A partir de este hecho luctuoso y preocupante, se ha desatado en el país un verdadero aquelarre al que nadie quiere faltar, comunicacional, político e institucional, pocas veces visto, que casi nada aporta al esclarecimiento del hecho ni a la tranquilidad general, y que engrosa el “rating de la muerte”, al que algunos medios nos tienen acostumbrados.
El Gobierno que se cree poseedor de todas la verdades y la oposición, fogoneada por sectores de la prensa e intereses visibles y no tanto, (...)