¿Cómo será?

Creí que no iba a vivir para verlo. Es más, hasta supuse que un envejecido escepticismo me había llevado a imaginar algo que, en realidad, no era más que una fantasía de increíble e irrealizable factura. Pero no. Aquí estaba la realidad, "la única verdad" a la que aludía Aristóteles mucho antes que Perón.

Entre el viernes y el sábado pasados se cerró un capítulo más de lo que yo llamo la "tragedia educativa". Antes, los maestros de Salta habían realizado paros, movilizaciones y hasta protagonizaron refriegas con la policía, esa fuerza provincial siempre atizada de violencia. Desde el gabinete pazguato de Juan Manuel Urtubey, alguien creyó ver un "trapo negro" presto a ser elevado en el mástil de la plaza por sobre las testas del salteñismo obnubilado de desgracias.

¿Podrá, alguien, explicar que podría significar ese "trapo negro"? La mayoría de la docencia pertenece a una burguesía urbana que, ni siquiera, tiene simpatías arraigadas por los sectores de la izquierda local. La bandera del socialista MST, es roja; la del Partido Obrero, casi rosada. ¿De dónde, entonces, el "trapo negro"?

La primera bandera anarquista, surgida de las luchas post revolucionarias de Francia, fue de color negra. Era en 1850, más o menos, cuando creció el anarquismo de Joseph-Pierre Proudhon y el de Mijail Bakunin.

Al extenderse las ideas anarquista al resto de Europa, sobre todo en España, la bandera negra del anarquismo de trocó por la rojinegra libertaria. Clubes de fútbol argentinos fundados a principios del siglo XX por anarquistas ingleses, lucen esos colores. El negro desapareció de la iconografía anarquista.

Ahora, ¿en serio que en el Gobierno pueden suponer, aunque más no sea como motivo de una dialéctica con cafeína, que las maestras salteñas pueden elevar el "trapo negro" del anarquismo ante la mirada sapiente (repasaron en el acto los libros de Bakunin) de los policías de Salta?

¿O se habrán confundido con el "trapo negro" del setentismo que acciona para el kirchnersimo nacional al que apoyó Urtubey?

En el colmo del espíritu pasmado, el gobernador Urtubey aseguró, suelto de cuerpo, que los docentes eran "traidores a la Patria" por intentar izar ese "trapo negro" y que ese "acto de traición" por agravio a la bandera, estaba estipulado en la Constitución Nacional.

Urtubey, está visto, no leyó la Constitución Nacional. Es decir, es un pésimo hombre de leyes en cuanto a la aprehensión del conocimiento específico. En ninguna parte de la Carta Magna, está estipulada esta "traición a la Patria" y mucho menos, en un "intento" que no existió. Este raro argumento que repugna a la democracia supo ser utilizado por otros autoritarios que sí traicionaron a la Patria. No creí que lo vería. No creí que me alcanzaría el pulso de la sangre para llegar a límite tan asombroso.

Este gobernador que sueña, como su protectora nacional, con realizaciones casi imperiales (un tren a Machu Picchu desde Salta) mientras el Belgrano Cargas se va derritiendo de vía en vía, con las esperanzas más angostas que las trochas, es inimaginable como garante de los derechos constitucionales que demostró desconocer.

Si el tren a Machu Picchu merece más dinámica de gestión que la educación, la salud o la Justicia, bien haríamos los salteños en repasar aquello de Bakunin cuando decía: "Seamos realistas, exijamos lo imposible".

¿Y qué es lo imposible que debemos exigir, en nuestro caso?

El cineasta y crítico social Michael Moore, se refirió al triunfo de Barack Obama en estos términos: "Después de todos estos años (en que gobernó Georges W. Bush), ¿cómo será, para los norteamericanos, tener un presidente con inteligencia?"

¿Cómo será, para los salteños, tener un gobernante que piense? ¿Cómo será?