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Mayoría de argentinos tiene mala impresión de EE UU

Embajador Wayne y fundaciones privadas tratan de embellecer imagen negativa del imperio

23 de julio de 2007| copenoa |

La crisis de 2001 llevó a su enésima potencia la mala imagen de Estados Unidos en nuestro país, que ya venía en baja desde su apoyo a Londres en la guerra de Malvinas. El embajador Wayne trata de revertir ese fenómeno, pero no puede.

La última medición de la consultora Latinobarómetro, que realiza encuestas en dieciocho países de la región, arrojó que el 72 por ciento de los argentinos tiene una mala opinión de Estados Unidos. El rol de los bancos norteamericanos en la crisis de 2001, el saqueo financiero provocado por el FMI bajo instigación de ese país y la guerra de agresión contra Irak no son ajenos a la formación de esa mayoría de opinión. También influyó en solidificar esa tendencia la complicidad de la superpotencia con la flota británica que recuperó a sangre y fuego las islas Malvinas, en junio de 1982, y el apoyo del Departamento de Estado para con el golpe militar de marzo de 1976.

Como sea, incluso periodistas pro estadounidenses hasta la médula, como Andrés Oppenheimer, están preocupados por la baja cotización de las acciones de la administración Bush en esta parte del mundo. Estiman que caerán más aún luego del fracaso del proyecto de reforma migratoria que ofrecía un tortuoso desfiladero a millones de inmigrantes para legalizar su situación. Y también por el fin de la potestad presidencial para negociar tratados de libre comercio por la “vía rápida”.

Desde cierto ángulo, la febril actividad del embajador norteamericano en Argentina para tratar de adecentar la imagen de las autoridades de su país mediante becas de diferentes tipos, confirma que en Washington son concientes de que tienen que mostrar un rostro menos animal.

Esos programas de intercambios llamados culturales y académicos –en el fondo muy políticos- ocupan a Earl Anthony Wayne casi tanto como el resto de su labor de lobby sobre los ministros de Néstor Kirchner para anudar buenos negocios para las multinacionales.

A veces la actividad promocional de Wayne cae en lo ridículo, como el 13 de julio último, cuando se fotografió con adolescentes argentinas, obviamente de clase media para arriba, que viajaban a EE UU para festejar sus quince años. El asunto le sirvió para pontificar sobre las presuntas bondades del sistema de visas de su país y elogiar el intercambio turístico. El único medio que reprodujo su columna de opinión fue “La Nación” (11/7). Allí se presentaba como un simple y agradable trámite el visado en su legación, algo bastante complejo y costoso, más aún por las trabas interpuestas después de setiembre de 2001 con el argumento de prevenir el terrorismo internacional.

Las alusiones a lo importante del intercambio (unas 250.000 personas al año que vienen aquí y 200.000 que viajan allá) se dieron de bruces con el informe de mayo ultimo del Departamento de Estado –al que se reporta Wayne- sobre las condiciones de inseguridad que supuestamente imperaban en nuestro país. La recomendación a los turistas yanquis era que tuvieran sumo cuidado en sacar billete a Buenos Aires porque había allí un aumento del “crimen callejero” y “los manifestantes bloquean calles y autopistas”.

Lavado de cabeza y robo de cerebros

Los intercambios llamados culturales que fogonea la embajada y fundaciones empresarias como Junior Achievement y Fundación Bunge & Born, con el sostenimiento de la Cámara de Comercio Americana (AmCham), apuntan en lo inmediato al lavado de cabeza de los jóvenes argentinos que cursan sus últimas materias del secundario y tienen cerca de los 18 años de edad.

Un ejemplo exitoso lo tuvieron en enero de este año con el programa “Jóvenes embajadores”, por el cual 50 muchachos de la región visitaron por dos semanas EE UU. En el lote había cinco argentinos, que con los demás viajeros fueron recibidos por la esposa de Bush, Laura, en la Casa Blanca.

“Pensaba que acá eran muy serios, cerrados, que no hablaban ni socializaban mucho. Y la verdad es que encontramos gente buena, abierta, amable; cambié mucho mi forma de pensar” dijo una becada correntina. “Fue un honor estar con la señora Bush”, manifestó el becado cordobés, que ya soñaba despierto con “volver a trabajar en Microsoft u otra de esas gigantes de la informática” (Clarín 27/1).

