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Día del trabajador: ¿Personas o recursos humanos?

Notículas intempestivas para que la educación eduque, la salud cure, la economía sirva a la gente y demás etcéteras.
El mes de mayo amanece con la celebración del Día del Trabajador. Algunos gremios, no sin razón, dijeron que en Salta no hay nada que celebrar, si se tiene en cuenta la real situación de los trabajadores provinciales. Pero la dura situación para los trabajadores no es sólo en Salta: es en el país y en el mundo entero. Pongamos un solo ejemplo: el gigante Microsoft – ¿quién no “admira” el emporio de su éxito?- acaba de remitir más de 3.000 cartas de despido y planea hacerlo con otros 5000 empleados más en el próximo año y medio (ver http://www.mdzol.com/mdz/nota/125467-Microsoft-envi%C3%B3-m%C3%A1s-de-3.000-telegramas-de-despido/ y también http://www.elpais.com/articulo/economia/Microsoft/anuncia/5000/despidos/proximo/ano/medio/elpepueco/20090122elpepueco_2/Tes)

12 de mayo de 2009| copenoa |

Entonces ¿quién tiene que celebrar qué? Quizá lo que sí haya que celebrar es el sólo hecho de poder trabajar – aunque sea alguito- quienes tenemos aún ese lujo…

Dejemos la cuestión de la desocupación y, a propósito del Día del Trabajador, nos detengamos en la diferencia entre los términos persona y recurso humano. Pues este trebejo se impone como expresión incuestionable de las globalizadas gestiones conductivas que tienen que ver con el trabajo humano. Nosotros pensamos que su uso debe ser cuestionado a fondo. Es más: la expresión “recurso humano”, en singular, o “recursos humanos”, en plural, debería ser considerada como “mala palabra” en el peor de los sentidos, no en el saludable y liberador y redimido sentido de mala palabra de un Fontanarrosa, por ejemplo (recomendamos la magistral -¿y pedagógica?- intervención en vivo de nuestro Fontanarrosa en el Congreso de la Lengua en Rosario acerca de este tema en http://www.youtube.com/watch?v=ysWHM-p_ssQ. Para leerlo, ya sin la sonoridad que les da vida, en http://congresosdelalengua.es/rosario/mesas/fontanarrosa_r.htm ), y acá nos tentamos a seguir su ejemplo… Aclaremos: las palabras, cuando no son pura banalidad, crean realidades. Usar y abusar de la palabreja recurso humano llega a crear una realidad: la realidad de que el ser humano, la persona, es, sustantivamente, recurrible como cualquier instrumento. Es decir, la persona considerada como recurso humano queda rebajada a un ser usable, instrumentalizable y válido, entonces en cuanto su uso rinda, y no válida en sí misma. Un simple detalle de la expresión recurso humano lo denuncia: recurso cumple función sustantiva, mientras que humano sólo adjetiva. No es lo principal la humanidad, sino la recurribilidad, su capacidad de ser usada. ¿Qué consecuencias inmediatas tiene esto? Casi muy simples: cuando deja de ser recurrible por tal o cual motivo, ya lo puedo mandar al resumidero de la desocupación, del abandono o, como es el caso en nuestras sociedades “civilizadas”, de la “carga social”. Como ser humano ha sido degrado de antemano, justo cuando lo convertimos -y nos dejamos convertir- en simples, meros y “usables” recursos, como los trapos de piso o los jets. Por eso es tan fácil decir: tenemos que echar unos cinco mil, unos tres mil empleados, etc., etc. Porque no “rinden” o no tienen que ver con los “objetivos” empresariales o de alguno que otro “sistema”.

Muchos funcionarios hablan tan a la ligera de recurso humano… Claro, para eso funcionan o, como quien dice, son tantas veces, funcionales… Quien funciona como funcionan las máquinas, no puede menos que recurrir a esas malas palabras en el peor de sus sentidos, como recursos, sean humanos o naturales, para los fines de la maquinalidad, no tanto de la humanidad, menos de la naturalidad o, mejor, de la naturaleza, ¡pobre medioambiente, reducido a craso recurso natural!

Hay un ejemplo muy claro de lo que digo y, ¡ojo!, proviene del mundo empresarial, que es justo el mundo que impone el “compás” según el cual se baila el baile de estas palabras o malas palabras y de las decisiones que tienen que ver con nuestra vivencia… o sobreviviencia; me refiero al que fue denominado el “compás del dinero”. En efecto, en http://www.ist.cl/Revista%203/29-COLUMNA.pdf, Samuel Chávez Donoso, con mentalidad empresarial, distingue precisamente que persona humana no equivale a recurso humano. “El Recurso Humano no son las personas….” Esta afirmación de un empresario, que por lógica natural no busca educar ni humanizar, sino principalmente hacer crecer –maximizar- los rendimientos de la empresa, nos pone en guardia a la hora de valorar esta expresión –recurso humano- a la que calificamos simplemente de palabra que debe ser definitivamente erradicada, especialmente de los ámbitos educativos; y si en ellos se trata, debe ser, desde la ética pedagógica que quiera realmente educar, para ubicar su connotación lisa y llanamente des-humanizante. Pero que no nos deslumbre don Chávez Donoso, pues su “reflexión” no alcanza lo que no le conviene justo a los fines del “compás” de su baile, para decirlo de algún modo. Quien sí alcanza al caracú de la cuestión es el gran economista profesor de la universidad belga de Lovaina y asesor económico de la Comunidad Europea, el italiano Dr. Ricardo Petrella cuando ubica la génesis de la expresión “recurso humano” como una verdadera reducción del trabajo humano como mercancía y “producto” “cuyo mercado está cada vez más desregulado y liberalizado” (ver: Petrella, Ricardo, Una república libre del capital, 03/09/06, en http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=708).

En ese artículo concluye Peterella, entre otras afirmaciones, en que “Para el capital privado el otro está para ser desechado o para ser explotado. Su visión del mundo, de la alteridad, es una visión antagonista y utilitarista. En clave antagonista, el otro es sobre todo un enemigo, un contendiente en la lucha, con vencedores y vencidos, por la supervivencia, la potencia, la riqueza. En clave utilitarista, la naturaleza, el ingeniero informático de Bangalore o el ahorrista de Recife, son vistos como un instrumento, un “recurso” que sirve siempre y cuando pueda ser utilizado para la optimización de la creación de valor para el capital”. Hasta aquí Petrella, y… “el quiera entender, que entienda”….y el que quiera educar, que deseche el “recurso humano” y retorne a la persona creadora en su trabajo y el que quiera curar, que no sea visto como un mero “recurso humano de salud” que se mide y valora, siempre cuantitativamente, por su “productividad”, sino como una persona que es solidaria con otra en dolor y el que quiera hacer de la economía algo más que una rapiña de “lobos para el hombre”, que considere al otro como humano y entonces no será la “tranquilidad de los mercados” la norma mediante la cual se sanciona la marginación de la mayoría de la humanidad de ése, su carácter humano y “demás etcéteras” como pusimos en el título.

Carlos María Pagano Fernández es Profesor en Filosofía para la Ens. Media y Terciaria, Licenciado en Filosofía (UNSa, 1978 y 1982 respectivamente) y Doctor en Filosofía (Universidad de Aquisgrán, Alemania, 1999), docente universitario y terciario y revista en la Subsecretaría de Planeamiento Educativo como Asistente Técnico. Tiene diversas publicaciones en el país y en el extranjero.

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