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La cuenta regresiva: idealistas de las ganancias, choribanqueros y apuestas múltiples

Empresarios en campaña por la reelección de Mauricio Macri. Las Leliq como máquina de dinero fácil. Alberto Fernández en su laberinto.

5 de agosto de 2019| Pablo Anino |

El mundo empresario parece confiado en que su Gobierno, el que empujó a la catástrofe económica y social actual, seguirá adelante. Es lo que surge de la Encuesta de Expectativas de Ejecutivos de Instituto de Desarrollo Empresarial Argentino (IDEA).

Esta institución organiza el tradicional coloquio anual en el que participan las grandes empresas del país, que a la vez son sus asociadas: entre ellas, el Grupo Clarín y La Nación.

El 55 % de los 212 consultados manifestó que en el primer semestre del año disfrutó de mayor bienestar que en 2018. Y el 78 % tiene la esperanza que le irá mejor en el (ya famoso) segundo semestre. El motivo: entre otras cuestiones, esperan que los ayude la estabilidad cambiaria.

La encuesta es realizada por la consultora D’Allesio IROL, conducida por Eduardo Luis D’Alessio y Nora D’Alessio. Ambos son padres del extorsionador Marcelo D’Alessio, con prisión preventiva en la causa que lleva el juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla. El tío de Marcelo es el escribano general de la Nación, designado por Mauricio Macri.

No es aventurado conjeturar que la encuesta está distorsionada por el carácter endogámico de quienes se preguntan a sí mismos cómo están los negocios que dependen de los buenos oficios macristas. Tampoco es una exageración creer que está contaminada por los sueños de contrarreformas laboral, previsional y tributaria que esperan de un segundo mandato de Mauricio.

Muchos patrones se encuentran militando activamente por la reelección de Mauricio Macri, como aquellos que lo hacen a través del grupo de Whatsapp denominado “Nuestra voz”. Incluso la Cámara Nacional Electoral comenzó a registrar aportes de empresas a la campaña de Juntos por el Cambio.

Entre varios más, es el caso de Jorge Stuart Milne, ex accionista del Banco Patagonia, quien aportó $ 1,6 millones. María Luisa Bárbara Miguens Bemberg realizó un aporte similar. La familia Bemberg (exdueña de Cervecería Quilmes) posee el control de la compañía eléctrica Sadesa, que a la vez controla Edesur, donde también es socio Nicky Caputo (el amigo íntimo de Mauricio Macri). Favor con favor se paga.

Choribanqueros

No todo está tan bien como opinan los idealistas de IDEA. El riesgo país retomó el camino al alza, alcanzando el viernes 2 el máximo nivel en cinco semanas. Ese índice lo realiza la J.P. Morgan: es un árbitro bastante imparcial (al estilo de los que dirigieron la Copa América) que desde Nueva York evalúa la evolución económica, las decisiones oficiales y, principalmente, la probabilidad que los buitres puedan hacer efectivas sus ganancias especulativas.

El gobierno batalla para mantener el dólar estable al menos hasta la elección de octubre. No obstante, no pudo evitar que despertara hace varios días. Aunque sube de manera relativamente controlada, inició un peligroso camino alcista hasta casi alcanzar los $ 46. La divisa norteamericana es la fibra más sensible del momento actual: no hay que ser analista para saber que cuando sube todo lo demás va mal.

El Banco Central busca suministrarle un somnífero al dólar. Para eso vende divisas que reposan en sus reservas gracias al préstamo del FMI. Las reservas se esfuman por la autorizaron del organismo internacional para financiar la fuga de capitales. Otros episodios históricos de crisis, como el 2001, expusieron que la fuga en su gran mayoría es realizada por el selecto grupo de empresarios de IDEA.

Todo indicaba que desde el norte vendrían vientos favorables a la Argentina con la baja de la tasa de interés de la FED, el Banco Central de los Estados Unidos. Por lógica esto favorece el ingreso de capitales a países como el nuestro. O, al menos, limita la salida.

Ese anuncio realizado el miércoles tuvo un efecto contradictorio: Donald Trump hostigó al banquero central yanqui por anunciar una baja puntual de la tasa de interés, pero sin inscribirla en un camino de futuros descensos. A esto se sumaron las tensiones renovadas con China gracias al anuncio, a través de Twitter, de nuevos aranceles a las importaciones del país asiático. En la city porteña, todo esto se tradujo en más presión sobre el dólar.

