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Apunten contra el salario: Alberto Fernández se opuso a la cláusula gatillo

Primero los jubilados, ahora las paritarias. La realidad, lejos de las promesas de campaña de "poner plata en el bolsillo de la gente". Además: los argumentos del ministro Kulfas que justifican un plan económico de salarios bajos, priorizando el pago de la deuda al capital financiero.

15 de enero de 2020| Fernando Scolnik |

Alberto Fernández confirmó este lunes por la noche que la realidad de su Gobierno será distinta de lo que prometió en campaña electoral.

Durante su carrera hacia la presidencia, el hoy presidente había prometido “poner plata en el bolsillo de la gente” e incluso había afirmado con precisión que el mismo 10 de diciembre aumentarían un 20 % los salarios y las jubilaciones.

Sin embargo, parece que la realidad será muy distinta. Durante los primeros días de Gobierno, ya había habido indicios de esto. Por un lado, las primeras víctimas fueron los jubilados, a quienes se les suspendió la movilidad jubilatoria justo cuando los aumentos le iban a ganar a la inflación. Ahora el cobro de sus futuros haberes está en la incertidumbre. 2,3 millones de jubilados se quedaron sin ni siquiera un bono, que solo cobrarán por dos meses quienes perciben la mínima. El 70 % de los adultos mayores seguirá cobrando por debajo de la canasta básica de la tercera edad.

Más adelante, los aumentos por decreto a los asalariados resultaron decepcionantes: cuando se cobre la segunda cuota, serán apenas $ 3320 de bolsillo, frente a una inflación que no solo no se detiene, sino que golpea fuerte sobre los productos de la canasta básica con el retorno del IVA a estos ítems. Hasta los dirigentes sindicales del Frente de Todos habían pedido un aumento que no fuera menor del rango de entre $ 6000 y $ 9000.

Lejísimos quedaron entonces los aumentos de alcanzar para recuperar lo perdido con Macri. Sin ir más lejos, este miércoles el INDEC informará la inflación de 2019, que se espera que sea de alrededor del 55 %.

Pero este lunes el presidente fue más allá, al afirmar que está en contra de la cláusula gatillo para las futuras paritarias, cuya fecha es incierta ya que no se descarta que siga habiendo aumentos por decreto.

Días atrás Alberto Fernández ya había anticipado que les pedía a los trabajadores que no hagan “pedidos desmedidos”. Aunque la realidad es que lo único “desmedido” es la inflación y lo que vienen ganando los bancos, los acreedores, el campo o las mineras, no los sueldos de los trabajadores a los que se les pide "un esfuerzo".

En declaraciones a C5N, el presidente afirmó este lunes que "necesitamos que la economía pare de indexarse, si no combatir la inflación es muy difícil. La cláusula gatillo es una forma de indexación".

De este modo, repitiendo argumentos liberales, el presidente le echó al menos una culpa de la escalada inflacionaria a los salarios y a las cláusulas que algunos gremios piden para no perder del todo contra la inflación.

En la lógica del “pacto social” que busca poner en pie, el presidente busca instalar un falso discurso de que todos debemos hacer un “esfuerzo”, equiparando falsamente lo que le pide a los trabajadores con la situación de los grandes capitalistas y los formadores de precios que especulan con el hambre de la población, por ejemplo con las grandes cadenas de supermercados o las empresas privatizadas que se llenaron los bolsillos a fuerza de tarifazos.

Pero la realidad es que mientras trabajadores y jubilados siguen perdiendo, a las mineras y petroleras se les bajaron las retenciones, a las patronales del campo se les restituyeron apenas al nivel que estaban con Macri en 2018, a los bancos no se les tocó un pelo y se puso en marcha un plan de ajuste fiscal para poder negociar con los acreedores el pago de la deuda pública.

Claro que para este plan, Alberto Fernández sabe que cuenta con la ayuda inestimable de las cúpulas de la CGT y la CTA. Por eso dijo también en C5N que “tengo mucha confianza en la dirigencia gremial. Han dado muestras sobradas de colaboración". Se refiere a los mismos dirigentes que dejaron pasar los ataques de Macri durante cuatro años.

En este marco, el FMI hizo un balance del primer mes de Gobierno y festejó las medidas de Alberto Fernández: “Se mueven en dirección positiva”.

Un plan económico que apuesta a salarios bajos
En un artículo publicado en Le Monde Diplomatique hace pocos días, uno de los principales referentes del equipo económico, el ministro Matías Kulfas, dejó bien en claro que el Gobierno considera que verían problemática una recuperación del salario.

En la visión del ministro, “el principal problema de la economía argentina es la restricción externa”, es decir, la falta de dólares, en un contexto en el que “el ciclo de altos precios internacionales de las materias primas finalizó y no hay señales de retorno. No hay márgenes para aumentar el endeudamiento externo: el gobierno de Mauricio Macri multiplicó por tres el peso de la deuda pública con acreedores privados y organismos internacionales. El nivel de reservas disponibles no es elevado, y la mayor parte está comprometida a garantizar futuros vencimientos de deuda”.

En este marco, Kulfas ve peligroso cualquier aumento del salario real, ya que el tema debería tomarse “con sumo cuidado para evitar que la puja distributiva retroalimente los niveles inflacionarios (...) asimismo, en el estado de deterioro de la industria, es probable que los incrementos del salario real no encuentren oferta productiva adecuada y eso genere una mayor demanda de importaciones, lo que empeoraría la delicada situación externa. Con respecto al gasto público, la situación fiscal dista de la holgura de la década pasada. El gobierno de Macri agravó la situación al agregar una holgada cuenta de intereses de la deuda".

Dicho de otro, el ministro apuesta a un modelo de salarios bajos para resolver el problema de la falta de dólares, y así priorizar los pocos recursos que hay para el pago de una deuda pública ilegal, ilegítima y fraudulenta que están dispuestos a pagar sin siquiera auditar sus irregularidades, solamente renegociando sus plazos.

Hay que invertir las prioridades. Primero el trabajo, la salud y la educación, no el capital financiero internacional. (LID)

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