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Escenas del próximo capítulo

Mientras la tele muestra los créditos que cierran el final de un capítulo más, en un recuadro las imágenes recorren, salteadas, el enfoque del voyeurismo cotidiano de nuestra propia realidad hacia el futuro: son los días que han de venir, inexorablemente cargados de ansiedad por el desenlace.

14 de mayo de 2009| copenoa |

Y este espacio que el hombre se animó a medir para inventar el día, se recrea a sí mismo. Se reitera, Gira. Salta. Vuelve a caer y, sin embargo, parece el mismo. Es lo que alguien llamaría "cotidianeidad" y que no es otra cosa que el cielo surcado por soles y lunas, con más o menos claridades según se trate de una u otra estación del año.

Pero la repetición, machacona simiente de una Argentina que nadie sabe si quiere o aborrece, parece una telenovela de Nené Cascallar, cuando el blanco y negro no era menos dramático que las iluminaciones digitales de hoy. Una telenovela cuyos capítulos se parecen más interesantes sólo cuando anuncian que se vienen las próximas escenas.

Porque las de hoy se parecen a las de ayer y, sin dudas, se asemejarán a las de mañana. El argentino vive repitiendo escenas. ¿Cuándo fue la última vez que subió la carne? ¿No fue el mes pasado en que la inflación se mantuvo por debajo de un punto, de un maldito punto en el que nadie cree? ¿No era ayer, nomás, que el Fondo Monetario iba a desaparecer de las auroras nacionales? ¿Ingleses en las Malvinas? ¡Joder...!

En un país en el que el dengue de hoy se parece demasiado al cólera de los ’90, todo es como una calesita donde el caballo de madera puede llevar niños distintos, pero él es el mismo corcel. Como este país, donde todos los que están son distintos pero se parecen demasiado a otros que estuvieron y quieren volver y hasta por allí, se parecen a sí mismos pero sin ropa. Como el Rey desnudo (o la Reina, bah!)

Hasta las parodias televisivas se asemejan: hoy, Tinelli hace lo que antes Canal K, con aquellos muñecos asombrosos que despertaron la ira de otros políticos "altri tempi", tan volátiles y estúpidos como los de hoy. Canal K (no Kanal Siete, claro) fue censurado por mordaz y por idénticos reaccionarios.

¿Escenas del próximo capítulo? Sí. A los salteños nos queda septiembre para sufrir los avatares de un dilema existencial: votar o no votar. Si el primer caso, ¿por quién hacerlo? Si el segundo, ¿a quién le echamos la culpa después?

Estamos en la gran telenovela de la vida en la Argentina. Y el argumento, lamentablemente, no lo escriben ni Delfor, ni Cammarota, ni siquiera Blotta, Fontanarrosa o Nik, sino Drácula. O Kirchner. Y Cristina. O Urtubey y Capitanich. O los peronistas "justicialistas" y los disidentes. O los radicales no disidentes pero oficialistas, tamaño familiar, como...bueno, ya se sabe quiénes ponen como funcionarios, magistrados y legisladores a sus hijos, sus hijas, sus hermanos y hasta su(s) señora(s) esposa(s).

O los candidatos al divino botón: esos que no participan pero le piden a la gente que participen. Pijoteros totales que llaman a la irresponsabilidad cívica, la que ellos mismos exponen sin pudores bajo los emblemas de un republicanismo que ni siquiera conocen.

O los periodistas aquellos que, a pesar de los capítulos de la telenovela, todavía no saben escribir dos líneas sin cometer errores, no ya de ortografía, sino de castellano básico. Y hasta se envanecen de sus futilidades con sus horrores de desconocimientos y lagunas mentales que, en realidad, son océanos de pelotudez crónica. Con suculentas pautas oficiales, por supuesto.

Es igual. Casi el icono que hubiera elegido Discepolín para graficar su "Cambalache". Aquello de "la vidriera irrespetuosa" es hoy esta telenovela de excesivos capítulos. Una parodia donde las desilusiones van de la mano de sindicalistas ricos, políticos faloperos y/o abogados-candidatos-defensores de violadores de niñas y mujeres o de sediciosos que, de no serlo, serían golpeadores de adolescentes.

La historia sigue. En realidad, pervive la historieta. Cobos es San Martín, y Carrió, Mariquita Sánchez de Thompson. Cristina es Eva...y Kirchner, Adán. El Paraíso convertido en serpentario. Un guión que sería desopilante de no ser tan terrorífico. Hasta con gripe porcina y falta de carne vacuna que, al fin y al cabo, buena es la soja.

Como puede verse, la cosa viene parecida. Seguir viviendo lo que ya vivimos, como un "déjà vu" siniestro, es parte de esta telenovela argentina, con exportación a todos los países de América Latina e, inclusive, hasta a México, para vengarnos no por la influenza, sino por sus colosales bodrios.

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