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Debate. La economía argentina: ¿una bomba a punto de estallar?

"Están dejando una bomba armada para el pueblo", advierte el comunicado publicado esta semana por la mesa nacional del Juntos por el Cambio. Acusan al Frente de Todos de entregar “una situación peor que la de 2015” a la próxima administración. Y en un tono alarmista agregan: "a pesar de la negación del Gobierno, esto ha puesto al país ante un delicado escenario de fragilidad financiera que eleva el riesgo de una salida caótica.”

10 de febrero de 2023

Mientras aumenta la incertidumbre alrededor de los presidenciables en ambas coaliciones, desde Juntos lanzaron una campaña que ataca sobre el flanco débil del Gobierno, la economía y particularmente el endeudamiento. Pregonan por la falta de acceso a “deuda genuina” -con organismos internacionales no en pesos-, y alientan el caos para acelerar la inestabilidad financiera.

La polémica fue sumando distintas voces en estos días, en última instancia se discute el nivel de gravedad de la situación actual y el margen de maniobra del próximo Gobierno. En el mismo tono incendiario el economista Emmanuel Álvarez Agis declaró "Lo que está buscando Cambiemos es que el Gobierno tenga una crisis financiera." En un tuit el ex ministro de Economía, Martín Guzmán, despotricó contra la irresponsabilidad de los cambiemitas.

El Frente de Todos opta por “victimizarse”, al mismo tiempo que profundiza el ajuste para pagarle al FMI. Eligieron legitimar una deuda fraudulenta, ahí no hay grieta. El viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, en un gesto conciliador les propuso a los economistas Hernán Lacunza, Ricardo López Murphy, Luciano Laspin y Eduardo Levy Yeyati; trabajar en algunos puntos de acuerdo.

La crisis de deuda es real. A su vez, la inflación es de casi tres dígitos, la pobreza está por encima del 40 % y la pérdida de poder de compra de los salarios fue de 21,4% en promedio entre 2015-2022, de acuerdo a la estimación de Luis Campos (Observatorio de la CTA) . Este resultado es una responsabilidad compartida de Juntos y del Frente de Todos. Pero la salida a esta crisis no tiene que implicar una catástrofe mayor que recaiga sobre el pueblo trabajador.

Deuda insostenible

El comunicado de Juntos afirma que “Durante el gobierno de Alberto Fernández el endeudamiento público tuvo un aumento récord: creció ya el equivalente a USD 83 mil millones, lo que genera una crisis de financiamiento en pesos”. Efectivamente, de acuerdo a los datos de la Secretaría de Finanzas, la deuda bruta en diciembre de 2022 alcanzaba a U$S 396.539 millones (más del 80 % del PIB), mientras que en noviembre de 2019 era de U$S 313.299 millones, un incremento total de U$S 83.229 millones en estos últimos tres años.

Pero en su rol de supuestos denunciadores del endeudamiento, desde Juntos “omiten” que bajo el macrismo la deuda subió U$S 82.400 millones, y se pagaron al menos U$S 76.000 millones netos. Al mismo tiempo, se alentaba una fuga de capitales de dimensiones históricas. Un informe del Banco Central confirma que gran parte de los U$S 45 mil millones del stand by con el FMI fueron a financiarla.

La economía atraviesa una creciente inestabilidad cambiaria por la falta de dólares, pero los vencimientos más importantes, tanto de la deuda privada renegociada con los fondos buitre, como con el FMI serán recién a partir de 2025. Suman U$S 24.406 millones en moneda extranjera (80 % corresponde a capital y 20% a intereses) y U$S 6.600 millones en pesos (70 % corresponde a capital y 30 % a intereses), un monto que en total más que triplica el saldo comercial que tuvo la Argentina en 2023 y representa el 5% del PIB. Sin dudas, insustentable.

A esto se agrega el monitoreo permanente del FMI, que cada tres meses por los próximos dos años “evalúa” si el país hizo el ajuste programado para luego liberar los desembolsos. Caso contrario deberá afrontar la posibilidad de incurrir en un default.

A esto hay que sumar la deuda “cuasi fiscal” del Banco Central con las famosas Leliq, que a diciembre de 2022 tenía emitida deuda en pesos por 10,4 billones (8 billones de Leliq y 2,4 billones de pases). Un pasivo que generó ganancias extraordinarias de 3,39 billones de peses en intereses que se embolsaron los bancos. Al tiempo que destruye el crédito con tasas de interés reales positivas, es decir, por encima de la inflación anual como pedía el FMI.

Pero la cara de piedra de Juntos da aún para más: “el Tesoro Nacional comenzó a ejecutar sucesivos canjes que maquillan la falta de financiamiento genuino”, agregaron en su comunicado. ¿Se referirán al “financiamiento genuino” como el bono a 100 años que tomó el ex ministro de Macri, Luis Caputo? ¿O al “financiamiento genuino” con el FMI, en el que el acreedor prestó aún sabiendo que era impagable?

Desde la dictadura a esta parte, la cantidad de operaciones fraudulentas con la deuda pública es innumerable. Los sucesivos canjes de deuda, desde el Mega canje y Blindaje de Cavallo (2001), o las reestructuraciones que realizó Néstro Kirchener (2005 y 2010) o la de Guzmán en el gobierno de Fernández; actúan como “borrón y cuenta nueva” para ir ocultando los fraudes previos, y esto no es casual, sino expresión de su contenido antipopular y contrario a los intereses de las mayorías sociales. Argentina debe 50 veces más que en el año 1976 a pesar de haber pagado más de U$S 600.000 millones.

