A esta democracia la sostienen con represión y presos políticos

Por todas partes vemos cómo los gobiernos persiguen y encarcelan a luchadores populares. Es algo que hacen en forma sistemática distintos gobiernos capitalistas, tanto dictatoriales como democráticos, como recurso para sostener el sistema de explotación que defienden. Así, el gobierno del partido socialista en España, claro ejemplo de la democracia capitalista, es un adalid de la persecución política y la tortura que mantiene en las cárceles a centenares de luchadores vascos con durísimas condenas.

En nuestro continente, la política de terrorismo de estado que impulsa la burguesía colombiana contra su pueblo, se sostiene también en el régimen democrático del capitalismo. Allí el funcionamiento de un poder de justicia, el llamado a elecciones periódicas y demás características del régimen democrático, son la base sobre la que se desarrolla una cruenta persecución contra el pueblo que incluye ejecuciones, desapariciones, torturas y miles de presos políticos.

La colaboración prestada por numerosos gobiernos para la persecución y extradición de luchadores populares, no pone límites entre los distintos representantes del capitalismo latinoamericano. Alcanza a gobiernos como los de Argentina o Venezuela, que han colaborado en la entrega de luchadores (vascos, colombianos, chilenos...) para que sean encarcelados en sus respectivos países o extraditados a EEUU.

En nuestro país, otro claro exponente de la democracia capitalista, la persecución política se acrecienta: en el período kirchnerista se ha llevado a la cárcel a más de 100 presos políticos, y hoy siguen tras las rejas Roberto Martino, Karina (la Galle) Germano, Carlos Olivera y Manuel Arias. Es que la política kirchnerista de defensa de los intereses patronales que incluye la cooptación y el reparto de las sobras de las ganancias multimillonarias, se sostiene también en base a la represión. Con el gatillo fácil, las torturas y las detenciones arbitrarias buscan disciplinar al pueblo trabajador para evitar su organización y lucha. A los trabajadores cuando dan pelea, los persiguen, les mandan la patota, les arman causas... Y en general, avanzan en la persecución contra el activismo, multiplicando por miles los procesados por luchar, aumentando los presos políticos y asesinando a numerosos luchadores.

La gravedad del marco represivo nos plantea la urgencia de sostener y ampliar la organización para enfrentar los ataques contra el pueblo y luchar para conseguir la libertad de todos los presos políticos. Y al mismo tiempo, el reconocimiento de que esta represión es un recurso propio y necesario para el sostenimiento del capitalismo, nos plantea la necesidad de organizarnos para orientar nuestra lucha contra las patronales y sus gobiernos, que no dudarán en seguir apelando a la represión para defender sus privilegios.

¡Libertad a los presos políticos!