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“El parche es tuyo”: las medidas kirchneristas de Macri no resolverán la crisis

Exfuncionarios kirchneristas calificaron las medidas anunciadas por el Gobierno como “parches” e ironizaron con que son una copia degradada de lo aplicado en la anterior gestión. ¿Así plantean ambos una salida a la crisis?.

19 de abril de 2019| Lucía Ruiz |

Tomar dimensión. Según Nicolás Dujovne, el costo fiscal del paquete de medidas anunciado este miércoles, denominado “medidas económicas y sociales” (Precios Cuidados, tarifas, créditos a jubilados y AUH y beneficios a Pymes) es de $ 9.000 millones.

Inflan la panza los “caballeros” que dicen pensar en la crisis que atraviesa “la gente”, mientras por día se destinan unos $ 2.000 millones sólo al pago de los intereses de deuda pública que va a engrosar los bolsillos de los especuladores.

También, por día, se destinan otros $ 1.700 millones al pago de intereses de las Leliq (Letras de Liquidez) que emite el Banco Central para sostener la bicicleta financiera.

“Pacto de caballeros”. El desliz machista del ministro de Hacienda para explicar que el funcionamiento del plan descansa en un supuesto compromiso, con un simple estrechamiento de manos, de los 16 empresarios involucrados en la nueva lista de 64 productos en “Precios Cuidados” que mantendrán sus precios congelados por seis meses (hasta después de las elecciones de octubre) sólo puede dar más desconfianza en el plan.
Más aún cuando los precios comenzarán a regir recién el 22 de abril y en los últimos días las principales empresas alimenticias ya estuvieron elevando sus precios. Molinos y La Paulina, por ejemplo, se apuraron a remarcar precios antes de que el Gobierno anunciara sus medidas “antinflacionarias”. Molinos Río de la Plata ya aumentó un 20 % el valor de sus productos durante el primer trimestre del año.

El verdadero “precio cuidado” (o congelado) es el salario. En los primeros tres meses del año la inflación promedio fue de 11,8 %, pero los salarios vienen corriendo por detrás. Ya durante el año pasado la pérdida de poder adquisitivo fue una de las más altas de los últimos años, en 12 % promedio, sólo superada por la pérdida real de 2002 que alcanzó al 30 %.
El gobierno aspirará a que las paritarias recompongan parcialmente los salarios en los meses previos a las elecciones primarias de agosto, o al menos no pierdan por goleada frente a la suba de precios. Pero de ninguna manera recuperarán lo perdido en el último período.

Lo cierto es que, luego de la devaluación de 2018, la principal preocupación no fue “la batalla contra la inflación”, sino mantener los salarios por el piso para garantizar cierta recomposición de la rentabilidad, a costa de los trabajadores. Es lo que suelen llamar periodísticamente “competitividad”.

Por ello es necesaria la reapertura de las paritarias para recuperar lo perdido en los últimos dos años con una cláusula gatillo trimestral y un salario mínimo igual a la canasta familiar, hoy estimada en $ 40.614,30 por los trabajadores de la Junta Interna ATE-Indec. Y también una recomposición para las jubilaciones y la Asignación Universal por Hijo.

Guerra de parches. En las redes sociales los simpatizantes del kirchnerismo y hasta del peronismo estallaron con ironías respecto a la copia de las medidas del macrismo de las que aplicó el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Así también los exfuncionarios kirchneristas, como Axel Kicillof, no se cansaron de remarcar que lo que ahora hace el Gobierno es lo que antes criticaban de su gestión. Aspecto cierto, si se toma en cuenta que el propio Macri había declarado allá por el año 2008 que “ni el propio Hitler” pudo sostener acuerdos de precios.

El ministro Dujovne dio de baja un tuit en el que afirmaba en 2013: “creo que el acuerdo de precios es relato. Si va en serio, tipo cepo, no salimos más. Habrá brecha entre Higienol oficial y el blue”.

Según los propios analistas, las medidas son “confusas” y “fuera del manual de estilo de Cambiemos”. El kirchnerismo salió a decir que las mismas estarán mal instrumentadas y que generarán desabastecimiento porque el Gobierno no implementará ningún tipo de control, a diferencia de ellos que se habrían preocupado en “controlar y sancionar a las empresas y los supermercados para que asegurar el cumplimiento de los acuerdos”, según afirmó Augusto Costa, exsecretario de Comercio Interior del kirchnerismo.