Justo en el momento que, una vez más, el oficialismo decretaba que “lo peor ya pasó” la entidad monetaria se vio obligada a subir la tasa de interés de las Leliq para seducir a los especuladores. Las Leliq son las “letras de liquidez” que emite el Central para aspirar dinero del bolsillo de todo el mundo, destruir la actividad económica y garantizar millones a los bancos.

El Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO) difundió un estudio que indica que en mayo “los bancos privados recibieron depósitos de sus clientes y compraron con ellos LELIQ que tuvieron rendimientos de $29.393 millones. Pero a los ahorristas sólo le pagaron por esos fondos $ 9.755 millones, quedándose con una diferencia de $19.638 millones a costa del erario público”.

Las Leliq, a la tasa actual del 60 %, tienen un costo de unos $ 770 mil millones anuales, seis veces más que el presupuesto anual de la Asignación Universal por Hijo (AUH). Dio en el clavo el CESO al calificar a las Leliq como el “plan descansar” de los bancos, tal la despectiva calificación que usan los ricos, los que viven del trabajo ajeno, para hablar de aquellos que reciben un plan social porque el sistema económico los expulsa y somete a la desocupación y la pobreza.

La política macrista sacrifica la vida cotidiana de todos los trabajadores y trabajadoras en las sangrientas manos de los bancos para en “teoría” bajar la inflación, que se redujo desde los registros más altos del año, pero sigue en niveles muy elevados: en julio se espera que se ubiqué entre 2,5 % y 3 %. Esto ocurre aun cuando el gobierno pide a empresas alimenticias que posterguen las remarcaciones hasta luego de las PASO.

La suba de precios es un bumerán que volverá a presionar sobre el tipo de cambio. Encrucijadas del capitalismo argentino que las alquimias monetarias no logran superar.

Dime con quién te reúnes…

Esta semana, el Indec difundió el Índice de Salarios: entre mayo de 2018 y el quinto mes de este año, tuvieron un crecimiento de 38,4%, muy lejos de la inflación acumulada en el mismo periodo, que se ubicó en 57,3 %.

De este modo, la caída del poder de compra fue del 12 % en un año: con lo que antes se compraba un kilo de pan, ahora se compra 880 gramos. Esta pérdida golpea más entre los trabajadores no registrados (en “negro”), cuyos salarios aumentaron sólo 32 % en doce meses.

Luego de semanas de una campaña anodina sin explicar qué medidas tomaría para alimentan la esperanza de la que tanto habla, Alberto Fernández se dio cuenta que sin diálogo con las necesidades urgentes del pueblo trabajador (como la de recuperar el poder adquisitivo del salario) no movía el amperímetro de las encuestas. De allí que empezará a hablar de aumentar las jubilaciones y los salarios: apenas gane, dijo, las subiría 20 %.

No importa tanto que ese porcentaje no alcanza a recuperar el poder de compra perdido durante el macrismo. El oportunismo electoral de esa propuesta es evidente. Es que, al mismo tiempo, Fernández dice que existe atraso cambiario: se trata de una manera eufemística de plantear la necesidad de una devaluación que, no hace falta explicarlo, comprende un ataque a los ingresos de, justamente, los asalariados y los jubilados. No aclares que oscureces.

Emulando a Keynes, Fernández simuló querer la “eutanasia del rentista”: enunció confusamente la necesidad de terminar con las Leliq. Luego aclaró que sólo hablaba de bajar la tasa de interés. Alguien le habría susurrado al oído que hablar de eso cae mal en los banqueros y significaría jugar con fuego si gana las elecciones. El “hombre común” de Puerto Madero pasó a otra agenda.

Según reveló el periodista Diego Genoud en Letra P, Alberto se reunió en secreto con Marcelo Mindlin. El dueño de Pampa Energía, de Edenor y de todo un emporio energético, emergió con el menemismo, creció exorbitantemente con el kirchnerismo y se consolidó entre los primeros empresarios del país con el macrismo.

Tal vez avizore un final de época de la democracia del tarifazo. Y se prepare, por ende, para un ciclo de empresario prebendario a “cielo abierto” viviendo de los subsidios del Estado, como lo fue con Néstor y Cristina. Está perspectiva tiene un límite: el régimen del ajuste del FMI, que impone una barrera estrecha al presupuesto en subsidios.

De paso por Córdoba, Alberto recorrió Aceitera General Deheza (AGD), una de las principales agroexportadoras del país. También se vio con su dueño, Roberto Urquía. Lo acompañó Felipe Solá, quien en los noventa autorizó la soja transgénica de Monsanto, resistente al glifosato.

En el empresariado prefieren a Macri, pero hacen apuestas múltiples. (LID)

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