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El presidente offshore

En menos de seis meses, el presidente que llegó con la bandera de la transparencia aparece involucrado en un desfalco de envergadura.

14 de junio de 2016| Claudio Katz |

Macri llegó a la presidencia con banderas de transparencia y eliminación de la corrupción y ya está involucrado en un desfalco de envergadura. Los Papeles de Panamá destaparon su titularidad de empresas off shore que nadie constituye por motivos lícitos. Por esta razón el presidente no las incluyó en su declaración de impuestos. Inicialmente intentó negar su participación en esas compañías y finalmente aceptó su presencia en una (Fleg Trading). Pero luego apareció otra (Kagemucha) y en total serían siete.

Macri afirmó que las firmas fueron creadas para realizar una inversión posteriormente desechada en Brasil. Pero no explicó por qué motivo ese emprendimiento requería generar un fondo intermediario en Bahamas. Declaró que la empresa se disolvió sin realizar actividades, pero hay evidencias de gran movimiento de dinero.

La falsedad siguiente fue más ridícula. Macri argumentó que ejerció un papel ocasional como director por pedido familiar, como si ese cargo no entrañara responsabilidades. Minimizó su labor señalando que no fue accionista omitiendo la irrelevancia de esa función. En las firmas off shore las acciones son al portador y sus tenedores son tapados o ficticios. En cambio el director adopta decisiones y es muy sospechoso que no declare ingresos por ese rol.

Una investigación elemental de los movimientos de las firmas revelaría rápidamente lo que se está ocultando. Las off shore se crean para mantener ese secreto. Pero como presidente del país debería ser obligado a mostrar qué hay detrás de esas empresas.

Prontuario del grupo

Las motivaciones del ocultamiento saltan a la vista: el grupo Macri siempre protegió su fortuna en guaridas del exterior. Al principio fue Italia (Lugano) y luego Bahamas o Panamá. Ya circulan varias hipótesis sobre las razones del último escondite.

El emporio familiar ha sido afectado por numerosos conflictos que condujeron a la división del patrimonio en tres partes (Macri Group, Sideco Americana, Constructora Iecsa). Las firmas off shore son utilizadas para administrar esas tensiones sin ningún control del fisco.

Algunos piensan que con esa pantalla se lavó el dinero de ventas ficticias al pariente Calcaterrera o que esa transferencia ocultó testaferros. Otros consideran que se enmascararon las propiedades de Mauricio para sortear incompatibilidades con su rol de intendente y presidente. En ambos cargos ha firmado licitaciones a favor de otros miembros del clan.

Los pases de propiedad y las ventas simuladas entre empresas están incorporados a las transacciones corrientes de un grupo que perpetró incontables fraudes. En 1982 lucraron con el endeudamiento en divisas y el posterior rescate oficial de varias empresas (Sideco, Pluspetrol, Socma, Iecsa, Dragados y Obras Portuarias). En 1989 cobraron sobreprecios por contratos de recolección de basura (Manliba). En 1995 realizaron un gran contrabando de autopartes en el sector automotor (caso Sevel) que fue descubierto, corroborado y luego perdonado por los jueces menemistas.

La secuencia de estafas continuó con el cobro de peajes en rutas sin ninguna contrapartida de inversión y con la fuga masiva de capital durante el colapso del 2001. La familia se benefició también con la pesificación asimétrica (2002) y con la privatización del Correo mientras esa operación generó ganancias. Durante la era K obtuvieron lucrativos contratos de obra pública.

Los Macri se han enriquecido a costa del estado. Se especializaron en la gestión de coimas y en la obtención de subsidios oficiales para financiar sus quebrantos. Como fracasaron en muchos negocios lograron diseñar auxilios a su medida con los funcionarios de turno. Con ese auto-socorro en mente Macri impulsó la creación de firmas off shore en la ciudad y ahora prepara un blanqueo general de capitales.

