¿Qué hacemos: exportamos nuestra producción o la consumimos localmente?. Esta pregunta, en forma explícita o implícita se propone aproximadamente desde los tiempos de Perón en los cuarenta, cuando las primeras acciones proclives a abastecer a la Europa en Guerra y después en postguerra fueron cambiadas hacia una estrategia de “enfriar”, usando una palabra de moda, o decididamente desplazar, por acción u omisión, la producción exportadora hacia el mercado interno; y en tiempos actuales esa pregunta, o si se prefiere, la respuesta favorable al consumo de esa pregunta, se repite con las actitudes del Gobierno Nacional que busca deliberadamente disuadir las exportaciones para no comprometer el consumo interno.
Se dice que Leonardo, celoso de Miguel Ángel, dobló un grueso hierro delante suyo desafiándolo a enderezarlo, ante lo que Miguel Ángel respondió: “¿por qué tengo yo que enderezar los hierros que tú tuerces?...”. Parafraseándolo, podríamos decir: “¿por qué debemos responder a las alternativas propuestas cuando a lo mejor la pregunta correcta no es ésa?”, algo así como: “por qué focalizar nuestra atención en la disputa sobre el Palacio Municipal solamente en las cifras en juego, cuando la pregunta más relevante es si el Palacio en sí es pertinente dado que la tendencia universal es a la desconcentración de los servicios municipales, no a su centralización”.
En nuestro caso, la pregunta pertinente es: “¿son necesariamente sustitutivas entre sí la producción para el consumo interno y la exportación?”. Claramente, la respuesta es NO. ¿Por qué?. Porque parece que todavía algunos actores no han advertido que nuestra tierra permite alimentar a muchos más millones que los cuarenta que la habitamos: la feracidad de nuestras tierras y la competencia de nuestros productores posibilitan que podamos producir muchísimo más de lo que consumimos y por añadidura no todo lo que producimos y/o podemos producir nos interesa consumirlo, como el poroto o el ahora famoso “yuyo”...
¿Por qué entonces el Gobierno Nacional está tan empecinado en que el campo no produzca si encima le cobra retenciones de las que no rinde cuenta a nadie?. ¿Acaso no cobraría lo mismo, sin pelearse con nadie, alentando una mayor producción con el mismo porcentaje de retenciones anterior, en lugar de menos producción con el nuevo y confiscatorio porcentaje?.
Las respuestas a estas preguntas parecen en principio obvias, porque claramente limitar la exportación no necesariamente mantiene constante la producción, por ejemplo en la carne vacuna, ya que los productores que no pueden recibir los precios internacionales buscarán otros cultivos más rentables, como efectivamente lo hacen, con lo que en lugar de MÄS carne al mercado interno hay MENOS y no casualmente, pese a todos los esfuerzos oficiales, la carne sigue aumentando...
Decíamos que las respuestas a estas preguntas deberían ser obvias y en cambio no es en absoluto evidente por qué el Gobierno Nacional insista con sus enfoques. Lamentablemente, la explicación de este comportamiento no se puede encontrar en los manuales de economía, por lo que sentimos no poder proporcionárselas al amable lector.
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