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Terror desde el estado

Noam Chomsky señala, con absoluta claridad, que “Estados Unidos -su país- es el verdadero estado ilegal, rechaza el cumplimiento de las normas internacionales, actúa unilateralmente y se abre paso violentamente a la hora de enfrentar los conflictos…”. Esta caracterización, del reconocido lingüista estadounidense, se ha visto, confirmada, una vez más, con el anuncio del inquilino de la Casa Blanca del supuesto asesinato de Osama Bin Laden en territorio pakistaní, con el total desconocimiento de las autoridades de esta nación.

Presentado como un “acto de justicia”, esta operación de la Agencia Central de Inteligencia -la siniestra CIA- se encuadra en la política de “crímenes selectivos” que llevan a cabo desde hace muchos años los gobiernos de los Estados Unidos, Israel y Colombia.

La mayoría de los países “occidentales y los aliados de Washington saludaron esta operación absolutamente ilegal que vulnera las disposiciones del derecho internacional humanitario, y constituye una expresión del terrorismo de Estado.

Nuestra Cancillería no se quedó atrás, y señaló que sería ofender a la dignidad humana estar en contra de este “crimen”.

Junto con la invasión a Irak y Afganistán, y los recientes bombardeos a Libia, Washington ha “autorizado” a sus “comandos especiales” a llevar a cabo secuestros, a torturar a las víctimas de estos y, en muchos casos, a hacer “desaparecer” a los secuestrados.

Desde principios de este siglo mas de 28 mil ciudadanos de diferentes nacionalidades han sido objeto de estos procedimientos ilegales, trasladados a prisiones clandestinas ubicadas en Egipto, Arabia Saudita, Barhein, Marruecos y Polonia, entre otros lugares, donde han sido sometidos a tratos crueles y aberrantes.

En estos días, y en el medio de la euforia de algunos sectores de la población estadounidense, la revista Time señaló que los primeros indicios que obtuvieron los agentes de la CIA, sobre el paradero del asesinado Osama, los obtuvieron mediante torturas en la Base de Guantánamo -territorio ilegalmente arrebatado a la Republica de Cuba a principios del Siglo XX mediante la Enmienda Platt- a prisioneros que pasan años recluidos, sin juicio, sin abogados defensores y sin ser visitados por sus familiares.

Cabría preguntarse ¿cómo comenzó esta historia que transformó a Bin Laden de socio del presidente Bush padre, en enemigo público número uno?

Haciendo memoria

Afganistán es un país de 650 mil kilómetros cuadrados y con una población de 26 millones de habitantes. Con una esperanza de vida de 47 años, un 80 % de analfabetos, 66% hombres y 94 % mujeres, hoy se ha convertido -desde la invasión de las tropas norteamericanas y de la alianza atlántica- en el principal proveedor de opio del mundo.

Convertido en estado tapón entre dos imperios -el ruso y el inglés colonial- consiguió librarse del protectorado de Gran Breña en 1919.

Fue el primer país en reconocer la Revolución de los soviets que había terminado con la Rusia zarista en 1917.

Las diferencias tribales generaron continuos enfrentamientos armados que la monarquía trataba de morigerar.

En la década del 60 se constituyó, en la clandestinidad, el Partido Popular Democrático, el que lideró la insurrección popular que derrocó al Rey Zahir Ahah, proclamando la República.

Mohamed Daud, asumió la presidencia, apoyándose en una naciente burguesía, y en sectores de la aristocracia.

En 1977 los militares depusieron a Daud y lo reemplazaron por Nur Mohamed Taraki que se encontraba en prisión, el que designó a Afisullah Amin como primer Ministro.

Este inició profundas reformas, introduciendo la alfabetización compulsiva, la abolición de la dote en el matrimonio y una reforma agraria profunda, lo que generó la oposición previsible de los señores feudales y de los líderes religiosos, que organizaron una guerrilla talibana.

Durante 1979 los movimientos guerrilleros se incrementaron y es en ese momento que se empieza a hablar de la organización Al Quadea y de Bin Laden.

Este era un importante millonario saudita, socio de George Bush padre, en una fábrica de armamentos, con estrechos vínculo con el complejo militar-industrial estadounidense y es convertido, por la Agencia Central de Inteligencia de este país, en el nexo con la guerrilla talibana.