El adalid de la transparencia no distingue mucho la frontera entre lo público y lo privado. Su actual secretario legal y técnico (Clusellas) dirigió el estudio encargado de gestionar las operaciones off shore del grupo familiar.

Otro personaje del mismo entramado que maneja la intendencia de Lanús (Grindetti), creó una off shore en Panamá con poder para operar en Suiza, durante su gestión como ministro de Mauricio en la ciudad. Algunos sospechan que también esas cuentas incluyen dinero de los Macri.

La corrupción es un dato cotidiano del gobierno actual. Ahora sabemos que la “Ceocracia” gobernante es también una “Off-shorecracia”, que transfiere al exterior la ganancias obtenidas en el país.

La norma de fugar y evadir

Macri ha contado con un gran blindaje para frenar el escándalo de sus empresas off-shore. Garantiza ante todo su impunidad a través de la oficina anti-corrupción. En lugar de iniciar una investigación de los papeles de Panamá ese organismo repite los pretextos del presidente. También obtiene amparo de la Unidad de Investigación Financiera, que ha sido copada por banqueros expertos en la fuga del capital.

Macri aprovecha con la protección del arco político patronal que rechazó en el Congreso un pedido de informes sobre su patrimonio. Carrió se autoerigió como jueza del problema y ya dictaminó la inocencia del sospechado, a partir de inconsistentes documentos que le acercó el padrino Franco.

Pero la principal cobertura del presidente proviene de los grandes medios de comunicación, que ocultan la repercusión internacional de las revelaciones de Panamá. La Nación silencia el tema a pesar de integrar el circuito de diarios que destapó el escándalo. Como los propietarios del periódico tienen una firma off shore semejante a la familia Macri el silencio contribuye a la auto-preservación.

Los medios también aportan argumentos para justificar lo indefendible. Afirman que Macri sólo cometió un involuntario error al omitir información impositiva, cuando es evidente la intencionalidad fraudulenta de crear un sello fantasmal en el exterior.

Afirman que esas empresas son “legales”, omitiendo el curioso status de compañías forjadas en un país para violar las normas vigentes en otro. Además, olvidan que la frontera entre lo lícito y lo ilícito es muy borrosa en paraísos que administran la evasión de impuestos junto al tráfico de drogas.

Otras justificaciones señalan que abrir un cuenta off shore “es normal” en un país carente de “confianza, seguridad o reglas claras”. Con ese argumento presentan a los responsables del vaciamiento financiero como inocentes víctimas. Presuponen que los capitalistas tienen derecho a no pagar los impuestos que tributa el resto de la ciudadanía.

Pero el grueso del oficialismo no pierde tiempo en explicaciones. Recurre a la vieja coartada de remitir el problema a los tribunales. Repiten el llamado a que “la justicia investigue”, sabiendo que por ahora ningún juez tomará el caso en serio. Los principales magistrados son servidores del gobierno de turno que congelan las demandas comprometedoras. Sólo retoman esas causas cuando los presidentes pierden poder.

Siguiendo esta regla los jueces protegen actualmente al oficialismo, mientras arremeten contra el kirchnerismo. Taponan los Papeles de Panamá y todos los días descubren algún nuevo desfalco de la era K.

Bastaría hurgar un poco en los contratos que suscribió Macri intendente con sus familiares (Calcaterra) y amigos (Caputo), para descubrir el mismo mecanismo de enriquecimiento que engordó a Báez. Incluso podría notarse que esas compañías fueron las principales socias del santacruceño.

Los íntimos del presidente ganaron dudosas licitaciones, manejaron el 30% de las obras de la ciudad, no concluyeron los emprendimientos prometidos y obtuvieron insólitos permisos de construcción en áreas privilegiadas. Ahora se disponen a lucrar con la ampliación del monto de contrataciones oficiales directas.

La misma doble vara rige la causa del dólar futuro. Un juez de la servilleta acusa a Cristina por grandes pérdidas del estado, en los contratos que compensaban una devaluación cantada. Pero los capitalistas próximos al gobierno que lucraron con la misma operación son exculpados (Caputo, Torello, Quintana).

