Las cosas son sencillas, pero cuando el común de los habitantes anda dado vuelta por la peor droga imaginable - la propaganda fascistoide - la cosa es mortal. Lo peor es que los drogadictos de la mano dura y la inseguridad, no tienen remedio. No se puede hacer nada por ellos y en general hay que hacerlo contra ellos. Los noticieros están llenos de señoras, señores, pibes incluso, que exhiben el estado típico de alienación que condujo a la aceptación del delito de merodeo, por ejemplo.
Son los (...)