caída en el empleo registrada desde 2013 hasta la fecha”.

Ahora, en vez de producir estadísticas más confiables respecto de lo ocurrido con los ingresos de los trabajadores que se encuentran excluidos del sector formal, el Indec de Macri resolvió la cuestión mediante un trámite más sencillo: limitó el Coeficiente de Variación Salarial a los trabajadores registrados. El resultado: un tercio de la clase trabajadora queda en un apagón estadístico permanente.

Podemos tratar de suplir esta ausencia de datos recurriendo a lo que dice la EPH. Si tomamos lo que ganaba el 60 % de la población de menos ingresos según la ocupación principal según el último dato disponible, para el tercer trimestre de 2016, cuando alcanzaba los $ 10.000, vemos que el aumento fue de 26,5 % respecto de un año y tres meses antes (segundo trimestre de 2015). Aunque falta conocer lo que ocurrió en la segunda mitad del año pasado, todo indica que acá la pérdida de poder adquisitivo podría haber sido bastante mayor incluso que la registrada por los sectores de trabajadores registrados que más perdieron. Lo cual resulta bastante obvio si tenemos en cuenta que algunos de los sectores de la economía que más cayeron son los que se caracterizan por tener una mayor proporción de trabajadores en negro, como el textil o la construcción.

La canasta básica y el “sinceramiento”

Otra cuestión a tener en cuenta es cómo impactan en el poder adquisitivo y en las pautas de gasto de los trabajadores los abruptos cambios registrados en algunos precios durante el último año. En primer lugar, tenemos el caso de los servicios públicos, que en la Ciudad de Buenos Aires tuvieron aumentos promedio de 150 % (pero acercándose en algunos casos al 300 %). Pero también, con gran disparidad, algunos alimentos llegaron a aumentar 80 % (mientras que en el área porteña la Canasta Básica Alimentaria aumentó 34,8 % en 2016). En el contexto de estos cambios, los trabajadores son forzados reajustes en sus gastos que son captados plenamente comparando la evolución de los salarios nominales con el índice de precios.

Conclusión: aunque la negociación colectiva en 2016 concluyó con una caída salarial promedio de 6,5 %, la pérdida de poder adquisitivo para la mayor parte de los trabajadores supera holgadamente dicho porcentaje. Por si esto fuera poco, mientras el presidente se felicita por un supuesto fortalecimiento de los derechos sociales durante su mandato como afirmó ayer en el Congreso, un tercio de los trabajadores quedan sometidos al “apagón estadístico”. Casualidad o no, se trata seguramente de los que más perdieron este año y tres meses y que engrosaron el millón y medio de nuevos pobres que produjo Macri, aunque la magnitud del retroceso de su poder adquisitivo sólo podemos calcularla de forma indirecta.

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