Femicidio: Lo que no hizo la justicia en dos meses, lo hizo un padre desesperado, encontró las prendas que faltaban

La escena es desoladora: un padre rastrillando con sus propias manos el lugar donde su hija fue asesinada.

Desde el momento en que encontró el cuerpo de su hija Edith, Reynaldo Román, cacique wichi de la comunidad Betania, tuvo que lidiar con la negligencia y el abandono del Estado. La policía llegó tarde. Criminalística tardó más de 12 horas en presentarse. Los rastros de los asesinos se desvanecieron bajo la lluvia.

Después de ver el cuerpo de su hija, Reynaldo, sin ser detective, ni un perito forense, en dos meses logró lo que la policía no hizo: encontrar las prendas de Edith y un envase que habría sido utilizado por los femicidas.

La adolescente indígena de 17 años de edad, fue encontrada asesinada el pasado 13 de diciembre en una zanja del anillo de protección en el paraje La Gracia, en jurisdicción del municipio de Santa Victoria Este.

La víctima es hija de padre wichí y madre chorote-wichí, residía en la Comunidad San Anselmo junto a su hermana mayor de edad, por motivos escolares. El padre dijo a InfoSalta que la adolescente fue encontrada asesinada cerca de allí, camino a la Comunidad La Gracia y cerca de la Comunidad La Estrella, a 50 metros de la ruta provincial 54, en el tramo entre Santa Victoria Este y Misión La Paz, la última localidad argentina antes de ingresar a territorio paraguayo, del otro lado del río Pilcomayo.

La joven fue hallada desnuda, golpeada y abusada sexualmente en el canal de agua. La autopsia confirmó que murió por asfixia por inmersión. Cuatro personas fueron detenidas, pero las fallas en la investigación dejan más dudas que certezas.

Ahora, su propio padre con mucho esfuerzo logró recuperar evidencia clave: “Encontré lo que ellos no pudieron en meses. Ahí está la ropita, ahí está todo lo que habían consumido”, dijo a InfoSalta Román.

El hallazgo del padre de Edith es una prueba dolorosa de esa realidad, en un país donde la violencia machista y el racismo estructural condenan a las mujeres indígenas a la muerte, la justicia se convierte en una lucha solitaria para sus familias.

“No me creían cuando les decía que había más pruebas. Tuve que salir yo a buscarlas”, denunció el hombre.

Estas son las imágenes que tomó del hallazgo y son la prueba más contundente del abandono estatal.

Una investigación llena de fallas

Desde el inicio, la causa estuvo marcada por la negligencia:

• La policía llegó tarde al lugar del crimen y no resguardó la escena.

• Criminalística tardó más de 12 horas en presentarse.

• No se realizaron rastrillajes exhaustivos, lo que permitió que evidencia crucial quedara en el olvido.

Ahora, con cuatro detenidos y un quinto sospechoso en la mira, el hallazgo de Reynaldo Román expone la falta de compromiso de la justicia con las víctimas de femicidio en comunidades indígenas.

La impunidad como norma

El femicidio de Edith no es un caso aislado. En las comunidades indígenas de Salta, las mujeres y niñas viven en un contexto de violencia extrema, agravado por el narcotráfico, el consumo de alcohol y la ausencia total del Estado.

Román y otros caciques de la zona denuncian hace años la falta de controles y la facilidad con la que el alcohol y las drogas llegan a los jóvenes. La justicia no solo llega tarde: directamente no llega.

“Nos sentimos abandonados”, advierten los caciques de la región.

¿Cuántas más?

El hallazgo de su ropa y de un envase en la escena del crimen deja en evidencia una verdad dolorosa: si la justicia hubiera hecho su trabajo, estas pruebas podrían haber sido clave desde el primer día.

Mientras su padre sigue buscando respuestas con sus propias manos, la pregunta sigue abierta: ¿Cuántas Edith más tendrán que morir antes de que el Estado deje de ser cómplice? (Infosalta)