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Davos. En un discurso ridículo, Milei pidió más superexplotación y demonizó a feministas, ecologistas y al “socialismo”

Este miércoles Javier Milei habló durante 25 minutos ante gran parte de la crema capitalista mundial, compuesta por jefes de Estado y CEO de las corporaciones mundiales más encumbradas. En el Foro Internacional de Davos, Suiza, el presidente argentino se dedicó a culpar de todos los males que existen sobre la tierra a las ideas “colectivistas”, especialmente al “socialismo”, a la vez que defendió a ultranza todas las “bondades” del sistema capitalista, incluyendo el desarrollo de los monopolios.

18 de enero

Para ello, haciendo una amalgama de definiciones económicas y políticas, estructuró un discurso que combinó aspectos históricos del desarrollo de la humanidad con datos “estadísticos” (entre comillas, debido a su muy dudosa seriedad). Pese al verso disfrazado de ponencia magistral, el objetivo pareció ser uno muy concreto: justificar “teóricamente” ante el poder económico concentrado internacional su brutal plan de guerra contra la población trabajadora argentina en beneficio de las corporaciones nacionales y multinacionales, a las que invita a su vez a hacer nuevos negocios a partir del remate al mejor postor de nuestras riquezas y bienes naturales comunes.

Lo más ridículo es que Milei acusa de “socialistas” a los más poderosos capitalistas del mundo, esos que según el nuevo informe de Oxfam (una red de organizaciones humanitarias que actúan en 90 países) son los verdaderos causantes y garantes de la miseria de miles de millones de habitantes del planeta. En ese informe se detalla que “en los últimos cuatro años, la riqueza de los cinco hombres más ricos (del mundo) se ha duplicado”, mientras que en el mismo período “casi cinco mil millones de personas se han empobrecido”. Ni la escuela económica austríaca se atrevería a negar una relación directa entre un dato y el otro.

En Davos, Milei volvió a repetir varias de las falacias con las que se hizo conocido mediáticamente hace algunos años y con las que estructuró su campaña presidencial en 2023. Por ejemplo, que Argentina fue “la primera potencia mundial” entre fines del Siglo XIX y principios del XX. O que el desarrollo del capitalismo generó “una explosión de riqueza” que al día de hoy “sacó de la pobreza al 90 % de la población mundial”. O incluso que el capitalismo es tan “virtuoso” que hasta “promueve la paz”.

En ese marco, sintiéndose entre amigos, Milei les preguntó a los beneficiarios de la superexplotación capitalista “cómo puede ser que desde la academia, los organismos internacionales, la política y la teoría económica se demonice un sistema económico” que es “justo y moralmente superior” a cualquier otro. “Gracias al capitalismo de libre empresa hoy el mundo se encuentra en su mejor momento”, les endulzó el oído a los empobrecedores del mundo.

Odio a las mujeres, al ambientalismo y a la izquierda

Lógicamente, cuando Milei les dice a los dueños del mundo que “occidente está en peligro”, no encuentra en el desarrollo capitalista ninguna de las causas de ello. Por el contrario, regresa una vez más a su chivo expiatorio predilecto: el “socialismo”, una especie de enfermedad terminal de la que se habrían contagiado esos mismos dueños del mundo. Bizarro, pero lo dijo en Davos.

La frase no tiene desperdicio: “Digo que occidente está en peligro justamente porque en aquellos países que debiéramos defender los valores del libre mercado, la propiedad privada y las demás instituciones del libertarismo, sectores del establishment político y económico, algunos por errores en su marco teórico y otros por ambición de poder, están socavando los fundamentos del libertarismo, abriéndole las puertas al socialismo y condenándonos potencialmente a la pobreza, a la miseria y al estancamiento”.

Además de sentenciar que el mercado “nunca puede fallar”, Milei identifica con su tan gelatinosa y polisémica idea de “socialismo” a las causas de la pobreza generalizada, la miseria que produce hambrunas y migraciones de millones de personas y hasta las guerras entre países capitalistas.

Y dando un paso más allá en su razonamiento (si es que se le puede decir así), Milei descarga su odio contra los mundialmente masivos movimientos de mujeres y de defensa del ambiente. De hecho identifica a esas dos “áreas” como las nuevas trincheras elegidas por el “socialismo” luego de que éste hubiera “abandonado la lucha de clases” tras la caída del Muro de Berlín y el fin de los regímenes estalinistas.

“Los socialistas se vieron forzados a cambiar su agenda, dejaron atrás la lucha de clases basada en el sistema económico para reemplazarla por otros supuestos conflictos sociales igual de nocivos para la vida en comunidad”. Uno de esos “supuestos conflictos”, según Milei, es “la pelea ridícula y antinatural entre el hombre y la mujer”, en clara referencia al movimiento feminista que lucha por los derechos elementales de las mujeres y las disidencias sexuales. Un movimiento que, para las ideas “libertarias”, no debería existir ya que “el creador” nos hizo a todas y todos iguales.

