Cuando la política no es un arte

Si hay un discurso común en boca de la mayoría de los políticos, seguramente es aquel que hace referencia a la demanda de una nueva forma de hacer política y todos o casi todos, mas allá de sus antecedentes y precedentes, no dudan en constituirse en la expresión de esa demanda social.

Los acontecimientos de Tartagal, constituyen un muestrario imperdible de los vicios y miserias de aquellos, que solo ven en la política, una oportunidad de carácter individual, trocando de esa manera la esencia misma de la práctica política, que en su etimología y concepción, tiene como fundamente el concepto social involucrativo, entendiéndose esto como la búsqueda de ser parte de ...

Las obras que se prometen en nuestra ciudad, parecen haber adquirido importancia más que por ellas mismas, por quien se autoadjudica la paternidad de su realización, esta actitud constituye a no dudarlo un delito de lesa ciudadanía, porque si hay algo que caracterizo al horror vivido, fue indudablemente la voluntad de no rendirse que evidencio como nunca, una población siempre mas cerca del divisionismo que el integrismo, pero que en esta ocasión saco chapa de comunidad.

Quienes pretendan convertir un logro social en algo de propiedad individual, transitan el camino de la mediocridad, que es propio de aquel que pretende insuflar una personalidad con retazos imaginativos totalmente disociados de la realidad.

Por ello la pretendida usurpación local de un logro social, reflejada en publicidades por parte de quienes gobiernan Tartagal, que exaltan hasta el hartazgo el culto a la personalidad, más propios de modelos no democráticos, terminan asomando como una caricatura de mal gusto, mas aún con pretendidos afanes reelecionistas, sin percatarse que muchos vecinos tienen sus casas colgadas del precipicio.

Por ello ante estos desatinos con pretensiones mediáticas, siempre es bueno recordar a quien no solo es uno de los mayores escritores latinoamericanos, sino también un exquisito descriptor de lugares comunes, me refiero a Gabo Márquez, quien suele decir que el ser humano no es solo lo que ha vivido, sino lo que recuerda haber vivido y los tartagalenses todavía tenemos frescos esos recuerdos, obviamente acompañados de un dolor que estas actitudes no disipan.