El ajuste sostenido

Dado el perfil de vencimientos de deuda en los próximos años, no sorprende que el Fondo Monetario exija un mayor ajuste, ya no para alcanzar el “déficit cero”, sino todavía más, para forzar a un excedente fiscal que permita pagarlos.

En ese camino, el Gobierno hace los deberes, ajusta las clavijas del gasto público, va pagando intereses que engrosan las ganancias de un puñado de bancos y especuladores y despliega la agenda del gran capital (aún sin ser su representante directo).

En 2022 “el gasto total de la Administración Nacional registró una caída de 5,6 % acumulado anual, compuesto por una reducción de los gastos primarios de 7,4 % y un incremento de los intereses de deuda de 18 %”, detalla un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso. Los principales recortes vinieron a partir del segundo semestre, concentrados en partidas como Jubilaciones y Pensiones de la Anses (-5,6 %), Asignaciones familiares (-2,4%), Programas Sociales (-0,6%), Políticas Alimentarias (-6,5%), Subsidios económicos (-11,3%).

Esto explica en gran medida que el Gobierno haya festejado que el año pasado sobrecumplió la meta de 2,5% pactada con el FMI de déficit fiscal primario y fue de 2,4% del PIB. Un año en el que el país produjo casi lo mismo que en 2015 pero con salarios un 23 % más bajos. Massa con el respaldo de todos los socios del Frente de Todos avanzó con en el sendero de la austeridad fiscal.

Pero si Juntos “cuestionó” el endeudamiento del FdT no es por un posicionamiento contrario a la deuda en sí, sino para presionar por un ajuste mayor del Gasto y posicionarse ellos mismos como los más “ajustadores”. Desde su lógica, sólo así se conseguirá “endeudamiento genuino”, es decir, volver otra vez a tomar más deuda externa.

El espectáculo lamentable no termina ahí, Rubinstein (el segundo de Massa en Economía) les replicó la apuesta y respondió “¿Y si para que la deuda no crezca más, buscamos todos, como política de estado, aprobar un presupuesto sin déficit fiscal primario?”.

Asimismo, también el Gobierno del FdT está siendo el ejecutor de los planes extractivistas que el capital financiero tiene planeados para países ricos en “recursos” como la Argentina (Vaca Muerta, mega minería, litio, petróleo en plataformas marinas, monocultivo sojero, etc), al tiempo que construye el relato de su absoluta “necesidad, a pesar de los costos (ambientales y sociales)” porque tiene que acumular dólares para pagar la deuda o “viene el caos”.

¿Se viene el estallido?

Los de Juntos se atajan antes de tiempo, apoyados en una verdad a medias: la crisis de deuda es real. Sin embargo, las posibilidades de avanzar en un ajuste fiscal de magnitudes que elimine el déficit en forma más acelerada y sin afectar los intereses del gran capital, se vuelve inviable. Seria socialmente intolerable. La última vez que los cambiemitas intentaron hacer pasar un reforma anti popular fue en 2017, la respuesta de rechazo fue masiva en las calles contra el ataque previsional.

¿Para qué se preparan? El periodista Alejandro Bercovich señalaba en su columna de radio que detrás del comunicado de Juntos hay una intencionalidad de apelar al espiritu de la doctrina del shock que teorizó Naomí Kleim. Sintéticamente se señala que cuando un país es azotado por una crisis, es más sencillo someterlo, hacer pasar contrarreormas. Una especie de “cuanto peor, mejor” para disciplinar.

Sin programa electoral que entusiasme, los agitadores del caos no tienen nada para ofrecer a los millones de jóvenes precarios que ya viven las consecuencias del ajuste. Tampoco a las mujeres sobre quienes recae con fuerza la crisis habitacional.

El Frente de Todos ha avanzado en fuertes recortes como señalamos, pero su plan es “aguantar” e intentar llegar con algún logro a la contienda electoral. A pesar de la recuperación del empleo privado, los salarios son de pobreza. Pero las ganancias de las principales empresas, de la banca privada, de los pooles agroexportadores no dejaron de crecer.

Si unos acusan al problema del endeudamiento en pesos y otros al problema del endeudamiento en moneda extranjera, hay que decir que no son “problemas” separados sino parte de una raíz común en donde la deuda viene a jugar un papel fundamental en la dependencia y el atraso del país. Juntos y el Frente de Todos se pasan la pelota y ninguno se hace cargo de que endeudaron, pagaron y nos siguieron hundiendo, cada cual cumpliendo su rol en el círculo vicioso de la deuda.

Mientras, votan juntos el pacto con el FMI y los presupuestos de ajuste en donde sólo una partida crece, y es la de los pagos de intereses de la deuda. No tienen ningún interés en romper con esta atadura al capital financiero y empezar a solucionar los problemas estructurales que afectan al pueblo trabajador como la vivienda, el empleo, la recuperación de los salarios y las jubilaciones.

La salida a los problemas estructurales, es por izquierda. Se propone un camino distinto: rechazar el acuerdo con el FMI y plantear el desconocimiento soberano de la deuda fraudulenta e ilegítima, apoyado en la movilización popular. Al mismo tiempo llevar adelante una serie de medidas de defensa nacional que impidan la fuga de capitales y el caos económico y permitan el resguardo de los recursos, como la nacionalización de la banca y el monopolio estatal del comercio exterior bajo control de los trabajadores. Estas constituyen un primer paso necesario para terminar con el atraso y la dependencia, en el camino de un gobierno de trabajadores para lograr la superación este orden social. (LID) Por Lucía Ortega / Guadalupe Bravo

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