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Una filtración del Pentágono daña el poderío de EE. UU. y evidencia su papel en Ucrania

En 1967 el entonces secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert McNamara, creó un grupo especial de investigadores para escribir la historia de la participación de Estados Unidos en la guerra de Vietnam. Lo que nunca se imaginó el jefe del Pentágono es que esa historia, llena de mentiras que involucraban a cuatro presidentes, desde Harry Truman hasta Lyndon Johnson, iba a salir a la luz pública.

12 de abril de 2023

En 1971, Daniel Ellsberg, un joven historiador que integraba la “task force” encargada de fabricar una gesta gloriosa en la historia del imperialismo norteamericano, copió unas 7000 páginas de esos escandalosos archivos militares, y entregó una copia a Washigton Post y The New York Times, que los publicó amparándose en la primera enmienda.

La publicación de los llamados “papeles del Pentágono” tuvo un efecto electrizante para el movimiento antiguerra que venía desarrollándose en el marco de un hartazgo generalizado con una guerra cada vez más impopular. Faltaban aún cuatro años para la derrota de Estados Unidos en Vietnam (1975) pero sin dudas ese fue un punto de inflexión.

A más de 50 años, en una entrevista a Daniel Ellsberg realizada por New York Times a fines de marzo, el periodista le pregunta, casi de manera profética, por qué no había habido más “Dan Ellsbergs”, teniendo en cuenta que cientos o quizás algunos miles de personas tienen acceso a documentos probatorios de la actuación del estado imperialista norteamericano, reñida con la moral del ciudadano medio.

Esto con las contadas excepciones de Chealse Manning que filtró miles de documentos sobre las atrocidades cometidas por Estados Unidos en las guerras de Afganistán e Irak –incluidas las torturas de Abu Ghraib- conocidos como “Wikileaks”. Y unos años más tarde, la publicación por parte de Edward Snowden de los documentos de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, que entre otras cosas mostraban cómo el imperialismo norteamericano espiaba no solo a enemigos sino a aliados, entre ellos Angela Merkel.

Este enigma, que Ellsberg no pudo responder con certeza –citaba el temor a ir a prisión, lo que efectivamente le ocurrió a Chealse Manning y a Julian Assange que los publicó- parece haber sido resuelto por la realidad.

Sin la épica setentista y con la velocidad y el anonimato de Internet y redes sociales, ha ocurrido una nueva filtración masiva de documentos clasificados del Pentágono, principalmente sobre la guerra de Ucrania.

Estos archivos comenzaron a circular por Twitter, Telegram, 4chan, Discord, y quién sabe cuántas otras plataformas, a fines de febrero, aunque la filtración tomo estado de calamidad para la administración Biden recién en abril. El nivel de confidencialidad es variado, desde algunos menos sensibles hasta los superclasificados que siguen llevando el sello “Top Secret” o “NOFORN” (es decir, que no pueden ser conocidos por funcionarios extranjeros).

Poco se sabe hasta ahora de la fuente de la filtración, por estas horas discretamente buscada por el departamento de Justicia y el Pentágono. De igual modo, los motivos y sobre todo los objetivos – y en última instancia a quién beneficiará- son objeto de especulaciones varias. Al igual que la dimensión del desastre.

Aparentemente se trataría de documentos fotografiados cuyo rastreo en las redes sociales conduce a usuarios de Discord. La lista de sospechosos, que incluye streamers y comunidades de gamers (en particular del popular Minecraft) habla por sí mismo de la desorientación de las agencias de inteligencia e investigación norteamericanas.

Después de negar el hecho, el gobierno de Joe Biden activó el modo control de daños. Aunque el libreto oficial es tratar de bajarle el precio e insistir con la supuesta adulteración de algunos documentos para “beneficiar a Rusia”, lo cierto es que el nivel de preocupación de la cúpula del poder político y militar imperialista, es objetivamente una admisión de que en gran parte se trata de información auténtica sobre las perspectivas de la guerra de Ucrania generada durante fines de febrero y principios de marzo para el Pentágono, la CIA, la Agencia Nacional de Seguridad y otros organismos estatales. Por esto los funcionarios norteamericanos ya hablan de que está en riesgo la seguridad nacional.

Los documentos contienen información sobre la evaluación del mando militar norteamericano sobre la marcha de la guerra en Ucrania, que en gran medida, como sucede muchas veces con la información de inteligencia, confirma lo que ya estaba prácticamente a la vista.
Para decepción de Zelensky, y en contraste con el discurso público guerrerista de que “Ucrania puede ganar”, los documentos expresan la profunda preocupación por la debilidad del ejército ucraniano para enfrentar una nueva ofensiva rusa. Entre otras cosas, se prevé que la capacidad de defensa aéra de Ucrania estará agotada para mayo.

El Kremlin encontró “interesantes” los archivos aunque en los blogs y canales de chats de los grupos más guerreristas y simpatizantes de Putin sospechan que puede tratarse de una “campaña de desinformación” de Estados Unidos.

Quizás uno de los elementos más reveladores es hasta qué punto la inteligencia norteamericana ha infiltrado las altas esferas del poder militar, y quizás también político, de Rusia. Entre los archivos hay información sobre posiciones rusas que permitieron ataques militares exitosos por parte del ejército ucraniano. Además de discusiones sobre planificación militar de los servicios de inteligencia rusos (el temido GRU) con el grupo Wagner.

Los archivos incluyen reportes sobre conversaciones de líderes mundiales, a los que Estados Unidos espió con tecnología satelital, como la negociación entre Rusia con Egipto y Turquía (este último miembro de la OTAN) para la compra de armamento, drones y municiones. E informes de inteligencia tanto sobre enemigos –como Irán y Corea del Norte- como sobre aliados, que van desde Gran Bretaña y Canadá, hasta Corea del Sur e Israel.

En cuanto al carácter de la guerra, la filtración no agrega ninguna novedad. Se trata de una guerra reaccionaria. El bando ucraniano bajo el comando de Zelenski está completamente dirigido por la OTAN, en particular Estados Unidos, que la usa como una “proxy war” para debilitar a Rusia, recomponer su liderazgo y alistar a sus aliados para un eventual enfrentamiento con China. Aunque también han quedado en evidencia los límites que encuentra para esta política. Mientras que Putin busca al menos restaurar su estatus de “gran potencia” al servicio de los oligarcas rusos. La alianza entre Rusia y China, se opone a la hegemonía norteamericana pero para defender un orden imperialista “multipolar”.

Todavía no está claro la dimensión que tiene la filtración, sobre todo, si además de la guerra de Ucrania incluye otros temas como los planes militares con respecto a China, en un momento de máxima tensión por Taiwán. Pero incluso si no siguieran apareciendo nuevos archivos, el daño al poderío norteamericano es la filtración en sí misma que deja expuestas las líneas de falla del estado imperialista. (LID) Por Claudia Cinatti

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