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DÍA MUNDIAL DEL AGUA: Cómo se están vaciando las reservas de agua dulce del mundo

Satisfacen el consumo doméstico de la mitad de la humanidad y el 38 % de la demanda para riego. Sin embargo, los suministros han disminuido seriamente en 19 puntos críticos del planeta, según la NASA.

22 de marzo de 2021

La disponibilidad de agua dulce está cambiando en todo el mundo. Entre 2002 y 2016 dos satélites de la NASA, pertenecientes a la misión Gravity Recovery and Climate Experiment (GRACE), exploraron 34 regiones del globo para analizar el almacenamiento de agua terrestre, y detectaron que los suministros han disminuido seriamente en 19 puntos críticos del planeta.

La investigación estuvo a cargo de un equipo de científicos dirigido por Matt Rodell, del Goddard Space Flight Center de la NASA, quienes en 2018 publicaron sus observaciones en la revista Nature. Según informan en Emerging trends in global freshwater availability, los resultados revelan “una clara ‘huella humana’ en el ciclo global del agua”.

Las zonas del norte y este de la India, Oriente Medio, California y Australia se encuentran entre estos 19 puntos críticos donde el uso excesivo de los recursos hídricos ha provocado una grave disminución en la disponibilidad de agua dulce. Por otro lado, la mayor acumulación de agua se produce en la Antártida, Groenlandia, la costa del Golfo de Alaska y el archipiélago canadiense donde el aumento en la temperatura del clima impulsa una rápida ablación de la capa de hielo y los glaciares.

“Uno de los aspectos más llamativos del cambio en los suministros de agua terrestre es que el agua dulce parece acumularse en el extremo norte de América del Norte y Eurasia y en los trópicos húmedos, mientras que las mayores pérdidas de agua dulce no congelada se han producido en latitudes medias”, observan. Según indica el estudio, “el agua dulce está desapareciendo rápidamente en muchas de las regiones agrícolas irrigadas del mundo”.

Tendencias en el suministro de agua terrestre obtenidas sobre la base de las observaciones de GRACE desde abril de 2002 a marzo de 2016.
Es el caso de la India y en los alrededores de Beijing. Al norte de la potencia índica el 54 % de la superficie está equipada para el riego. El punto crítico es el resultado de la extracción de agua subterránea para regar cultivos, incluidos el trigo y el arroz, en un clima semiárido”, informan. Respecto a la capital del gigante asiático, en la vasta región agrícola que le rodea la irrigación alcanza el 52 % con un importante impacto en el acuífero de la llanura del norte del país.

“Toda la evidencia sugiere que esta tendencia es inducida por el hombre y es probable que continúe hasta que el agua subterránea se vuelva escasa o se establezcan regulaciones para reducir las tasas de consumo”, señalan los investigadores.

En Oriente Medio el área afectada por la disminución del almacenamiento de agua se divide en dos regiones: el norte de Arabia Saudita y la región comprendida por Turquía, Siria, Irak e Irán. “Las disminuciones son el resultado de una combinación de sequía reciente y los consiguientes aumentos en la demanda de agua subterránea”, indican.

Pese a que menos del 1 % del norte de Arabia Saudita está irrigado, las imágenes de Landsat revelan la aparición y expansión del riego de cultivos durante las últimas tres décadas, suministrado por agua subterránea no renovable. A su vez, la construcción por Turquía de 22 represas río arriba en el Tigris y el Éufrates en las últimas tres décadas ha reducido considerablemente la tasa de flujo hacia Irak y Siria.

Más al norte, una zona contigua de agotamiento del suministro de agua dulce se extiende desde Ucrania a través del oeste de Rusia y hasta Kazajistán. La causa de este agotamiento es la competencia por los escasos recursos hídricos, agravada por la sequía. El 15 % del área está irrigada, incluidas las tierras de cultivo fértiles que son vitales para Rusia. Esta demanda de agua ejerce una fuerte presión sobre los mares Caspio y Aral, este último muy conocido por su dramática desaparición en la segunda mitad del siglo XX.

