El Gobierno vuelve a impulsar la contrarreforma laboral

Jorge Triaca adelantó que en mayo volverá a impulsar la reforma laboral. Pero después de meses de caída de imagen del Gobierno y el malestar por los tarifazos, querrán pasar la reforma “en cuotas”.

El ministro de Trabajo –que fue altamente cuestionado por mantener a una empleada en negro a su servicio- volvió al ruedo con la reforma laboral. En diálogo con periodistas afirmó que en mayo el Gobierno presentará un plan para pasar la reforma laboral, que ahora será dividida en cuatro proyectos.
El Gobierno tuvo que recalcular su “reformismo permanente” después del diciembre caliente, cuando miles salieron a la calle durante dos jornadas para repudiar la reforma previsional que significó un saqueo a los jubilados. Por eso, ahora, tiene que dividir el ataque que implica la reforma laboral, en cuatro proyectos separados.

También a partir de la debilidad del Gobierno –acentuada ahora por el descontento por los tarifazos que llevó incluso a cortocircuitos en la coalición gobernante- es que Triaca adelantó que primero presentarán un proyecto para el “blanqueo laboral”. El ministro remarcó que presentarán esto primero “porque hay más consenso”. Seguramente en cuanto al “consenso” se refería a la CGT.

Pero el “blanqueo”, en los hechos, implica más beneficios para los empresarios. Primero, sólo se reconocerán 5 años de antigüedad en el trabajo para calcular los aportes jubilatorios, pero la mayoría de los trabajadores que se encuentran bajo esta modalidad llevan años en negro; hay quienes trabajan fuera de los papeles hace 10, 15 o 20 años.
En segundo lugar, los empresarios que hayan tenido una parte o la totalidad de sus trabajadores en negro no sólo no tendrán ninguna sanción sino que quienes blanqueen al personal durante los primeros 6 meses de aprobado el proyecto tendrán “un beneficio del 100 %”.

Es decir que los empresarios que se beneficiaron de mantener en negro a los trabajadores, pagando salarios mínimos por fuera de convenio, sin hacerles los aportes jubilatorios y obra social, no tendrán ninguna sanción y además se los premiará.

Pero para los trabajadores, se les pone condiciones. Si deciden ir a juicio por los años en los que se los mantuvo en la ilegalidad perderán la posibilidad del blanqueo. Se los obliga a renunciar al justo reclamo de que se les contemple la totalidad de los años que trabajaron sin recibir aportes.
Pero detrás del proyecto de blanqueo que supuestamente tiene “consenso”, hay más ataques a los derechos y conquistas de los trabajadores. El Gobierno (a pedido de los empresarios, obviamente) volverá a insistir en el “fondo de cese”, una suerte de fondo común empresarial donde aportarán por mes una cuota para que cuando decidan despedir personal, ni siquiera tengan que perder plata.

Las patronales obtienen siderales ganancias día a día (u hora a hora), por lo que, después de haberla juntado en pala explotando a sus trabajadores, cuando los despidan, les saldrá nada. Además Triaca no especificó de donde saldría la plata de ese “fondo de cese”. ¿Será de los salarios?

Para completar el paquete de contrarreformas que afectarán de manera directa a los trabajadores, se incluye un régimen de “pasantías”. Este punto tiene como principal blanco a los más jóvenes, quienes mayoritariamente acceden a su primer empleo trabajarán gratis o con muy bajos salarios, sin contrato de trabajo ni convenio colectivo. Una nueva forma de precarización laboral que significará un margen de ganancia exponencial para las empresas que la adopten.

Ante la debilidad del Gobierno, la CGT al rescate

Consultado por periodistas sobre las perspectivas de que pasen estos proyectos de contrarreforma, Triaca se mostró “optimista” ya que mantiene un “diálogo permanente” con los sectores “más importantes de la CGT” y también afirmó estar confiado por el consenso obtenido con la burocracia sindical alrededor de la contrarreforma en noviembre. Claro que en ese entonces todavía no había pasado la reforma previsional y el Gobierno no había pagado todo el costo político.

No tan seguros

De todas formas, el ministro de Trabajo, durante toda su intervención tuvo que repetir hasta el infinito que “hay consenso” que hay “diálogo” a la vez que aseguró que saben (desde el Gobierno) que las iniciativas tendrán cambios en el Congreso y que “no se casan con el proyecto”. Atrás quedó el fulgor triunfal de octubre que llevó al Gobierno a creer que estaba en condiciones de imponer sus proyectos sin costos políticos.

De hecho que el Gobierno tenga que arrancar la discusión con el proyecto de blanqueo, da cuenta de que no pueden avanzar todo lo que quisieran en atacar los derechos laborales ni con los tiempos que les gustaría a los empresarios.

Este jueves los sectores sindicales más confrontativos, al menos discursivamente, con el Gobierno organizaron una "marcha de velas", más allá de lo limitado de la propuesta –con nulo poder de fuego considerando que los convocantes dirigen gremios de peso-, es un síntoma del descontento en amplias capas de la población, principalmente las mayorías obreras y populares.

Que el gobierno de Cambiemos ahora, horas después de la marcha, anuncie que avanzará con la resistida contrarreforma laboral, puede ser que, más que mostrar fortaleza, ocultar la debilidad y mostrarse como un gobierno con autoridad y que va al frente. De ser esta la “estrategia” oficial, puede meterse en un camino muy espinoso con resultados inciertos.

El Gobierno presionado por el gran capital se ve en la necesidad de avanzar como sea en su objetivo máximo; atacar las condiciones laborales de millones, quitando derechos básicos y precarizando aún más las condiciones de trabajo. Pero hacerlo apurado, corrido también por las elecciones del año que viene, pude transformarse en un arma de doble filo. (LID)