Tartagal: cuando lo ridículo constituye el habito

Seguramente, esta agencia ha publicado diversos artículos sobre las actitudes del partido renovador en nuestra ciudad y así pasamos de la sorpresa de los primeros acontecimientos a la habitualidad de un gobierno que no parece reconocer límites en su accionar

El gobierno del arquitecto Valenzuela, delfín del diputado nacional Andrés Zottos, llego a la intendencia de Tartagal fruto del hartazgo ocasionado por los distintos gobiernos e intervenciones del partido justicialistas, con una supuesta intención de modificar las pautas del accionar político, pero en sus mas de 2 años de gobierno mostró una heterogénea imaginación para las similitudes y en especial en lo que se refiere al desprecio institucional.

Molesto por perder el manejo del concejo deliberante, donde con sus tres concejales, aliados con Mirta Miller del partido justicialista y Antonio Arzalan escindido del frente para la victoria, quedaron en minoría frente a los seis restantes ediles, que eligieron como presidente del cuerpo al opositor Ramón Saavedra, adoptaron una actitud mas propia de una comedia que de un cuerpo de la democracia.

Primero acordaron como actitud sistemática el no dar quórum, dado que el mismo requiere de 7 presentes y la asociación de los 5 ediles mencionados, privaba al resto de llegar a ese número, cuando sintieron que esa práctica los desgastaba ante la sociedad, idearon seguramente con un pobre y desvergonzado asesoramiento, que el presidente del cuerpo carecía de legitimidad, pues había sido elegido con seis votos y en su rebuscada tesis debía contar con la mitad mas uno de los votos y la mitad del cuerpo era cinco y medio, a lo que debía sumarse uno y daba seis y medio, obviando lógicamente, que por mayoría se entiende mas de la mitad y los seis votos de Saavedra eran mas que suficientes.

Así de esa manera pretenden inclusive anular todo lo actuado por el cuerpo desde la asunción de la oposición y obviamente reclaman a los cuatros vientos la necesidad de “ acordar “ o “ negociar “, mientras tanto el cuerpo no sesiona y el intendente gobierna sin controles ( objetivo real de la iniciativa ). Esto se agrava porque Tartagal no tiene Tribunal de Cuenta, ya que el arquitecto en sus mas de dos años de gobierno, nunca siquiera insinuó ponerlo en funcionamiento, por su aversión a los controles.

Pero esta historia no se agota en los hechos descriptos, el singular arquitecto, no provee los fondos correspondientes al cuerpo y los maneja a su propio arbitrio, como un arma de negociación, a la que no fueron ajenas la concejal justicialista mencionada y el escindido Arzalan, por lo que tenemos una ciudad con un cuerpo legislativo de mayoría opositora por decisión popular, pero sitiado por decisión ejecutiva y extorsionado en su funcionamiento.

Claro que estas prácticas ridículas que pretenden subestimar a los ciudadanos no se agotan en estos hechos.

Recientemente se conoció un comunicado de prensa oficial del municipio de Tartagal, referido a la carrera de enduro, donde manifestaban que nunca había recibido una petición formal por parte de los organizadores, cuando la realidad indicaba claramente que el día 03 de junio el director de deportes había recibido con su firma y sello oficial tal solicitud, dirigida al intendente, pero argumentaron que no era oficial porque no había ingresado por mesa de entrada, como si la firma y el sello del encargado de área fuera carente de valor.

Como se ve, Tartagal sigue un camino institucional sembrado de obstáculos, donde la política es substituida por la subestimación, como si los ciudadanos solo fueran un instrumento formal y donde lamentablemente, el fin justifica cualquier medio, inclusive los que aquí contamos.