Desconocer obcecadamente la realidad e importancia del campo a través de la historia, de nuestro tiempo y aún del futuro, ignorar que lo que es malo para el campo es malo para el país, es desconocer la naturaleza de la sociedad en que vivimos, que es la misma de siempre y la misma que habrá de continuar hasta la consumación de los siglos, no obstante su continua mutación de formas, metodologías y modernizaciones.
Nadie piense que el campo es un elemento estático y retrogrado de la (…)