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El racismo y su búsqueda de una justificación biológica

El racismo siempre ha tratado de encontrar bases biológicas al concepto de raza. Pero ¿quienes han sido los que se encargaron de refutar esta postura?

11 de julio de 2016| Santiago Benítez |

Existen pocos conceptos biológicos que sean tan controvertidos al aplicarlos a los seres humanos como la raza. En biología la raza es una entidad taxonómica informal, es decir, que no es reconocida en las reglas de clasificación de las plantas o animales, a diferencia de otras categorías como la subespecie. Muchas veces se utilizan criterios geográficos o ecológicos para dividir las especies en razas.

Si bien clasificar a los seres humanos en razas no implica necesariamente establecer la existencia de superiores e inferiores, está demás señalar que esta decisión está profundamente influenciada por el contexto social y político en que se desenvuelve la ciencia y es casi obvio señalar las posiciones políticas de quienes apoyan una u otra postura.

El descubrimiento de la estructura del ADN a mediados del siglo XX permitió abordar este problema examinando la variación genética entre los individuos de diferentes procedencias. A diferencia de caracteres como el color de piel, utilizados por el discurso racista, se esperaba que los caracteres genéticos proporcionaran una base más científica para entender las diferencias raciales. Su ventaja es que muchos no tienen influencia en la constitución de un organismo (son "neutros"), y en base a la frecuencia de las diferentes formas de estos marcadores genéticos es posible comparar las poblaciones.

En 1972, el biólogo Richard Lewontin publicó un trabajo abordando esta cuestión. Él examinó cuánta variación existía entre poblaciones de diferentes razas, respecto a las diferencias dentro de una población, utilizando como indicadores los grupos sanguíneos. Encontró que un 85% de la variación existía dentro de las poblaciones, y sólo un 15% entre poblaciones diferentes. El artículo finaliza diciendo: "La clasificación de las razas humanas no tiene valor social y es potencialmente destructiva de las relaciones sociales y humanas. Dado que ahora hemos visto que esta clasificación no tiene virtualmente valor genético ni taxonómico, no existe justificación para continuar con ella."

Sin embargo, en 2002, el estadístico y biólogo evolutivo británico Anthony Edwards, acusó a Lewontin de haber cometido una falacia adrede para apoyar su propio punto de vista. En su trabajo, Edwards demostró que si se utiliza un análisis de agrupamiento en vez de analizar los datos separadamente como Lewontin, es posible clasificar a los individuos en diferentes grupos. Esta idea fue confirmada por un trabajo de científicos americanos liderados por Noah Rosemberg en 2005. Notablemente, estos científicos aclararon que los grupos que encontraron no apoyan al concepto de "raza" y justificaron su trabajo en motivos médicos, ya que algunas enfermedades son más comunes en ciertos grupos humanos.

Llegado a este punto, es interesante remarcar que ambos puntos de vista son técnicamente correctos. Pero si se define la raza como un grupo claramente demarcado, la clasificación racial no explica la variación entre las poblaciones humanas. La variación, el 15% de diferencias que encontró Lewontin, es real pero el orden que le ponemos a esa variación utilizando el concepto de raza no 90. El color de la piel es un rasgo atípico, que muestra más variación entre regiones porque ha sido moldeado por la selección natural, una clasificación utilizando este rasgo, sencillamente contradice clasificaciones basadas en otros.

Los procesos que moldearon la diversidad genética humana son apasionantes y motivo de estudio, pero las clasificaciones raciales no son útiles en esta investigación. Por ejemplo, la diversidad genética dentro de nuestra especie es menor que dentro de de otros simios como chimpancés o gorilas. Esto se debe a que somos una especie relativamente joven y habríamos sufrido una gran disminución poblacional hace unos 70 mil años, producto de una erupción volcánica.

Los científicos del Proyecto Genoma Humano, que hasta el momento es el mayor esfuerzo por conocer la variación genética en nuestra especie, declararon que: "los estudios de ADN no indican que dentro de los humanos modernos existan subespecies (o razas) clasificables. No existen patrones de genes a lo largo del genoma humano que distingan una raza de otra. (...) Tampoco hay bases genéticas para la división de los seres humanos basadas en la etnia."

Para finalizar, el mismo Lewontin señalaba en 2006, "si se admitiera que la categoría de raza es una construcción puramente social, su legitimidad podría verse debilitada. Por este motivo, han existido repetidos intentos de reafirmar la realidad biológica objetiva de las categorías raciales humanas, a pesar de la evidencia en contra". Otro biólogo marxista, el ecólogo Richard Levins, lo sintetizaba brevemente: "el racismo es un objeto más real que la raza".

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