Amin reprime la insurrección pero, al mismo tiempo se genera un enfrentamiento al interior del Parcham -el partido gobernante-que culmina con la ejecución de este y su reemplazo por Babrak Karmal.

El nuevo presidente solicita y obtiene apoyo militar soviético, lo que le permite consolidarse en el poder e iniciar una contraofensiva contra los insurrectos.

La intervención militar de la URSS, trasladó el escenario de la “guerra fría” al territorio afgano.

La respuesta fue el boicot a las Olimpiadas en Moscú, el embargo norteamericano a la venta de cereales, y otras medidas que tendían a aislar a los soviéticos.

Asimismo creció el apoyo norteamericano y de la OTAN a la guerrilla.

Cientos de millones de dólares se canalizaron a través de la organización de Osama Bin Laden y el territorio pakistaní se transformó en el santuario de los insurrectos.

Pakistán es y era el sexto país mas poblado del planeta con 170 millones de habitantes en una superficie de 800 mil kilómetros cuadrados.

Desde 1960 ha sufridos diferentes dictaduras militares, que lo han transformado en el principal aliado de Estados Unidos en la región.

Su intervención en la lucha contra la intervención de la URSS, le significó un incremento sustancial de la ayuda económica para el aparato militar al mismo tiempo que enriqueció a los jefes militares.

Las medidas reformistas que había iniciado Amin fueron retomadas por Karmal, que, al mismo tiempo, lanzó una ofensiva militar conjunta con las tropas soviéticas, logrando en 1986 capturar la mayor base opositora talibana en la frontera con Pakistán.

Sin embargo la enfermedad de este, y la imposibilidad de resolver por vía de la negociación el conflicto, al mismo tiempo que la retirada de las tropas soviéticas determinan que ya entrada la década del 90, los talibanes se hagan con el poder, del que fueron desalojados por la intervención militar de la OTAN, dirigida por Estados Unidos luego del ataque a las Torres Gemelas atribuido a la organización liderada por Osama Bin Laden, que pasó a ser, de un firme aliado de la Casa Blanca, a responsable del “eje del mal”.

Numerosos analistas teniendo en cuenta los antecedentes -Pearl Harbor y la Bahía de Tonkin, que sirvieron de pretexto para entrar en guerra con Japón en el conflicto mundial e intervenir en Vietnam en las décadas siguientes- dudan de que el ataque del 11 de setiembre no haya sido preparado para “justificar” la invasión a Irak y Afganistán, y para legitimar los asesinatos selectivos como el perpetrado a pocos kilómetros de la capital de Pakistán.

La ruta del opio

Cómo señaláramos al iniciar esta nota, Afganistán es el principal proveedor de opio del mundo, teniendo los mayores cultivos de amapola, desde la ocupación de las llamadas “tropas aliadas”.

La Agencia Central de Inteligencia estadounidense, con el Mossad israelí y los servicios de inteligencia franceses y alemanes son los que garantizan el tráfico de la droga hacia Europa, y otras regiones del mundo.

La ruta del opio asocia a dirigentes de los talibanes que protegen los cultivos, con las topas de ocupación que aseguran la comercialización.

Nuevamente Osama es o era socio de la CIA.

Ello explica la protección el líder de Al Qaeda por parte de los servicios de inteligencia pakistaníes y las características de la operación: no hay resistencia aparentemente, se asesina a Obama, su mujer e hijo. Se detiene a los custodios, pero no se entregan los datos de los mismos.

Se lanza el cadáver al mar, contrariando la tradición musulmana, y no se exhiben fotos del operativo.

Nos recuerda la forma como operaban los “grupos de tareas” de la dictadura genocida argentina.

Los pueblos de todo el mundo deben repudiar estos crímenes de lesa humanidad, y estas prácticas del terrorismo de Estado.

De no hacerlo legitimaremos la impunidad.

Manuel Justo Gaggero es abogado. Ex director del Diario “El Mundo” y de las revistas “Nuevo Hombre” y “Diciembre 20”.

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Diario de la criminalización de la protesta social en Salta - Marco Diaz Muñoz

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