Cabe recordar que desde 2013 a 2015 (vigencia de Precios Cuidados con el gobierno de CFK), los precios se incrementaron a un no despreciable ritmo de 30 % anual según el IPC-CABA. Pero más allá de este dato, la pregunta es hacia adelante: ¿es este tipo de medidas, mejor o peor implementadas, las que permitirán controlar los precios, “impulsar el consumo” y reactivar la economía hundida bajo el acuerdo con el FMI, el plan de ajuste y la enorme magnitud de vencimientos de deuda?.

¿Suficiente para controlar los precios?
La devaluación del dólar de 2018 (del 105 %) y la de los primeros meses de 2019 (11 %), en particular ocurrida en marzo, continúa trasladándose al conjunto de precios de la economía.

Si bien el Banco Central anunció esta semana que congelará también, transitoriamente, el aumento de las bandas del dólar (“zona de no intervención”), el techo superior es de $ 51,45. Es decir, que aún el peso puede devaluarse un 25 % más sin que la autoridad monetaria pueda intervenir vendiendo dólares directamente. El salto en el tipo de cambio impacta en los precios internos.

Lo mismo ocurre con las tarifas de servicios públicos que sufrieron los aumentos más fuertes entre enero y abril. Si bien ahora se verán virtualmente “congeladas” hasta octubre, posteriormente se reactivará el aumento previsto en los servicios pertenecientes a la órbita nacional, mientras que las que dependen de las provincias y los municipios no tienen previsto ningún tipo de congelamiento.

Pero más en particular, la posibilidad de frenar la inflación con este tipo de medidas (y con una lista tan acotada de productos) es prácticamente nula.

Solamente puede verse morigerado en algún grado el impacto de los sectores más vulnerables que consuman productos de primera necesidad, siempre y cuando las empresas no extorsionen con el desabastecimiento.

Esto ocurre porque los empresarios sólo están preocupados por mantener sus altos márgenes de ganancia y, en algunos casos, aprovechan los manejos monopólicos de determinados mercados.

En el sector de alimentación, la concentración implica que sólo 18 empresas componen el 60 % de la participación del mercado. En el segmento “bebidas”, 15 empresas tienen el 80 % de participación de mercado y el 9 % de las compañías concentran el 80 % de la facturación.

Mejor o peor instrumentado, el plan de precios de Macri y el del gobierno kirchnerista no se proponen ni se propusieron atacar las millonarias ganancias de las empresas. Este es el verdadero motivo de por qué los precios seguirán en alza.

Por ello, el control efectivo de precios provendrá de los mismos trabajadores y usuarios que, a través de comités de control de precios, desde los lugares de producción pasando por todos los canales de distribución hasta la venta, son los únicos que pueden poner un freno a la miserable remarcación de productos por las empresas y supermercados.

Ello requiere también la exigencia de una apertura de los libros de contabilidad de todas las empresas que aduzcan que “necesitan” ajustar sus precios y un control de los stocks porque las compañías muchas veces desabastecen para presionar y aumentar los precios.

¿Suficiente para reactivar la economía?
En marzo la caída del consumo fue la más fuerte desde la crisis de 2002. El limitadísimo acuerdo de precios, sumado a los planes crediticios para beneficiarios de Asignaciones Universales por Hijo y a los jubilados, junto con medidas de “alivio financiero” a las Pymes, son medidas que pretenden dar cierto aire a la actividad económica y dar una sensación de “alivio” a los sectores populares de cara a las elecciones, pero lejos están de ofrecer una solución a los problemas estructurales y críticos en que se encuentra la economía.

Las causas no son otras que la atadura al plan de ajuste del FMI y la orientación del conjunto de la economía a pagar los enormes vencimientos de deuda, que significan un 60 % del PBI sólo en los próximos seis años, con “el hambre y la sed” de las trabajadoras y los trabajadores.

Por ello, permanece intacto el feroz ajuste programado del gasto público y el recorte de programas sociales, empleos públicos y salarios públicos. Permanece intacto el plan de mantener elevadísimas tasas de interés que hunden el crédito mientras los especuladores hacen negocios con la bicicleta financiera y luego pueden fugar gratuitamente las divisas.

Esto implica que continuará la menor generación de puestos laborales, el cierre de fábricas, el aumento de los despidos y el deterioro general de salarios (más allá de mejoras parciales en algunos sectores o en un par de meses).

Por ello, sin romper con el FMI y sin dejar de pagar la fraudulenta deuda externa seguiremos con la soga al cuello. El resto son sólo parches, o falsas ilusiones. (LID)

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