Del mismo tenor de trabajo político e ideológico es el programa acordado entre la embajada de Wayne, Junior Achievement y diversos colegios secundarios del país, por el cual becaron a tres jóvenes. Ocurrió en junio último y los chicos fueron a estudiar sobre “Liderazgo en la Libre Empresa”, organizado por el Centro Jesse Helms en la Universidad de Wingate, en Carolina del Norte.

El instituto mencionado lleva el nombre del senador de extrema derecha, coautor de la ley Helms-Burton de recrudecimiento del bloqueo estadounidense contra Cuba. Helms apoyó las dictaduras de Jorge R. Videla y Augusto Pinochet, la guerra sucia en Centroamérica, el golpe de Estado en Haití en 1991 del general Raoul Cedrás, etc. Para el racista senador, Martin Luther King “era un "comunista subversivo que servía a los intereses de la URSS y Cuba”.

¿A esas instituciones envían los directivos de colegios a nuestros jóvenes? ¿Les parece útil hacer programas de “Libre Empresa” siguiendo la matriz de los que provocaron las catástrofes de Argentina? ¿No es incoherente que la Universidad de Córdoba entregue el honoris causa a Fidel Castro en julio de 2006 y ahora envíe estudiantes del preuniversitario “Manuel Belgrano” al Centro Helms, apadrinado por quien agudizó el bloqueo ilegal a Cuba?

Muchos estudiantes y docentes realizan estudios en el marco del Programa de Intercambio Educativo con EE UU, organizado por la Comisión Fullbright de allá y de la Fundación Bunge & Born, cerealera multinacional. Por caso en este momento hay directivos de quince escuelas de EE UU haciendo una pasantía en la provincia de Córdoba, como parte de esa iniciativa coauspiciada por el ministerio de Educación provincial y la Agencia Córdoba Ciencia.

La Comisión Fullbright beca a profesionales, periodistas, investigadores, etc, con un doble objetivo: influir en la mentalidad de esa gente que puede ser importante en el país de origen, y eventualmente cooptarlo, o en otras palabras, “robar cerebros”. De ese modo, lejos de contribuir al desarrollo de los países, los vacían de parte de sus recursos humanos que les costó tanto dinero formar.

El presidente cubano denunció en su último artículo de prensa que “en los últimos 40 años, más de 1 200 000 profesionales de la región de América Latina y el Caribe emigraron hacia Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido. De Latinoamérica han emigrado como promedio más de 70 científicos por día, durante 40 años”.

Apuntan a la cabeza

En la lista de becarios de la Fullbright aparece “Bosoer, Fabián; Política Exterior de Estados Unidos; University of South Carolina”. Se trata de un joven periodista de la sección internacional del diario Clarín. Ojalá que la beca no tenga mayores implicancias en sentido político de sus artículos en el diario de mayor tirada nacional.

Que el sentido de esos programas de intercambio es apuntar a la cabeza de los políticos, intelectuales y periodistas de la región para abonar la tesis de la bondad de las relaciones bilaterales EE UU-Argentina, no hay dudas.

En su discurso de marzo último ante la Fundación Universitaria del Río de la Plata (FURP), Wayne historió de que el Programa Internacional de Visitantes comenzado en 1940 por Nelson Rockefeller invitó a muchos jóvenes, de los cuales 200 a la postre se convirtieron en jefes de Estado o de gobierno de sus países. Entre ellos Ricardo Lagos de Chile, Alvaro Uribe de Colombia y Ricardo Maduro de Honduras. En el resto del mundo se mencionó al británico Anthony Blair y el afgano títere Hamid Karzai.

El Programa Fullbright, por su parte, entre sus 250.000 alumnos de EE UU y las naciones “beneficiadas”, se enorgullece de tener más de 30 Premios Nobel. Lo que el embajador no aclaró es cuántos de esos investigadores premiados trabajan en sus lugares de origen y cuántos fueron cooptados por EE UU, Europa, Canadá y Japón.

En definitiva el sistema de becas e intercambio no tiene nada de altruista por parte de las autoridades estadounidenses pues procuran hacerse de buenos amigos en un mundo donde están reputados como imperiales. Y, de paso, succionan “materia gris” y desfinancian aún más a países como el nuestro, bajo una engañosa cobertura cultural y hasta filantrópica.

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