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Herencia recibida y solidaridad: otro relato para volver a pagar una deuda ilegítima

En un largo discurso, Alberto Fernández abordó múltiples temas. Respecto de la economía pidió apoyo para renegociar una deuda impagable que hunde al país. La solidaridad de pobres con pobres mientras mineras y petroleras siguen de fiesta, el eje de la reconstrucción nacional. Para los trabajadores no hubo anuncios de mejoras salariales, ni paritarias, ni condiciones de trabajo.

2 de marzo de 2020

Durante los primeros tramos de un largo discurso, Alberto Fernández buscó diferenciarse de Mauricio Macri, reivindicando la honestidad y el valor de la palabra y del compromiso.

Desde el comienzo llamó la atención, dado que durante sus primeros 81 días ya se han violado importantes promesas de campaña electoral hechas hace muy poco por él mismo.

Entre las principales, aquella de "poner plata en el bolsillo de la gente", que durante su competencia con Macri había tenido valores concretos como dar un aumento del 20 % a salarios y jubilados desde el mismo 10 de diciembre, cuestión que claramente no ocurrió.

En slogan, Alberto lo había sintetizado diciendo que entre los bancos y los jubilados elegiría a los jubilados. Como saben millones de jubilados, con la suspendión de la movilidad jubilatoria ocurrió exactamente lo contrario: para casi 3 millones de adultos mayores, este cambio les hizo perder respecto de lo que tendrían que haber cobrado.

El dato no es anecdótico por lo siguiente: en una de las definiciones más fuertes de su discurso (junto con el anuncio del envío de una ley de interrupción voluntaria del embarazo), Alberto Fernández sentenció que la "solidaridad será la viga maestra de la reconstruccion nacional".

Cualquier observador atento notará que es el mismo eje discursivo con el cual se ajustó a todos los jubilados que ganan más de $ 16.200 para darle migajas más a quienes cobran la mínima, mientras que a los bancos no se les tocó un pelo e incluso a mineras y petroleras se les bajó las retenciones.

La definición, entonces, no debe pasar desapercibida. El camino de la "solidaridad" entre pobres mientras otros siguen de fiesta, llegó para quedarse. Además de los jubilados, lo saben millones de trabajadores a los que se les niega la cláusula gatillo. Ya no solo no propone recuperar lo perdido con Macri, sino seguir perdiendo contra la inflación.

Esto lleva directamente al tema central de los ejes económicos de Alberto Fernández, que adolescieron de definiciones concretas, pero sí tuvieron lineamientos generales.

El presidente dedicó largos pasajes de su discurso a describir la herencia que dejó Macri, como una forma de intentar bajar las expectativas, que las grandes mayorías no esperen salir rápido de su difícil situación.

Junto con eso, denunció el fuerte peso de la deuda pública sobre la economía de nuestro país, y pidió un "nunca más" respecto del tema. Paradojas (o no) de la vida, al lado suyo estaba Sergio Massa, quien fue fundamental para votarle a Macri todas las leyes para el endeudamiento, particularmente la aprobación del acuerdo con los fondos buitre. En fin.

Quizás por eso fue la cara de circunstancia del dirigente de Tigre, hoy presidente de la Cámara de Diputados por el Frente de Todos, cuando el presidente dijo que "nunca mas endeudamiento insostenible. nunca más decisiones tecnocráticas a espaldas del pueblo. Nunca más a la puerta giratoria de dolares".

Esas palabras fueron la vía de entrada para anunciar que su Gobierno busca un "programa integral y sustentable, con metas fiscales para alcanzar a partir de la renegociación de la deuda. Estamos generando condiciones macroeconómicas sostenibles".

Dichas palabras, son música para el FMI y los bonistas. Alberto Fernández volvió a celebrar en su discurso que el Fondo "nos dio la razón", y el apoyo de distintos países para la renegociación de la deuda, omitiendo que para eso, previamente, su Gobierno ajustó a los jubilados, rechazó la cláusula gatillo y anunció que pronto volverán los tarifazos y se acabará la doble indemnización.

Aunque el presidente sabe, por supuesto, que aún no hay acordado un nuevo programa con el FMI ni con los bonistas, que pedirán más políticas de ajuste para demostrar que la deuda, aunque en plazos más largos, será pagada.

Por eso pidió apoyo para este renegociación: "es la hora de definir de qué lado va a estar cada uno de nosotros. Nosotros estamos del lado del pueblo".

Detrás de esas palabras grandilocuentes se esconde de todos modos el reconocimiento de una deuda impagable que hunde al país, deuda que hasta hace no mucho era denunciada como ilegal desde propios dirigentes del Frente de Todos.

"El acuerdo al que lleguemos con los acreedores será sostenible. Queremos ponernos de pie y no volver a caer", dijo el presidente.

Sin embargo, un acuerdo "sostenible" con el FMI y los bonistas solo puede ser al costo de perpetuar el atraso, la dependencia y la pobreza. Será sostenible, pero al costo de la sangre, sudor y lágrimas de millones de argentinos.

En este marco, Alberto Fernández tuvo tiempo de agradecer a la burocracia sindical (con muchos de ellos presentes) cuando dijo que las "mesas de acuerdo entre trabajadores y empresarios son positivas". Claro, distintos dirigentes, como Hugo Yasky, ya se han manifestado contra la cláusula gatillo. El Consejo Econmico y Social y las críticas a la "puja distributiva", cuentan con el aval de estos dirigentes sindicales que postergan las necesidades de las mayorías.

También hizo guiños el presidente a las mineras y las petroleras, anunciando el envío de un proyecto de ley para atraer inversiones. Como en Vaca Muerta con Chevron, seguramente habrá cláusulas de entrega nacional. Como hizo el pueblo de Mendoza en diciembre, habrá que salir a las calles a defender el medio ambiente y los recursos estratégicos del país.

Respecto de las patronales del campo, el discurso buscó mostrarse firme pero conciliador, diciendo que solo se afecta un cultivo con las nuevas retenciones que buscan ser impuestas. Pero la realidad es que entonces quedarán casi intactas las ganancias de uno de los sectores que más ganó con Macri y con las brutales devaluaciones que sufrió el pueblo trabajador. Los grandes terratenientes verán intactas sus propiedades. (LID)

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