El empleo registrado cayó en enero: 8600 puestos menos. Desde 2023 se perdieron 236 mil. Además crece la precarización, con el monotributismo a la cabeza.
Los datos oficiales son malos, pero aun así uno cree que son poco creíbles. ¿Solo se perdieron 8600 puestos de trabajo en enero? ¿Solo 236 mil desde que asumió Milei?
Si uno repasa los despidos en el Estado o en muchas empresas, no cierra. Bridgestone, FATE, Toyota, VW, Acindar, Avon, Petróleo, Metalúrgicas fueguinas, Río Tercero, Frigoríficos y una larga lista.
El resultado es una comparación con la creación de puestos, es cierto, pero no estamos viendo nuevos laburos. Ni el gobierno lo promociona.
Lo cierto es que los datos suman otra mala noticia a la política económica de La Libertad Avanza. Al aumento de la inflación, el fracaso de la política monetaria o la caída del consumo, se suma el desempleo. De hecho, las encuestas de opinión pública ya empiezan a ubicar a “la desocupación” como tercera preocupación de la gente.
Según el informe, la mayor pérdida de puestos fue en el sector privado. Construcción, agricultura, hoteles y restaurantes, minería, entre los que reflejan mayor caída. También cayó el empleo público, con las olas de despidos en dependencias nacionales esenciales, y en “casas particulares”, aunque la enorme mayoría de las trabajadoras no está registrada.
Esta caída se “cruza” con un aumento de la precarización. El trabajo informal ya llega al 42%, pero además crecen distintas formas de fraude laboral: los monotributistas crecieron un 0,5% en enero (9.600 nuevos), más de 40 mil si se toma todo el período.
La “recuperación” que promociona el gobierno (y nunca llega), ¿traerá una recuperación del empleo? Es dudoso. Lo que denuncian muchos delegados es que las empresas están despidiendo para retomar la producción con menos gente. Es lo que pasa en el neumático, las automotrices y ramas metalúrgicas. O sea el aumento de la ganancia empresaria por la vía de mayor explotación.
Los datos además destruyen el argumento de Milei, que dice que su ajuste y sus reformas estructurales iban a crear empleo y crecimiento. Solo traen recesión, desocupación y hambre.
El FMI apoya esta política, incluso pide una reforma laboral que abarate aún más los despidos y ataque la negociación salarial por rama. Solo pide que se mantenga la asistencia social (AUH, Tarjeta Alimentar) que mantienen en la supervivencia a la clase trabajadora, a lo sumo como un “ejército industrial de reserva” que permite presionar sobre quienes tienen trabajo para que acepten peores condiciones y sueldos. (L.I.D)
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