“En lo único que devino esta agenda del feminismo radical es en mayor intervención del Estado para entorpecer el proceso económico” y “darle trabajo a burócratas que no le aportan nada a la sociedad”, sentenció. Y acusó al feminismo de “abogar por mecanismo de control poblacional o la tragedia del aborto”. En este punto no le dio siquiera para sacar estadísticas truchas de la galera, precisamente porque cualquier estudio serio sobre el tema, incluso de organismos procapitalistas, certifican no sólo las desigualdades de género sino su funcionalidad con el propio sistema de “oferta y demanda” de las relaciones laborales y sociales.

Milei agrega que “otro de los conflictos que los socialistas plantean es del hombre contra la naturaleza”. Nuevamente, coloca en la misma bolsa “socialista” a todo tipo de expresiones ideológicas y de organizaciones civiles, incluyendo aquellas que se encuentran muy lejos de cuestionar al capitalismo. Los acusó de sostener “que los seres humanos dañamos el planeta y que (éste) debe ser protegido a toda costa”.

En este punto, buscando igualar la demagogia de las potencias imperialistas con las luchas incansables de los pueblos y las comunidades, agregó que “lo más cruel de la agenda ambiental es que los países ricos, que se hicieron ricos explotando legítimamente los recursos naturales, ahora pretender expiar sus culpas castigando a los países más pobres e impidiéndoles desarrollar sus economías por un presunto crimen que no cometieron”.

Todo lo anterior, según el presidente argentino, se debe a que “los neomarxistas han sabido cooptar el sentido común de occidente”, pregnando “fuertemente” estas “ideas nocivas” en “nuestra sociedad”. Y lo lograron hacer “gracias a la apropiación de los medios, de la cultura, de las universidad y sí, también, de los organismos internacionales”. Desde su amigo Elon Musk (dueño, entre otras corporaciones, de la influyente red X) hasta el FMI, todo estaría impregnado de socialismo. El ridículo avanza y no deja de avanzar.

San Javier

En un nuevo rapto de mesianismo guiado por las “fuerzas del cielo”, Milei finalizó su discurso en Davos diciendo que, “por suerte”, son “cada vez más” los que, como él, se atreven a “levantar la voz” contra todas las expresiones del “colectivismo”, que van según su particular visión desde los “abiertamente comunistas” a los “demócratas cristianos”, los “fascistas”, los “nazis”, los “nacionalistas” y los “globalistas”. Tomá pa’vos.

“Estamos acá para alertarlos acerca de lo que puede pasar si los países de occidente que se hicieron ricos con el modelo de la libertad continúan por este camino de servidumbre”, dijo Milei sobre el final de su discurso. Y con el histrionismo propio de un pastor, remató su ponencia con un mensaje motivador hacia su auditorio de parásitos.

“Quiero dejarles un mensaje a todos los empresarios aquí presentes y a los que nos están mirando desde todos los rincones del planeta: no se dejen amedrentar, no se entreguen a una clase política que lo único que quiere es perpetuarse en el poder. Ustedes son benefactores sociales, ustedes son héroes, los creadores del período de prosperidad más extraordinario que jamás hayamos vivido. Que nadie les diga que su ambición es inmoral. Si ustedes ganan dinero es porque ofrecen un mejor producto a un mejor precio, contribuyendo de esa manera al bienestar general. Ustedes son los verdaderos protagonistas de la historia y sepan que a partir de hoy cuentan con un aliado inclaudicable en la República Argentina”.

Así cerró el discurso e inmediatamente recibió un aplauso de parte de la concurrencia. Su última parte es claramente una invitación a los magnates del mundo a “invertir” en Argentina, lo que visto desde otro lado es un ruego oficial para que, a cambio de enormes beneficios, monopolios y organismos se animen a proveer de más dólares a un Estado que necesita divisas para pagar la deuda fraudulenta e ilegal con el FMI, seguir alimentando la timba financiera y viabilizar importaciones en una economía estancada.

Sin promesas serias de “inversiones” y con una economía nacional en la que cada día más trabajadoras y trabajadores se empobrecen, Milei vuelve desde Suiza con una urgencia: concentrar el mayor poder posible (a través del DNU y la Ley Ómnibus) para ejecutar a sangre y fuego su plan de megatrasferencia de recursos desde la clase trabajadora al empresariado. Que el megadecreto siga vigente y que la megaley sea votada son prerequisitos para esa supuesta “lluvia de inversiones”. Por eso el “león” está hecho una fiera con sus spuestos aliados del Congreso.

Sin esas urgencias, no se entendería del todo bien el intento de Milei de “marcar agenda” en Davos, con una arenga en pos de una ilimitada superexplotación capitalista. Ni tampoco su gran preocupación por la demostración de fuerzas que puede significar el paro nacional con movilización del próximo 24 de enero. El fantasma que realmente recorre las divagaciones de Milei es el de la clase obrera y los sectores populares actuando masivamente contra su plan de guerra. Razones no le faltan. (LID) Por Daniel Satur

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