Mar de Aral. Vistas satelitales de 1989 (izquierda) y 2014 (derecha). Está situado en Asia Central, entre Kazajistán (al norte) y Uzbekistán (al sur).
En América del Norte, una sequía históricamente severa comenzó en 2007 en el sur de California. El consiguiente aumento en la demanda de agua subterránea provocó una disminución en el suministro. “Aunque los ríos atmosféricos reabastecieron las aguas superficiales de California durante 2016 y 2017, y se han promulgado cambios en las políticas, es dudoso que el almacenamiento del acuífero se recupere por completo sin grandes reducciones de uso”, advierten los investigadores.

En el Valle Central de los Estados Unidos, que proporciona un tercio de las verduras y dos tercios de las frutas y nueces que se cultivan en el país, la demanda anual de agua para la agricultura ha superado los recursos hídricos renovables desde principios del siglo XX. “Las observaciones de pozos de agua subterránea que se remontan a 1962 sugieren que cada sequía sucesiva hace que los niveles de agua subterránea bajen a un nuevo rango normal sin una recuperación completa”.

Respecto a África, en 2011 comenzó en Etiopía la construcción de la Gran Presa Renacentista en el río Nilo Azul, en la frontera noroeste con Sudán. El embalse probablemente contribuirá al suministro de agua, sin embargo, Egipto ha protestado enérgicamente por su impacto a lo largo del río Nilo.

Otra importante disminución en el suministro africano se extiende desde la costa de África Central hasta la cuenca del río Congo. Si bien su origen parece ser natural, la escorrentía se ha visto reforzada por la deforestación. Por su parte, Australia padece un doble comportamiento. Aumenta el suministro de agua dulce en el este y norte del país, y disminuye en el noroeste.

En Sudamérica, el derretimiento de los campos de hielo patagónico continuará hasta que se agoten en el marco de un mundo que se calienta. Sin embargo, la pérdida en los suministros de agua dulce en el centro de Argentina tiene como uno de sus factores al terremoto de 2010 de magnitud 8,8 con epicentro en la región del Maule, en el centro sur de Chile.

Tendencias de este tipo han tenido lugar en otras regiones del mundo: la deformación de la corteza que acompañó al terremoto de magnitud 9.1 en Sumatra-Andaman de 2004, las tendencias a la acumulación y la pérdida del dipolo en Sumatra y la península de Malaca, respectivamente, y el terremoto de 2011 de Tohoku, Japón, de magnitud 9,0 que provocó pérdidas en el suministro de agua dulce en la región.

Según Jay Famiglietti, coautor del estudio y director del Instituto Global para la Seguridad del Agua en la Universidad de Saskatchewan (Canadá), “lo que estamos presenciando es un cambio hidrológico importante. Vemos un patrón distintivo de las áreas terrestres húmedas del mundo que se vuelven más húmedas, esas son las latitudes altas y los trópicos, y las áreas secas entre ellas se vuelven más secas. Incrustadas dentro de las áreas secas, vemos múltiples puntos críticos como resultado del agotamiento del agua subterránea”.

Famiglietti, quien fue investigador superior del agua en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, argumentó que si bien la pérdida de agua en algunas regiones, como el derretimiento de las capas de hielo y los glaciares alpinos, está claramente impulsada por el calentamiento del clima, se requerirá más tiempo y datos para determinar las fuerzas impulsoras detrás de otros patrones de cambio de agua dulce.

El agua subterránea, la humedad del suelo, las aguas superficiales, la nieve y el hielo son componentes dinámicos del ciclo del agua terrestre. La contabilidad precisa de los cambios en la disponibilidad de agua dulce es esencial para predecir el suministro regional de alimentos, la salud humana y de los ecosistemas, la generación de energía y el malestar social.

El agua subterránea es particularmente difícil de monitorear y administrar porque los acuíferos son vastos e invisibles. Sin embargo, el agua subterránea satisface las necesidades domésticas de aproximadamente la mitad de la población mundial e impulsa el suministro de alimentos al proporcionar el 38 % de la demanda de agua de riego.

“Casi dos tercios de los hábitats acuáticos terrestres están cada vez más amenazados, mientras que las precipitaciones y la descarga de los ríos que los sustentan son cada vez más variables”, afirma el equipo de Rodell.

Casi cinco mil millones de personas viven en áreas donde es probable que haya amenazas a la seguridad del agua, una situación que, según los investigadores, “solo se verá agravada por el cambio climático, el crecimiento de la población y las actividades humanas. Por lo tanto, el desafío ambiental clave del siglo XXI puede ser la gestión globalmente sostenible de los recursos hídricos”. (LID) Por Roberto Andrés

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