Todo sirve para acallar los Papeles de Panamá.

El kirchnerismo entrampado

El kirchnerismo motoriza las denuncias del negocio offshore para contrarrestar la avalancha judicial que Macri promueve contra Cristina. Cuestionan la doble vara que se ha instalado para juzgar a ambas figuras. Los errores involuntarios del primero son contrastados con las malversaciones premeditadas de la segunda.

Este contrapunto es alentado por un sector derechista (Carrió), que pretende afianzar al gobierno con el discurso de la herencia y la venganza anti-K. Otra fracción (Pinedo) prefiere concertar con el peronismo. Los jueces aceleran o frenan las acusaciones contra Báez en función de esa disputa.

El kirchnerismo sugiere que todos los dólares contados en la Rosadita son irrisorios en comparación a los desfalcos perpetrados por la familia Macri. Detalla los fraudes de su rival, pero se muestra muy reticente a aclarar lo ocurrido en el propio campo.

Esta postura le impide al kirchnerismo hablar seriamente de la corrupción. Ensayan un relato inverso al macrismo exculpando a Cristina de todo. Aceptan que Báez, Boudou o Jaime cometieron irregularidades, pero niegan cualquier ilegalidad del matrimonio Kirchner. Es la misma actitud que adoptan los hombres del PRO para eximir a Mauricio de todas las anomalías cometidas por su padre.

Los indicios de complicidad del Néstor (como gobernador y presidente) con las estafas de Báez son abrumadores.

En ese entramado participaron colaboradores financieros del ex presidente (Clarens), que abrieron cuentas en Estados Unidos, España, Uruguay y Panamá. Un ex secretario de Néstor (Daniel Muñoz) figura en el mismo listado off shore que compromete a Macri. El estudio panameño que organizaba los fraudes asesoró a Báez, pero toda la operatoria se habría descontrolado con el ingreso de varios aventureros al manejo del lavado (Fariña, Elaskar).

Estas denuncias tienen la misma solidez que las acusaciones sobre la familia Macri. El malabarismo K para cuestionar un caso omitiendo el otro genera infinitas inconsistencias.
Los niveles de corrupción de ese período estuvieron muy lejos de la fiesta menemista o del robo organizado de la dictadura. Pero incluyeron numerosos fraudes por parte del grupo que manejó las contrataciones públicas.

Al minimizar estos fraudes afirmando que “Macri es peor” se olvida que ningún robo puede ser convalidado con argumentos de “mal menor”. Quiénes afirman que “hubo corrupción pero se favoreció al pueblo” agachan la cabeza frente a la cleptocracia y repiten la vieja resignación ante los que “roban pero hacen”. Esa actitud impide revisar todas las falencias del kirchnerismo.

El boomerang de la corrupción

Macri supone que sorteará los efectos del escándalo de Panamá. Pero por la misma causa ya renunció el primer ministro de Islandia y Cameron se encuentra bajo asedio en Inglaterra. También dimitió un ministro de industria del gobierno derechista de España que ponderan todos los seguidores del PRO.

Las empresas off shore representan una pesada carga para el futuro político de Macri. El establishment utilizará esa carta para evaluar su gestión, acallando o potenciando las consecuencias de esa irregularidad según el curso que adopte su gobierno.

Pero el destape de Panamá también indica cuán riesgoso es utilizar la bandera de la corrupción para cualquier operación política. El estandarte que esgrimen los políticos reaccionarios para socavar a los gobiernos progresistas de Sudamérica se puede convertir en un boomerang, si la cruzada continúa bajo el mando de corruptos tan descarados.

Macri es un ejemplo de esa contradicción y carece de autoridad para exigir transparencia. Pero un contrasentido mucho mayor se está gestando en Brasil, luego de golpe consumado por una pandilla de bandidos.

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