Balance de un semestre y perspectivas de lo que se viene

El “recorrido” por las medidas adoptada estos meses nos dan el perfil de un gobierno antiobrero y pro-imperialista. Sumemos: devaluación y quita de retenciones; pago en efectivo a los fondos buitres; mega-inflación; tarifazos; super-ganancias para los bancos vía las Lebacs y otros “beneficios”.

Del otro lado, trabajadores bajo convenio que, en todos los casos sin excepción, perdieron el 15% promedio del poder adquisitivo de sus salarios; jubilados con ingresos de miseria; perceptores de planes sociales en idéntica situación; y un número cercano a los 200.000 trabajadores que han quedado desempleados. El balance puede ser cuantificado: se han transferido 30.000 millones de dólares desde los bolsillos la clase trabajadora y los sectores populares a los de los sectores capitalistas más concentrados. Mientras tanto, se ha incrementado en un número similar el endeudamiento externo, haciendo crecer esta ya endémica hipoteca a futuro.

Las promesas del gobierno de “segundo semestre” y lluvia de inversiones quedaron en pura retórica discursiva. O, peor aún: los dólares llegaron, fueron los capitales especulativos que aumentaron el citado endeudamiento. Y, así como llegaron, se fueron. A manos de los buitres, de las “repatriaciones” de utilidades de las transnacionales o de la fuga de divisas lisa y llana. Y lo que no se fue, pasó a alimentar la bicicleta financiera de las super-ganancias de los Lebacs.

Este es el balance del macrismo. Pero la pintura estaría incompleta si no incorporáramos al peronismo kirchnerista. Porque el ajuste no fue sólo del gobierno nacional: fue acompañado a rajatabla por las provincias. Y justamente los dos lugares donde este adquirió el carácter más salvaje y antipopular fueron provincias gobernadas por el kirchnerismo: Santa Cruz y Santiago del Estero. Sumémosle que los diputados y senadores kirchneristas acompañaron en lo sustancial el pago a los fondos buitres. Y que los economistas del ex candidato Scioli (en particular Miguel Bein, Mario Blejer y Gustavo Marangoni) se cansaron de pasearse por los medios afirmando que “hubieran hecho lo mismo si les tocaba gobernar. Todos estos hechos de la realidad nos permiten en el balance confirmar que, efectivamente, como dijo el Frente de Izquierda en la campaña electoral, ambos candidatos representaban el mismo programa de ajuste contra los sectores populares.

Esto es importante remarcarlo para definir como se enfrenta al ajuste macrista. Entrando a un segundo semestre donde continuará la ofensiva contra la clase trabajadora, la tarea principal es que esta no siga perdiendo poder adquisitivo de su salario. Para eso se impone la pelea por la reapertura de paritarias y la lucha porque no pase el tarifazo. Pero, acompañando a esto, está el debate del programa de fondo, alternativo, frente a la ofensiva macrista. Ya el pago a los buitres y la política de aumentar exponencialmente el endeudamiento nos colocó frente a la necesidad de oponer a ello una de las consignas nodales del Programa del Frente de Izquierda: dejar inmediatamente de pagar la deuda externa y poner todos esos recursos al servicio de resolver las urgentes necesidades de salario, trabajo, educación salud y vivienda.

Igualmente, la lucha contra los tarifazos, pone en primer plano otro de nuestros puntos programáticos: la reestatización de todas las privatizadas y su puesta en funcionamiento bajo la gestión de los propios trabajadores y usuarios.

Son sólo dos ejemplos. Frente a las superganancias de los banqueros y agroexportadores se impone confrontrar con la nacionalización de la banca y el comercio exterior. Y así, sucesivamente.

Las inversiones con que sueña el macrismo no vendrán. En parte por la realidad de una crisis económica mundial que no cesa. Pero además porque el proyecto de fondo requiere de, como ya lo anticiparon muchos voceros de empresas transnacionales, una baja previa sustancial del “costo laboral”. Traducido: el proyecto de “desarrollo” de Cambiemos consiste en lograr reducir cualitativamente los salarios y disciplinar a la clase trabajadora. Para lograrlo, cuentan con la “Santa Alianza” de la burocracia sindical y también de los gobernadores e intendentes del peronismo, incluyendo los kirchneristas. La única propuesta que lo enfrenta es la que hemos materializado en el programa del Frente de Izquierda, algunos de cuyos puntos hemos enunciado más arriba. Del resultado de la pulseada en este segundo semestre dependerá en parte el futuro político y económico que se abra hacia 2017.