El dirigente del Frente de Izquierda Unidad finalmente hizo historia. Un repaso por sus orígenes, su familia, su tradición y compromiso siempre a favor de los trabajadores, las mujeres, la juventud y las comunidades originarias.
El Frente de Izquierda Unidad finalmente hizo historia en Jujuy. Producto de una gran campaña a pulmón contra el régimen antidemocrático de Gerardo Morales y de la enorme simpatía popular que despertó la campaña militante, Alejandro Vilca es diputado.
“No somos políticos profesionales, somos trabajadores que hacemos política”, dice Vilca y eso define lo qué es y la clase social que representa. Por primera vez en la historia, es electo en Jujuy un diputado que es obrero, recolector de residuos, coya y militante de izquierda. Recorramos su historia.
Alejandro nació en el seno de una familia humilde y junto a sus cuatro hermanos fue criado por su mamá, Luisa Salas, laburante de toda la vida que forjó su carácter combativo y solidario. Como buena parte de la población de su provincia, es coya.
Corrían los 90, cuando Alejandro era estudiante secundario y ya participaba en las marchas de los trabajadores estatales apoyando sus reclamos y se organizaba junto a sus compañeros y compañeras de curso para poner en pié el Centro de Estudiantes.
Al terminar los estudios, Alejandro obtuvo una beca para estudiar Arquitectura la universidad nacional de San Juan. Allí participó de la lucha contra la reforma educativa del gobierno de Carlos Menem, y dio sus primeros pasos en la militancia de izquierda, al ingresar al “En Clave Roja”, la agrupación estudiantil impulsada por el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS).
A los años, tuvo que volver a su Jujuy natal y se convirtió en uno de los fundadores de PTS en esa provincia. “A mí el marxismo me cambió la vida”, recuerda de esos años.
Ni bien volvió hizo de todo. Fue mozo, albañil, heladero, operario de una fábrica de plásticos, vendedor de seguros y dibujante para un arquitecto hasta que en el 2001, se convirtió en un trabajador estatal precarizado.
Fue parte de la Coordinadora Provincial de Trabajadores en Negro, que agrupaba y unificaba a empleados precarizados de la Salud, la Educación, y otras reparticiones estatales. Producto de eso, Alejandro se convirtió en obrero de la recolección de residuos en el popular Barrio Alto Comedero. Desde allí, pasó los últimos años luchando por los derechos de los trabajadores más explotados, como en la industria tabacalera, azucarera y los rurales, como así también por los derechos de los pueblos originarios, las mujeres y contra la destrucción ambiental.
Así, se convirtió en una referencia indiscutida de combatividad y lucha obrera. Esa referencia, más las ideas de la izquierda, hicieron que en 2017 fuera electo diputado provincial. (LID)
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