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En medio de la pandemia le pagan al FMI: los pibes de la dependencia

Por un lado, los bonistas rechazaron la oferta de canje del ministro Martín Guzmán, quien anunció que estaban dispuestos a negociar y ser flexibles para atender los reclamos de los buitres. Mientras esto sucedía se anunciaba el pago de USD324 millones en concepto de intereses por la deuda contraída con el organismo durante el gobierno de Mauricio Macri.

9 de mayo de 2020

Kristalina conducción
Un analista del diario La Nación, que oficia abiertamente como vocero de los buitres, sostiene “no es un algo nuevo pero no deja de ser paradójico que se confirme en tiempos en que la Argentina vuelve a coquetear con el default y avanzó en decirle a acreedores locales que por los dólares aportados en los últimos años recibirían pesos: entre pagadiós y reperfilamientos, el único acreedor privilegiado de la Argentina es el Fondo Monetario Internacional (FMI)”.

La queja del periodista de la derecha rancia se complementa con la siguiente observación sobre el posicionamiento del Fondo en la discusión con los buitres: “Desde el organismo levantaron el dedo acusador hacia los inversores privados y fondos que se expusieron al riesgo argentino sin la prevista y correcta evaluación, reclamando incluso que -para compensar ese error- acepten una "quita apreciable" de la deuda habida cuenta que había convertido en "insostenible", partido que entra en etapa de definición por estas horas”.

La intervención del FMI alentando un acuerdo es una realidad: "Tenemos la esperanza de que se pueda llegar a un acuerdo con una alta participación de los acreedores que restablezca la sustentabilidad de la deuda con una alta probabilidad" , afirmó el director de Comunicaciones del FMI, Gerry Rice. La institución presidida por Kristalina Giorgeva, alienta un acuerdo con los bonistas a sabiendas de que Argentina necesita acordar con los fondos de inversión para recibir el visto bueno del organismo en retrasar los pagos de la deuda. Mientras que el gobierno de Fernández se ilusiona con que siguiendo al FMI podrá torcer la voluntad de los buitres. Es decir que deposita todas sus expectativas a la buena voluntad del imperialismo norteamericano, y de Donald Trump, que tiene la voz de mando en el organismo.

Habría que buscar en esta necesidad de conceder frente al imperialismo y las grandes patronales el nuevo espíritu negociador de Guzmán. Estas últimas dieron su apoyo a las negociaciones de la deuda externa a través de los presidentes de la Unión Industrial Argentina, Miguel Acevedo; de la Sociedad Rural Argentina, Daniel Pelegrina; de la Asociación de Bancos Argentinos, Javier Bolzico; de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, Adelmo Gabbi; de la Cámara Argentina de Comercio, Jorge Di Fiori; y de la Cámara Argentina de la Construcción, Iván Szczech. Lo hacían el mismo día que el primer mandatario declaraba como “histórico” el acuerdo de suspensiones y rebaja de salarios a los trabajadores.

Entre la liberación y la dependencia
Hace tiempo que desde el kirchnerismo y el peronismo se trata de suavizar la imagen del FMI como la fracción amable del capital financiero contra los bonistas. El estatuto del vasallaje que significó el acuerdo con Christine Lagarde en el 2018 colonizó incluso el lenguaje de una fuerza que se jactaba de “nacional y popular”. Su épica fue la del desendeudamiento, enfrentando al imperialismo a billetazo limpio. Hasta CFK le reclamaba al FMI que no cumplía con su propio reglamento.

Evidentemente olvidaron que Perón se negó a ingresar al FMI durante su primer mandato: “Cuando en 1946 me hice cargo del gobierno, la primera visita que recibí fue la del presidente del FMI que venía a invitarnos a que nos adhiriéramos al mismo. Prudentemente le respondí que necesitaba pensarlo y, enseguida, destaqué a dos jóvenes técnicos de confianza del equipo del gobierno para investigar a este monstruo tan peligroso, nacido según tengo memoria en los sospechosos acuerdos de Breton Woods. El resultado de este informe fue claro y preciso: en síntesis, se trataba de un nuevo engendro putativo del imperialismo”.

La oposición nacionalista burguesa que representaba Perón a la penetración del imperialismo yanqui fracasó en 1955 en detener el golpe proimperialista por temor a desatar la movilización popular. El resultado fue la revolución fusiladora que hizo efectivo el ingresó del país al FMI en 1956. 19 años más tarde, en 1975, un gobierno peronista aplicaba un ajuste fondomonetarista que fue derrotado en junio y julio del mismo año por una huelga general organizada desde la iniciativa de las bases. En los 90 será un gobierno peronista quien someta al país a las “relaciones carnales” con los EE.UU. y el FMI, según declaraba Guido Di Tella canciller del presidente Carlos Menem.

Autodefensa social y nacional
En el contexto de crisis mundial, la posición argentina como país subordinado al imperialismo agrava sus condiciones críticas. La sumisión al infierno del FMI ya significaba un daño al país en la situación previa a la pandemia; y era el eje central de la política de Alberto Fernández, al punto de prorrogar el presupuesto macrista hecho a medida del FMI y votar el saqueo a los jubilados, que era exigencia del organismo. Responder a los intereses del FMI en momento de aguda crisis social, es la imagen real que buscaba invisibilizar un discurso que señalaba que la renegociación de la deuda se haría en función de cuidar a la mayoría popular.

Pagar los intereses de una deuda contraída para financiar la fuga de capitales en medio de una pandemia, es preparar las condiciones de una catástrofe social. Condena a que siga degradándose el nivel de vida del pueblo pobre y trabajador, que está confinado y sin recursos para subsistir, a los trabajadores soportando el chantaje patronal de las suspensiones con rebaja salarial, al colapso de un sistema de salud con uno de los más altos índices de contagios entre el personal sanitario por la falta de recursos. Es un acto de sumisión al capital financiero y el imperialismo que afecta la capacidad de defensa del país para evitar la propagación del coronavirus y utilizar esos recursos para reconvertir la economía en medio de una crisis general, a la juventud precarizada a la superexplotación laboral.

Romper con el FMI y declarar el desconocimiento soberano de la ilegal, ilegitima y fraudulenta deuda externa es la única medida sensata de autodefensa del pueblo pobre y trabajador en medio de una crisis sanitaria, económica y social de envergadura. Nacionalizar la banca y el comercio exterior y gravar a las grandes fortunas es indispensable para hacer que la crisis la paguen aquellos que lucraron, fugaron capitales y utilizan al Estado para que vaya en su rescate. La población necesita de esos recursos para dotar a los hospitales y centros de salud de todo lo necesario para combatir la pandemia, para sostener la economía de los trabajadores informales afectados por la cuarentena, para que el país deje de sangrar y pueda reconvertir su producción a partir de las necesidades sociales. Son medidas de autodefensa social y nacional para evitar una catástrofe que la sumisión al imperialismo pone al orden del día. (LID) Por Facundo Aguirre

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