Dolor. Como una mancha directa al corazón, como ese golpe tan duro, yo no sé. Y la Tupac que te deja esta lágrima eterna, Néstor Kirchner. La piedra húmeda de tanto dolor. Y las palabras que son tan poco, tan nada. Tanta ausencia, ahora. Hermano y padre y, hasta hijo de nuestras viejecitas amautas, todos uniendo manos, te lloramos.
Néstor Kircher, desde el alma.
Puta que la parió a la muerte. Eso se puede decir. También que esa desdicha nos hizo comprender de un solo golpe, hasta donde eras (...)