El petitorio esta siendo firmado por miles de indígenas junto a dirigentes que viven en la provincia de Salta, donde instan a la justicia salteña a valorar el sistema legal ancestral de estos pueblos originarios.
José Fabián Ruiz, es el wichí que se encuentra detenido en el penal ubicado en la ciudad de Tartagal, desde en junio del 2005, acusado de haber violado a una niña indígena hermana de su pareja en la comunidad Hoktek Tol (km. 18) distante a 18 kilómetros al este de la ciudad de Tartagal.
Los indígenas denunciaron que la Directora de la escuela donde concurría la niña, instigo a la compañera de Ruiz para que realizara la denuncia, la que según los indígenas de la comunidad Hoktek Tol (km. 18), la mujer no firmo.
Los Wichí aclaran en el petitorio que en su cultura ancestral esta permitido que un hombre mantenga relaciones sexuales con una niña que comienza sus primeros periodos menstruales, conformando de común acuerdo una nueva pareja si esta acepta convivir a la ya existente del hombre.
El petitorio indígena
Nosotros decimos que no se debe meter preso a un hombre wichí por emparejarse con una mujer después de su primera menstruación. Decimos que no es violación, porque la joven lo quiere al hombre y se queda con el, e incluso tienen un hijo que ambos reconocen.
Tampoco es verdad que tiene nueve años. La gente del Registro Civil se equivocó de su edad. Ella consiguió su documento cundo hubo una Amnistía, pero le pusieron mal la fecha de nacimiento. Sin escuchar lo que decía la madre, la inscribieron como una jovencita. Ahora los médicos dicen que puede tener quince años. Para nosotros no es una menor.
Si bien ella es la cuñada del hombre, la relación no es delictiva porque no son parientes de la misma familia. Aunque el hombre tenga como esposa a las dos mujeres, no es criminal porque ambas mujeres lo eligen a él y conviven en paz.
Son mujeres necesitadas. No tienen parientes. Su domicilio de origen es la Esperanza. La joven por la que el hombre está preso es hija de un criollo. Ese criollo se aprovechaba de la mujer wichí hasta que ella quedó embarazada. Luego la botó.
Entonces la mujer se fue del lugar, llevando consigo a su criatura. Después de unos años, ella se quedo a vivir en Hoktek Tol (km. 18). Allí tenia una hermana que se había juntado con un hombre de la comunidad. Después ella también se juntó con un miembro de la comunidad. Y cuando su hija alcanzó la mayoría de edad (con el comienzo de sus periodos menstruales) ella también se junto con el esposo de su madre. Estaba todo bien. Ambas disfrutaban la relación con el hombre y con su familia.
Ahora las dos están desprotegidas porque se le metió preso al hombre que ambas tenían. Sufren hambre, como también sufre hambre el hijito que tuvo el hombre con su cuñada. El bebé ni siquiera conoce a su padre, porque los carceleros no permiten que lo visite.
Nuestros mayores dicen que no se acostumbra que una joven recién adulta forme pareja, porque todavía no sabe desempeñarse como ama de casa. Pero por más que intentemos disuadirla, a veces no nos hace caso. Entonces aceptamos la relación porque sabemos que prohibir que una mujer esté con el hombre al que quiere suele provocar un disturbio social. Es así porque la joven se siente agraviada. Y por eso ella es capaz de suicidarse.
Lo mismo ocurre con el joven: si pretendemos prohibirle que este con la mujer a quien quiera, el también es capaz de suicidarse. Eluden nuestros consejos y no quieren separarse, entonces para nosotros es mejor que estén juntos y que la relación prospere, para que no haya inconvenientes.
No somos nosotros quienes acusamos al hombre que esta preso. Había sido una criolla que le instigó a la primera mujer del hombre para que le haga una denuncia. La criolla esa era la Directora de la Escuela. La mujer le tenía miedo a la criolla y fue con ella, pero no firmó la denuncia.
Por todo esto nosotros decimos que debe estar libre José Fabián Ruiz, a quien conocemos como “Qe’tu”. Tiene que salir en libertad porque nosotros vemos que no es culpable de nada. No puede ser que lo sigan detenido. Ya paso mucho tiempo desde que lo agarraron, en junio del 2005. Ahora tiene que volver a su casa a cuidar a su familia. Tiene que ponerse fin a la injusticia que están todos sufriendo, para restablecer la tranquilidad normal de la vida nuestra que somos Wichí.
Asimismo exigimos que la justicia haga valer nuestros derechos, no solamente en nuestro carácter de ciudadanos argentinos sino también como miembros del pueblo indígena preexistente wichí. Por ley, nuestra identidad étnica y cultural debe ser objeto de respeto. Esto significa reconocer, entre otras cosas que nosotros también sabemos distinguir entre el bien y e mal, como también sabemos corregir, cuando sea necesario, lo que percibimos como la delincuencia. Que haya, pues un diálogo intercultural sobre cuestiones de derecho. De esa manera los jueces sabrán quizás valorar nuestro sistema legal ancestral. ¿Será que ellos piensan que durante miles de años vivimos sin ley en nuestras tierras?.
Foto de POrtada: comunidad Hoktek Tol (km. 18)
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