Sin matices, la agricultura salteña tuvo un mal año. Sequía, olas de calor, tormentas de viento y plagas (la chicharrita del maíz fue la peor) afectaron las producciones en distinta medida y proporción de acuerdo a la zona productiva
Sumado a esos factores naturales, jugaron en contra también las históricas condiciones adversas que debe afrontar el campo, como las retenciones a la exportaciones, inflación y, en el caso de los productores del norte, los altos costos de flete. Mientras todo eso sucedía, el mercado internacional de los granos tuvo muy buenos precios en la campaña 2023-2024, pero no se pudieron aprovechar en estas latitudes.
A la inversa, ya de cara a 2025, se espera un mejor clima (aunque nunca se sabe con certeza) y un menor impacto de la chicharrita, pero hay incertidumbre principalmente por la baja que se registra en los valores internacionales de los granos, que no tendría marcha atrás en el corto y mediano plazo. Hay que agregar que sigue el tipo de cambio planchado, que afecta las ventas, y el encarecimiento de los insumos.
“Este año fue muy complicado. Tuvimos muy poco rinde por cuestiones climáticas, hubo muy pocos kilos de producción de todo, sumado a la chicharrita que afectó el maíz, prácticamente ningún cultivo anduvo bien en cuanto al rendimiento, pero no por una cuestión de mercado. Al contrario, teníamos muy buenos precios”, explicó a El Tribuno, el presidente de Prograno (Asociación de Productores de Granos del Norte), Francisco Vidal.
"Sin reservas”
Advirtió que los productores de grano locales, sobre los que hay que recordar que aportan la mayor porción de ingresos a la economía salteña, quedaron “prácticamente sin reservas”.
“Lo que teníamos se usó para pasar el año”, dijo Vidal. “Tuvimos una sequía fuerte en 2023, después hubo un golpe de calor en marzo, luego una helada temprana se llevó muchos kilos de poroto y tuvimos viento fuerte que se llevaron las gavillas de poroto. Y en el maíz entre el golpe de calor y la chicharrita hubo lotes que no se cosecharon. Entonces fue un año muy malo para el productor salteño”, resumió el dirigente agricultor.
Si bien el número exacto de las pérdidas en los cultivos aún no fueron calculadas, hay ejemplos que son contundentes. Vidal contó que se registraron campos de poroto donde solo se cosecharon 300 kilos por hectárea, cuando el promedio es de 1.500 kilos. Señaló que hubo rindes de soja de entre 800 a 1.000 kilos por hectárea, mientras que lo común es de 2.500 kilos.
Momento crítico
De un reciente informe de la Bolsa de Comercio de Rosario se desprende que el mercado internacional de granos se encuentra en un momento crítico en cuanto a la baja de precios, marcado por la sobreoferta global, especialmente de soja. La expectativa de una cosecha récord en Brasil impactó fuertemente en la cotización de la oleaginosa.
A todo esto, a nivel nacional hay alarma en el sector por incumplimientos de pagarés por parte de distintos actores importantes del agro, como el proveedores de insumo Surcos, con un default inicial de US$500.000, y con US$100.000 de Los Grobo Agropecuaria y unos $400 millones de Agrofina, ambas del grupo Los Grobo, dedicados a la producción y comercialización de granos y distribución de agroquímicos. Se vino en picada, además, el negocio de venta de agroquímicos en un 30%.
Caída de precios
“La campaña en la que estamos entrando tenemos unos costos en dólares altísimo, entonces se agrava la baja que tenemos, sumado a la caída de los precios que será peor para los productores de poroto porque Brasil al tener su moneda devaluada va a ser muy difícil que pueda pagar precios atractivos, entonces vamos a estar con valores de venta bajos y con costos de producción altísimos, es una combinación pésima”, sumó el titular de Prograno.
Los precios internacionales de la soja cayeron de 400 a 270 dólares por tonelada, a lo que se suman las retenciones del 33%. Para los productores de Salta, el costo del flete representa otra carga significativa: “De esos 270 mil pesos por tonelada que ofrece una cerealera, hay que restar 70 mil pesos de flete, dependiendo de la zona”, afirmó.
El optimismo
A pesar de las adversidades, Vidal destacó la resiliencia del sector: “El productor siempre es optimista. Todos los años se siembra, a pesar de las circunstancias. Creemos que va a llover y que las variables jugarán a nuestro favor”.
Sin embargo, subrayó la urgencia de establecer “reglas de juego parejas” para garantizar la sostenibilidad del sector. Solo así los productores podrán enfrentar los desafíos económicos que amenazan su futuro. (tribuno)
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