Desde hace 77 años, Fortín Tuscal de Velarde vive el latido de la gesta güemesiana

En el camino polvoriento de la ruta 26, camino a La Candelaria, se erige un espacio que busca ser templo para guardar alma y cuerpo la memoria viva del máximo héroe de salteños y salteñas. Ahí, donde las tuscas todavía son testigos del tiempo, nació hace más de siete décadas el Fortín Tuscal de Velarde, un bastión del gauchaje salteño que apunta a un legado de memoria activa.

Del monte y forjados en la memoria

El Fortín Tuscal de Velarde nació el 29 de marzo de 1948. “En esa época, un grupo de gauchos de la zona se acercaba al monumento de forma espontánea a rendir honores a nuestro General. Eran encuentros sinceros, nacidos del corazón. Allí nace nuestra institución”, cuenta López Mirau. El nombre del fortín no es caprichoso: en esa zona del sur salteño se libraron batallas importantes de la Guerra Gaucha, y el paisaje dominado por las tuscas dio nombre al sueño colectivo que los vecinos abrazaron como propio.

La historia del fortín se ancla también en los gestos nobles. “Nuestro primer presidente fue don Marco Aurelio Campos, propietario de una finca en cuya sala se reunían los gauchos. Con el tiempo, su familia donó un terreno para la construcción de una escuela que hoy lleva el nombre de Elvira de Campos, y que también acompañamos como padrinos. Hay una raíz familiar y comunitaria muy fuerte en todo lo que hacemos.”

¿Qué significa rendir homenaje a Güemes?”, repite Sergio ante la pregunta. Se toma una pausa y responde: “Es una fecha triste, pero la reivindicamos con orgullo, porque sabemos que gracias a la gesta del General y a la valentía del gauchaje del norte, fue posible frenar las invasiones y consolidar la independencia. Sin Güemes, San Martín y Belgrano hubieran tenido un destino muy diferente. Su rol fue clave”.

Pero no se trata solo de mirar al pasado. El Fortín Tuscal trabaja cada día por sembrar ese legado en las nuevas generaciones. “Es fundamental enseñar a los chicos el respeto por nuestras raíces. La tradición, la cultura, la idiosincrasia no se pueden dejar de lado”.

Mujeres con pañuelo y coraje

“La figura del gaucho no es solo el hombre a caballo que desfila”, advierte López Mirau. “También están nuestras mujeres, nuestras damas gauchas, que hacen un trabajo social inmenso. Formamos una subcomisión de damas que nos representan con orgullo en la ciudad y en toda la provincia. A través de ellas, llegamos a los niños con otro lenguaje, con otra ternura.” La inclusión de la familia entera dentro del fortín no es un dato menor. Responde a una visión integral en este entramado social.

Asimismo, el referente de los gauchos del Tuscal de Velarde no dudó al destacar la dimensión histórica del prócer: “Güemes era muy joven, pero tenía una claridad impresionante. Su temperamento, su firmeza, su vocación de lucha son cualidades que aún hoy asombran. Fue una figura fundamental para frenar las invasiones y defender nuestras tierras sin el apoyo de otras provincias. Solo con su gente. Solo con sus gauchos. Eso tiene un valor incalculable”. Y agrega: “Con mucha lucha conseguimos que fuera declarado Héroe Nacional. En el Bicentenario no nos permitieron conmemorarlo como queríamos, pero un año después lo logramos. Eso nos marcó”.

¿Qué preguntarle al General?

Por último, Sergio López Mirau reflexionó conmocionado. “Si pudiera preguntarle algo al General, le preguntaría: ¿De dónde sacó tanta firmeza y decisión para hacer frente a una realidad tan adversa, con tan pocos recursos, y sin embargo lograr que hoy flamee nuestra bandera?”

La pregunta, lanzada al viento de Velarde, no espera respuesta. La encuentra cada día en los gestos silenciosos del Fortín, ese que no desfila para ser visto sino para honrar, transformar y recordar que ahí late un pedazo de Güemes.

En tiempos de un aparente revisionismo del significado pleno de la libertad y los caminos que condujeron hacia ella, los actores y actrices que dejaron no sólo la pluma, sino que pusieron el cuerpo para esa conquista, el refuerzo permanente de la memoria se transforma más que nunca en un deber de cada argentino. (n.d.)